Trino Márquez 02 de diciembre de 2021
@trinomarquezc
En Barinas ganó Freddy Superlano la gobernación del Estado. Fue un triunfo ajustado, solo por unas décimas, pero representó un inmenso logro porque ese había sido el feudo de la familia Chávez durante dos décadas. Su hegemonía era indiscutible. Eran los caciques de la zona. La derrota no la aceptó el régimen. Perder en el lugar donde nació el Comandante era demasiado cruel. Inaceptable por su valor simbólico y estratégico. Barinas posee una larga frontera con Colombia y es aliviadero de la guerrilla de ese país. Entonces, recurrieron al expediente tradicional: acudir a la Sala Electoral del TSJ, su oficina jurídica, para invalidar la victoria.
El
procedimiento fue grotesco. Se valieron del ‘alacrán’ Adolfo Superlano –por
mera casualidad comparte el apellido con el ganador- para escamotear el éxito
de Freddy, que ya había sido reconocido por el CNE, argumentando que Freddy
Superlano no podía ser investido como gobernador porque había sido inhabilitado
por la Contraloría. La impugnación fue admitida, procesada y la sentencia
dictada en seis horas. Un record. Los diputados electos de Amazonas en 2015
nunca recibieron respuesta. El acuerdo de los magistrados fue taxativo:
los comicios hay que repetirlos el 9 de enero sin la participación de Freddy
Superlano (tampoco competirá Argenis Chávez, quien además renunció a la gobernación,
adelantándose así a las críticas de sus correligionarios).
El
detalle que obviaron los miembros de la Sala Electoral es que Freddy Superlano
había sido indultado por Nicolás Maduro el 30 de agosto de 2020. Ese día, con
el fin de “hacer justicia y fomentar la paz entre los venezolanos”, y, además,
pudieran participar en los cuestionados comicios del 6 de diciembre,
fueron favorecidos 110 dirigentes e integrantes de la oposición, entre ellos
Freddy Guevara, Tomás Guanipa y Américo De Grazia. Estos dos últimos fueron
candidatos en las elecciones del 21 de noviembre. ¿De haber ganado,
tampoco les habrían reconocido sus triunfos?
Lo
ocurrido en Barinas, no le quita méritos a la participación de los partidos y
candidatos opositores en esa contienda, solo demuestra la complejidad de
asistir a elecciones convocadas por regímenes autoritarios, que buscan utilizar
ese tipo eventos para maquillarse el rostro. A partir del abuso cometido
en Barinas no conviene reivindicar la abstención como política. La abstención
fracasó en el pasado. Lo que debe hacer la oposición es extraer lecciones de
los comicios regionales, con el fin de introducir los ajustes organizativos y
programáticos que le permitan reducir el margen de acción del gobierno para
cometer atropellos en futuros procesos electorales.
En el
horizonte aparecen tres convocatorias en las que habría que participar. La
primera es la de Barinas. Si Freddy Superlano y los partidos que lo acompañan
no logran revertir la decisión del TSJ, habrá que acudir a las elecciones
de enero. Ya existe el antecedente Enzo Scarano a quien se le arrebató el
triunfo como alcalde de San Diego en 2014. En esa ocasión se convocaron nuevos
comicios, se presentó su esposa y obtuvo un triunfo abrumador. Las
experiencias positivas hay que repetirlas.
Otro
evento de tipo electoral está relacionado con la posibilidad de convocar el
referendo revocatorio en 2022. El exabrupto de Barinas está dirigido a
desanimar a quienes promueven el RR. El gobierno está diciendo que cuenta con
el TSJ, siempre listo para desmontar cualquier intento de destronar al régimen
por la vía legal. Sin embargo, ese obstáculo hay que asumirlo como reto, no
como meta imposible de alcanzar. Al gobierno hay que mantenerlo siempre acosado
con todas las herramientas proporcionadas por la Constitución. El RR es una de
ellas. Para asumir el desafío hay que estar convencido de que la ruta electoral
es la única opción pacífica válida.
En
último lugar se encuentran las elecciones presidenciales de 2024. A esa
estación quieren llegar tanto el gobierno como la mayoría de los partidos
opositores. Si conquistar un estado pobre y arruinado como Barinas ha sido tan
difícil, imagínense lo que significa conquistar Miraflores. La labor será
infinitamente más exigente. Pero, no queda otra opción distinta –si no se logra
el RR- que acudir a esa elección con la mayor unidad, fortaleza organizativa y
plataforma programática que sea posible. La unidad opositora férrea le
permitirá a la comunidad democrática internacional respaldar al movimiento que
se constituya.
La
cohesión interna de la oposición también hará posible retomar el diálogo con el
gobierno en condiciones favorables. El régimen salió disminuido del 21N. El
oficialismo perdió más de un millón de votos con respecto de las elecciones
regionales de 2017. En términos globales, también se colocó con un millón de
sufragios menos que el conjunto de las fuerzas distintas al oficialismo. Por
añadidura, con el episodio de Barinas terminó de alejarse de la Unión Europea y
Estados Unidos, que le habían dado la oportunidad de reivindicarse con la cita
de noviembre. El panorama para Maduro tampoco se ve despejado, ni
sonriente.
Luego
de las elecciones de noviembre, los dirigentes opositores tendrán que afinar
sus movimientos en el marco de la estrategia electoral. Nada de estar
pidiendo la renuncia de Enrique Márquez y Roberto Picón, o estar acusando de
colaboracionistas a quienes decidan acudir a la nueva elección en
Barinas, o a quienes propongan prepararse para el RR o las presidenciales del
24.
Trino Márquez
@trinomarquezc
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