Editorial de analítica.com, 27/02/2013
Se grita mucho cuando se tiene miedo, cuando se está solo en medio de la
oscuridad, cuando hay razones o, aún peor, emociones, para sentir ese peso
desagradable en el estómago
Es difícil que
pase un día sin que salte a la palestra algún rumor diferente y extremista
sobre la salud del Presidente. También difícilmente hay un día en que el
Vicepresidente de la República Nicolás Maduro no suelte algún palabrerío
insistiendo en que el que manda es Chávez, que quien decide es Chávez, que aún
postrado y sin poder hablar sostiene largas reuniones (con Maduro) y dicta órdenes
que el Vicepresidente cumple fielmente; peroratas vicepresidenciales que no se
limitan a esos partes de lealtad personal y salud presidencial, sino que
enlazan siempre con descalificaciones despectivas hacia la oposición, hacia la
burguesía y la iniciativa privada, y amenazas de todo tipo de castigos y
batallas en nombre del pueblo.
Puede comprenderse
el empeño a veces agobiante por lo excesivo de las mayores figuras del
Gobierno, y en particular del Vicepresidente de la República, en insistir hasta
la saciedad en su posición rodilla en tierra a las órdenes del Presidente,
después de todo la gran figura, la inspiración y la esperanza del chavismo es
Hugo Chávez; buscan solapar la poderosa imagen popular con ellos mismos, pero
también están demostrando al pueblo que el prestigio y la fe son de
Chávez, no de ellos.
Ésa es la parte
extraña, el afán de esfumarse en la presencia del caudillo y comandante sin
aportar mérito ni iniciativa propia alguna. Tan extraña como la insistencia en
la amenaza, el insulto y las enfurecidas advertencias contra el enemigo que
Chávez se inventó desde 1998, ese vago concepto de la burguesía apátrida y
obediente al imperio estadounidense.
Se grita mucho
cuando se tiene miedo, cuando se está solo en medio de la oscuridad, cuando hay
razones o, aún peor, emociones, para sentir ese peso desagradable en el
estómago. Si el chavismo es el pueblo y si tiene el Gobierno y conduce el
proceso revolucionario sin resquebrajaduras, si el caudillo y comandante se
prepara para regresar al frente ¿a qué poder perverso temen y amenazan tánto?
Habría que preguntarse
también por qué la cúpula gubernamental, y el Vicepresidente en particular, se
esmeran tanto en señalar culpables malignos y en exaltar la violencia popular
en su contra. ¿Creerán acaso que un estallido popular estilo “caracazo” es
manejable y agredirá sólo a los empresarios y a los míticos burgueses? ¿Olvidan
acaso dónde viven hoy muchos dirigentes gubernamentales? ¿Es que no hay
empresas y empresarios chavistas?
Más de dos meses
de ocultamiento del Presidente sin que dé señales personales de vida y alguna
actividad, y de explicaciones enredadas que suenan más a nubes de ocultamiento
que a verdades sencillas y directas, son mucho tiempo. Y el tiempo, cuando es
excesivo, suele causar sorpresas inmanejables.
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