jueves, 28 de febrero de 2013

¿EL FIN DE LA IZQUIERDA LATINOAMERICANA? Parte 1


Escrito por ÁLVARO VARGAS LLOSA el Feb 22nd, 2013

Si ningún líder viable hereda el manto de Chávez, el futuro augura mucho desorden para la izquierda latinoamericana.

HUGO CHAVEZ

La condición exacta de Hugo Chávez sigue siendo el acertijo churchilliano, un misterio envuelto en un enigma. El presidente venezolano, que ganó su tercera reelección en octubre pasado y ha estado hospitalizado en Cuba con cáncer durante diez semanas, se perdió su propia ceremonia de investidura en enero. En su ausencia, el vicepresidente Nicolás Maduro, el sucesor de Chávez designado a dedo, ha quedado a cargo del gobierno por tiempo indefinido. Pero Maduro no es Chávez; carece tanto del carisma como de la base de poder del combustible gobernante de Venezuela. Y esto no entraña sólo un problema académico en Caracas: el interrogante que atormenta a la extrema izquierda latinoamericana, a la que Chávez ha dominado en la última década, es quién tomará su lugar.

En el ascenso de la izquierda política en América Latina durante la última década, Chávez ha ocupado un lugar preponderante. Políticos como Evo Morales, Rafael Correa y Cristina Fernández de Kirchner tienen una enorme deuda de gratitud con Chávez por haber impulsado la nueva oleada de populismo, la versión latinoamericana del socialismo. La enfermedad de Chávez ha servido para poner de relieve esa deuda. “El tema de salud del hermano Chávez no sólo es una preocupación del pueblo venezolano, sino también de todos los pueblos antiimperialistas del mundo”, expresó Morales en enero hablando detrás de un podio: “Todos somos Chávez”. Pero el carisma y el malévolo genio político de Chávez no explican por qué ha sido capaz de lograr tanta influencia regional. A través de un astuto uso de los petrodólares, los subsidios a los aliados políticos e inversiones políticas oportunas, Chávez ha asegurado su revolución bolivariana con dinero en efectivo…y a montones. Pero esa eficaz constelación de dinero y demagogia ha quedado ahora desalineada, dejando un vacío de poder que será difícil de llenar para los herederos políticos de Chávez en el hemisferio.

NICOLAS MADURO

Varios líderes latinoamericanos desearían suceder a Chávez, pero nadie reúne las condiciones necesarias: la bendición de Cuba, una faltriquera abultada, un país con peso demográfico, político y económico suficiente, un carisma potente, una disposición a asumir riesgos casi ilimitados y suficiente control autocrático como para que él o ella pueda dedicar un tiempo importante a la revolución permanente fuera de casa.

Lo que vaya a ocurrir está en parte en manos de Cuba. En tanto que Cuba ha convertido a Venezuela en su agente de política exterior, los hermanos Castro necesitan que Caracas siga siendo la capital del movimiento para conservar alguna vitalidad. Al tiempo que Cuba depende de los cerca de 100.000 barriles de petróleo fuertemente subsidiados que el régimen de Chávez le suministra todos los días, la nación isleña tiene un control sobre el aparato de inteligencia y los programas sociales de Venezuela. El propio Chávez reconoció el año pasado que hay cerca de 45.000 “trabajadores” cubanos manejando muchos de sus programas, aunque otras fuentes hablan de un número bastante mayor. Esta fuerte conexión permite a Cuba ejercer una influencia indirecta sobre varios países de la región. La influencia de Caracas en América Latina proviene de Petrocaribe, un mecanismo para ayudar a los países del Caribe y Centroamérica a comprar petróleo barato, y el ALBA, una alianza ideológica que promueve el “socialismo del siglo 21”. La combinación de los dos da a Caracas, y por lo tanto a La Habana, cierta autoridad sobre las políticas de otros 17 países.

¿Qué significa esto para el futuro de la izquierda? Básicamente que Cuba hará todo lo posible para apuntalar a Maduro. El elegido de Chávez nunca será una figura venerada —sus talentos como político son deslucidos— pero con el apoyo de La Habana y el control del dinero canalizado a los líderes de la región conservará algo del manejo de Chávez. En los últimos meses, él y lo que podríamos llamar el núcleo civil del gobierno venezolano han tenido una presencia constante en La Habana, donde han dependido umbilicalmente de la información proporcionada por Cuba acerca del estado real de Chávez. Este cogollo se compone principalmente de Rosa Virginia, la hija mayor de Chávez, su esposo Jorge Arreaza, quien también es ministro, Cilia Flores, esposa de Maduro y procuradora general de la república y, por último, Rafael Ramírez, el director del gigante petrolero PDVSA.

LA CLAVE DEL ÉXITO

Maduro ha efectuado la mayor parte de sus anuncios políticos clave desde La Habana, a menudo flanqueado por algunas de estas personas para consolidar su legitimidad dentro de las fuerzas armadas venezolanas, donde tiene rivales, y por supuesto, de la izquierda latinoamericana a gran escala. Por el momento, parece haber funcionado: la izquierda de la región le prestó diligente apoyo a través de diversos organismos regionales cuando la oposición denunció los arreglos que lo han convertido en un presidente en funciones por tiempo indefinido. En una declaración publicada por el Secretario General José Miguel Insulza, la Organización de los Estados Americanos apoyó los arreglos constitucionales en Venezuela a raíz de la ausencia de Chávez, provocando la ira de los MUD, la oposición unida.

En todo esto la clave está en el dinero a disposición de Maduro. Las ventas de la petrolera PDVSA, la vaca lechera estatal que proporciona dinero al régimen, sumaron 124,7 mil millones de dólares en 2011, de los cuales una quinta parte fue al Estado en forma de impuestos y regalías, y otra cuarta parte se destinó directamente a una panoplia de programas sociales. Este tipo de gestión produce pésimas finanzas, razón por la cual la empresa precisa recurrir al endeudamiento para financiar sus gastos básicos de capital, y hiere la productividad, pero sigue siendo crucial para el régimen y la izquierda latinoamericana. El financiamiento de los programas sociales en el país y los envíos de petróleo subsidiado al extranjero, así como la entrega de dinero a varias entidades foráneas, son en buena parte lo que hace de Caracas el epicentro de la izquierda. En consecuencia, el apoyo que Maduro disfruta de Cuba y el dinero con que cuenta compensan su falta de liderazgo. 

Aunque la debacle económica de Venezuela ha tenido un efecto debilitante sobre el sistema antes descrito, al igual que la mala salud de Chávez, China ha ayudado a mitigar el impacto. El Banco de Desarrollo de China y el Banco Industrial y Comercial de China han prestado a Caracas 38 mil millones de dólares para financiar algunos programas sociales, un poco de gasto en infraestructura, y compras de productos y servicios chinos. Otros 40 mil millones han sido prometidos para financiar parte de los gastos de capital necesarios para mantener el flujo de petróleo comprometido con Beijing. El oxígeno proporcionado por Beijing otorga a Caracas cierta capacidad para engrasar la maquinaria regional a pesar de la crisis interna.

No obstante el apoyo de Cuba a Maduro y el dinero del petróleo, seguirá habiendo una especie de vacío en la cima de la izquierda latinoamericana después que el vicepresidente le tome la posta a Chávez de manera permanente (suponiendo que sea capaz de consolidar su propio poder internamente y defenderse de sus rivales militares). Otros líderes latinoamericanos verán claramente un vacío por lo menos para ampliar su papel si no pueden liderar del todo a la izquierda.

Fin parte 1, continuara…

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