Por Joaquín Chaffardet, 09/02/2013
Hay personas que nacen con espíritu de saltimbanquis. La Real
Academia Española define “saltimbanqui” de la siguiente manera: Persona que
realiza saltos y ejercicios acrobáticos, generalmente en espectáculos al aire
libre. Pero los saltimbanquis de la política no suelen dar sus saltos y
ejercicios acrobáticos “al aire libre”, sino más bien en la penumbra. Salen al
aire libre cuando ya han recibido la paga necesaria para dar el salto, que
suelen creer espectacular, acompañado de piruetas para justificar su conducta.
El saltimbanquismo es un estado mental peligroso porque siempre lleva
implícitas la deslealtad y la traición.
Es así como oyendo a William Ojeda en el día de ayer en la
asamblea nazi-onal dándose golpes de pecho, reptando ante la jauría chavista, lamiéndole
las bolas a Diosdado Cabello, me vino a la memoria el día en que hablé por
segunda y última vez con este personajillo de la picaresca petareña.
Un día de 1999 o 2000, no recuerdo exactamente el mes, recibí la
llamada de un amigo abogado [llamemóslo Francisco], quien luego de pasearse por
varias toldas políticas, para fortuna suya y alegría de su bolsillo, había
terminado en el MVR. Francisco me dijo que él y un amigo suyo querían conversar
conmigo para que “los asesorara”. Al día siguiente Francisco se presentó en mi
casa acompañado del saltimbanqui objeto de estos recuerdos, es decir de William
Ojeda. Por primera vez supe de la existencia de éste personajillo por el
panfleto que había escrito titulado ¿Cuánto Vale un Juez? y lo conocí posteriormente
cuando me entrevistó en un programa que tenía en la contrarrevolucionaria y
burguesa Radio Caracas Radio.
Pasamos a desayunarnos mientras me mordía la curiosidad por saber
en qué podría yo “asesorar” a unos chavistas como no fuera aconsejarles que
abandonaran esa pandilla de malandros. Una vez instalados fueron directamente
al grano: ellos estaban trabajando para tomar control de la dirección regional
del MVR en el estado Miranda. Según ellos yo tenía experiencia en la política
interna de los partidos por mis largos años de militancia en COPEI y deseaban
que los ayudara con mi “experimentado” consejo en sus planes.
Lo primero que les dije es que una cosa era el COPEI en que yo
había pasado mi vida, un partido democrático, y otra cosa era ese “saco de gatos”
en el que además solamente se imponía la voluntad del Iluminado de Sabaneta. Y
además en COPEI fueron más las derrotas que las victorias en que participé, así
que no pensaba que mi “consejo” les sería muy útil.
Tras una hora de conversación caímos en el caso de los hermanos
Rojas Pérez, perseguidos por instigación del coronel Luis Alfonso Dávila. Al
salir a relucir Dávila, el ahora chavista reencauchado William Ojeda, comenzó
por decir que en el partido había mucha molestia y sorpresa por el nombramiento
del Coronel Dávila como presidente del Congreso y ministro. Le pregunté que a
qué obedecía la molestia y se explayó en explicaciones. Me dijo que para
entender la molestia había que conocer los antecedentes. Entonces comenzó a
contarme que Chávez había estado viviendo intermitentemente en la casa de
Janeth Madrid. Que Janeth Madrid era una drogadicta que organizaba en su
residencia grandes saraos, que a veces se convertían en bacanales, en los que
rodaba la cocaína y la marihuana sin límites y que entre los asiduos
participantes en esas reuniones se encontraban tanto Chávez, antes de ser
presidente, como Dávila. Pero que eso no era lo más grave. Lo más grave, según
Ojeda, lo que le resultaba inexplicable a muchos en el MVR y a él en
particular, era el hecho de que Chávez había puesto a su hija (no recuerdo cuál
de ellas) a vivir en la casa de Janeth Madrid. Que como resultado de esa
situación la menor hija de Chávez había quedado embarazada del Coronel Luis
Alfonso Dávila. Que no podía explicarse cómo Chávez podía tener confianza en el
hombre que había abusado de su menor hija. Viendo mi sorpresa trató de remendar
el capote y fue peor: me dijo que él explicaba la conducta de Chávez frente a
Dávila porque su cultura era de provincianos para quienes tal cosa, el embarazo
de una hija en esas circunstancias, no era algo grave, que esa era la cultura
propia de los venezolanos del interior. No sé si esa versión de Ojeda será
cierta o no, al fin es asunto familiar que no es de interés público, lo traigo
a colación para que vean lo peligrosos que son estos bipolares.
Tiempo después de ver a Ojeda “protestando” en La Habana contra el
régimen de Fidel Castro y ahora apoya al régimen colonizador cubano,
abandonando al PSUV y fundando un parapeto llamado Un Solo Pueblo, disolviendo
ese parapeto y pasándose a Un Nuevo Tiempo, dando un nuevo salto atrás de UNT
al chavismo, he llegado al convencimiento de que este sujeto es un
desequilibrado mental. Ahora ya Chávez no es un interiorano cabrón, ahora es el
corazón de sus dislates, Cabello a quien con vehemencia acusaba de ladrón ahora
le parece un héroe que tiene ganado un puesto en el Panteón Nacional o en la
misma rampa de patinetas donde esperan a Chávez.
La verdad es que Ojeda no es solamente un saltimbanqui sino que
además es el enano del circo y a la vez un gigante en desvergüenza que tiene
que conformarse con que una diputada del PSUV lo interrumpiera en su
intervención y le dijera “…le digo una cosa camarada William Ojeda, decían
aquí, desde la bancada de la oposición le dicen que usted era un jala metras,
yo le digo sí, usted es un jala metras, pero prefiero que sea un jalabolas del
presidente Chávez y no del imperio, que no seamos caballeteras (¿?) y serviles
del imperio gringo…” Bueno William Ojeda, ya sabes eres un jalabolas pero
jalabolas del Iluminado lo que te hace honorable y un orgullo para tu familia.
Y si lo que me contaste es falso pídele perdón a Chávez, a Dávila y a la hija
del Iluminado.
Y para terminar me permito decirle a Ojeda que ésta es su
oportunidad de hacerse famoso: escribe tus memorias y ponle por título ¿Cuánto
Vale un Diputado? sería un éxito editorial, te lo aseguro.
Jchaffardet@gmail.com
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