Julio Castillo Sagarzazu 14 de diciembre de 2021
@juliocasagar
El
desconocimiento de la victoria de Freddy Superlano en Barinas, ha abierto una
caja de Pandora que podría tener consecuencias en el futuro próximo del país.
Otro bongo remonta el Arauca… Es ahora el de la notable y particular conducta política y electoral de los estados llaneros de Venezuela. En efecto, el pasado 21 de noviembre, en el evento para elegir gobernadores y alcaldes, los estados Apure, Cojedes, Guárico y, en particular, Barinas, revelaron una curiosa tendencia que podría explicar en mucho el devenir del futuro político venezolano. ¿Por qué? Síganos a los siguientes párrafos donde aventuraremos una hipótesis:
Venezuela
es un país de numerosos ambientes naturales y geográficos. Tenemos Andes, pero
no somos un país andino. Tenemos selvas, pero no somos un país amazónico.
Tenemos llanos, pero tampoco somos un país llanero. En realidad somos un país
caribe. El arquetipo del venezolano es definitivamente caribe. Con todo lo que
ello implica: el mestizaje de los indígenas de esa tribu con el blanco
peninsular y el negro venido de África. “Aquí el que no tira flecha, toca
tambor”
¿Entonces
por qué “lo venezolano” ha sido relacionado con el llano? ¿Por qué nuestro
segundo himno es el Alma Llanera y nuestro baile nacional es el joropo?
La
respuesta -temeraria, lo admito- tiene mucho que ver con la “antropología”
política creada por Acción Democrática a comienzos de los años 40. Tuvo mucho
que ver en ello Doña Bárbara y el liderazgo de Rómulo Gallegos. Aunque fue
Rómulo Betancourt quien tuvo la habilidad de hacerse de la narrativa
galleguiana para crear el modelo de Juan Bimba y hacer de lo llanero el
arquetipo de lo venezolano, bebiendo de esa fabulosa historia en la que Doña
Bárbara, Santos Luzardo, Marisela, Mr. Danger y el Mujiquita representaron un
país que comenzaba su lucha de civilización contra barbarie.
En
efecto, Acción Democrática fue la verdadera fundadora de la sociedad civil
venezolana. No de la que conocemos hoy, pletórica de organizaciones civiles que
agrupan toda la diversidad de intereses que la cultura contemporánea ha creado,
sino de la sociedad civil de las ”masas populares”, la de los trabajadores con
la CTV; la de los campesinos con la FCV y la de los maestros con la FVM. Con
este relato fácil, los adecos lograron llegar al alma venezolana. Así, el
andino, el oriental y el habitante de las costas, quedaron engullidos en el
prototipo del venezolano de los llanos. Un acierto de marketing, sin duda
alguna.
Como
era natural, esta expresión del imaginario popular ancló con mayor fuerza
en los estados llaneros, donde usaban el caballo y el bongo para recorrer
sabanas y ríos para relacionarse. Estas entidades se convirtieron en plaza
fuerte del partido blanco y (¡oh, sorpresa!) también del chavismo que
reproducía al calco la influencia política adeca en estas regiones, ayudados,
sin duda, de la épica de Maisanta y del nacimiento del comandante en Sabaneta,
estado Barinas.
Por
ello no deja de ser sugerente la idea de considerar este descenso de las
fuerzas oficialistas en los estados llaneros como un signo auspicioso de los
nuevos tiempos en el país.
Pero
es que además de todo esto, lo que esta aconteciendo en Barinas tiene otros
elementos dignos de ser considerados.
En
efecto, Barinas tiene que ser analizado “fuera de la caja” o, como dicen los
estadísticos, como “un punto fuera de la curva”. La torpeza del régimen al
desconocer la victoria de Freddy Superlano ha cambiado las variables de la
ecuación que estuvo planteada el 21 de noviembre.
La
primera consecuencia ha sido que el frente que apoyó a Superlano se ha nutrido
de otras organizaciones que tuvieron regional y nacionalmente otras opciones.
Igualmente, las del oficialismo y las del colaboracionismo se han visto en la
necesidad de salir del closet y presentarse ante el país cumpliendo el
verdadero rol que tienen. Este no es asunto menor.
Por
otro lado, la elección de enero se ha convertido en un evento plebiscitario que
ha tocado emocionalmente al opositor promedio, incluso al que no fue a votar el
21. Este es otro elemento importantísimo a considerar y que pone de manifiesto,
como un acontecimiento inesperado, el suscitar emociones que habían estado
latentes. Se trata de un reto de la dirección política para encauzar y no dejar
languidecer este sentimiento importante.
La
batalla de Barinas no será obviamente una batalla para ganar posiciones. Para
la oposición, ganar la gobernación con Sergio Garrido es importante, pero
también lo es el deterioro político, el desgaste y la desmoralización que puede
lograr en las filas del oficialismo.
Se
trata de una operación que pueda asimilarse a los ataques de una columna
guerrillera que solo busca hostigar y desmovilizar a su enemigo y a la que la
conquista de territorio no les es necesariamente importante.
El
alma llanera o, mejor dicho, de los llaneros, pudiera estar cambiando y con
ello indicando una vía a seguir para el resto de los venezolanos.
Se
está poniendo bonito el caney. Hay que jugarse a Rosalinda. Vamos a ver si el 9
de enero los dados de la política nos devuelven los corotos.
Julio
Castillo Sagarzazu
@juliocasagar
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