Fernando Mires 15 de febrero de 2013
Ya he perdido toda esperanza. Es más
fácil conversar acerca de tolerancia con un talibán que discutir de política
con algún ideólogo latinoamericano de la "nueva izquierda". Y, sin
embargo, hay que seguir haciéndolo, aunque sea para denunciar los excesos
ideológicos en los que incurren.
Probablemente Marco Aurelio García no
se entiende a sí como ideólogo del "socialismo del siglo XXl", pero
leyendo su artículo titulado "Los
desafíos de los gobiernos" no hay más alternativa que alinearlo
en esa tendencia, entre otras cosas, porque ahí subscribe punto por punto la
doctrina de legitimación de las autocracias y neodictaduras sudamericanas.
Según MAG, las izquierdas
sudamericanas, particularmente las del Cono Sur, fueron afectadas política,
organizacional y militarmente por las dictaduras que asolaron esa región. Lo
que no dice MAG es que esas dictaduras no sólo fueron ejercidas en contra de
las izquierdas. Víctimas de ellas fueron otros sectores democráticos, no
siempre de izquierda, como ocurrió en Uruguay y en Chile. Tampoco dice MAG que
los comunistas argentinos (imagino que también son de izquierda) apoyaron la
dictadura de Videla siguiendo ordenes de la URSS. Calla también MAG cuando
oculta que un gran sector del peronismo, particularmente fracciones montoneras,
apoyó a Galtieri durante la guerra de las Malvinas. Igualmente calla cuando no
dice que los Tupamaros uruguayos y otras organizaciones similares apoyadas por
Cuba, posibilitaron la salida militar en diversos países del continente.
Nadie niega, por supuesto, que los
sectores más afectados por la represión militar éramos de alguna izquierda.
Pero reducir el drama padecido a la contradicción izquierda- dictadura, es
faltar a la verdad. Prueba es que los pilares de la lucha ant-idictatorial no
estuvieron centrados en las izquierdas, aunque ellas participaron en los
bloques de restauración democrática que tuvieron lugar.
Para hablar con ejemplos: Si las
Madres de la Plaza de Mayo tuvieron repercusión mundial no fue porque eran de
izquierda sino porque eran madres. Y si gran parte de la lucha democrática de
los chilenos reposó sobre la Iglesia Católica, no fue porque el Cardenal Silva
Henríquez hubiera sido un personaje de izquierda.
Ni en Brasil, ni en Argentina, ni en
Chile, ni en Uruguay, ni en Paraguay, ni en Bolivia, los primeros gobiernos
democráticos post-dictatoriales fueron de izquierda. Pero tampoco, en sentido
estricto, fueron de derechas. Fueron formaciones centristas orientadas a
facilitar el retorno de usos democráticos y el retiro de los militares a sus
cuarteles. De tal modo que el auge de la izquierda debe ser entendido como un
fenómeno post-transición, pero no post-dictatorial. Adjudicar a los gobiernos
post-dictatoriales un carácter neo-liberal sólo porque no practicaron programas
estatistas, es un abuso ideológico de enormes proporciones.
Ahora, el periodo post- transición
tuvo lugar en el marco histórico determinado por el fin de la Guerra Fría,
hecho que MAG calla. Si no hubiera callado habría tenido que aceptar que la intervención
militar no ocurrió sólo para proteger a los "ricos" de la derecha en
contra de los "pobres" de la izquierda, sino porque gran parte de esa
izquierda obedecía directrices internacionales contrarias a las que primaban en
el espacio político occidental.
Hasta aquí la prehistoria. Lo central
es que para MAG, el gran mérito de la "nueva izquierda gubernamental
latinoamericana” (la del socialismo del siglo XXl) fue el de subvertir los
programas neo-liberales puestos en prácticas durante el periodo de transición.
Acerca de que es lo que entiende MAG
por neo-liberalismo, es un misterio. Misterio sólo descifrable si entendemos
que es lo que significa "neo-liberalismo" para gente como MAG. Para
decirlo en clave de síntesis, neo-liberalismo es para ellos todo lo que no es
estatista. La izquierda latinoamericana en la visión de MAG no se define como
lo hicieron las primeras izquierdas por su posición a favor de la democracia,
de la clase obrera, por su laicismo o por la libertad de pensamiento. Izquierda
es para ellos estatismo; y punto.
En ningún momento se les pasa por la
cabeza a ideólogos como MAG que el estatismo puede ser mucho más opresivo que
una economía liberal políticamente regulada. Tampoco se les ha ocurrido que el
estatismo pueda llevar a la práctica una economía neo-liberal. Cuba, en ese
sentido, es un gran ejemplo. En ningún país del continente los derechos de las
organizaciones obreras han sido más violados que en Cuba. Venezuela es un caso
parecido. Después de catorce años de vida autocrática, los otrora poderosos
sindicatos obreros han sido desmantelados por el gobierno militar chavista.
Pero como esos gobiernos son para MAG "de izquierda" quedan a salvo
de toda crítica.
A fin de fortalecer su visión de una
nueva izquierda anti-neo-liberal redentora, MAG intenta imponer una visión
maniquea de la historia reciente. Citemos:
"La hegemonía de las ideas
neoliberales en el plano económico durante el período de transición a la
democracia proyectó personajes funestos como Carlos Menem en Argentina, Collor
de Mello en Brasil, Sánchez de Lozada en Bolivia, figuras centrales de un
movimiento del que también formaban parte Salinas de Gortari en México y Vargas
Llosa o Fujimori en Perú".
En otras palabras, MAG toma a todos
los gobiernos que no son de su agrado y los mete en el saco del
neo-liberalismo. ¿Pero por qué Menem y no Kirchner? ¿No eran del mismo partido?
¿Dónde está el discurso de Kirchner en contra de Menem? ¿No son seguidores de
Cristina muchos menenistas de antaño?
Si MAG analizara la política europea,
hasta Berlusconi podría ser de izquierda: ¿No se ha pronunciado recientemente
en contra del "neo-liberalismo" alemán?¿No levanta Berlusconi la
bandera de las libertades sexuales en contra del Vaticano?
Hasta tal punto llega la alienación
ideológica de MAG que para él Fujimori y Vargas Llosa son lo mismo, no
importando que el segundo se haya pronunciado en contra de todos los regímenes
dictatoriales del mundo (y MAG en contra de ninguno) y el primero haya sido
portador de una autocracia militarista y populista muy parecida a la que ejerce
el chavismo en Venezuela.
MAG, siguiendo esa tradición
economicista que caracteriza a la política latinoamericana (de izquierda y
derecha) sólo conoce un límite: El neo-liberalismo. Todo lo que no es
neo-liberal (estatista) es de izquierda, incluyendo a las FARC a los que alude
con el hipócrita eufemismo de "importante insurgencia rural". En
palabras de MAG:
“A pesar de esas diferencias, algunos
elementos programáticos estuvieron presentes, con distintos enfoques y perspectivas,
en las luchas y movimientos de los distintos países: 1) énfasis en las
cuestiones sociales (combate a la pobreza, la exclusión y las desigualdades),
2) democratización del Estado y participación social, 3) defensa de la
soberanía nacional e 4) integración sudamericana y latinoamericana capaz de
garantizar a la región un lugar en un mundo que vivía (y vive) una intensa y
acelerada transformación”.
¿De dónde saca MAG que estamos frente
a una nueva versión de la izquierda latinoamericana que sustituye una hegemonía
de las derechas que casi nunca ha habido? En su propio país, Brasil, el lulismo
no surgió de la nada. Desde Getulio Vargas, pasando por Joao Goulart, siguiendo
por F. H. Cardoso, las tradiciones predominantes han sido de centro izquierda.
Lo mismo ocurre en el Perú, donde un Humala recoge antiguas banderas del APRA.
O en la Bolivia de Evo Morales cuyo gobierno sólo puede entenderse de acuerdo a
las tradiciones iniciadas por el MNR, y así sucesivamente.
En la gran mayoría de los países
latinoamericanos, el tronco grueso de la política ha sido siempre de
centro-izquierda, a veces de centro-derecha, nunca de izquierda-izquierda o de
derecha-derecha, como imagina, de modo abstruso, MAG
¿Y de qué defensa de la soberanía
nacional habla el ideólogo del Brasil? ¿Quién amenaza la soberanía continental
en estos momentos? ¿Rusia, China? ¿O es MAG otra viuda más del
"imperialismo norteamericano" con el cual Brasil ha practicado
siempre las más intensas relaciones, sobre todo en tiempos de Lula?
Tampoco la política social
latinoamericana ha comenzado con los gobiernos del ALBA ni con los
"nuevos" gobiernos de izquierda. Es, por el contrario, de muy larga
data. Mucho menos, la democratización del Estado a la que MAG hace mención, a
menos de entender por ella la creación de relaciones verticales entre
masa-Estado y líder, o el control del Poder Judicial por el Ejecutivo, o la
creación de partidos-estados, en fin, todas esas estructuras anti-democráticas
que caracterizan a la nueva izquierda latinoamericana cuando se apodera de las
palancas del poder.
SI MAG no estuviera tan alienado como
aparenta, podría darse cuenta de que los valores que defiende el gobierno
venezolano al cual ha amparado en todas sus múltiples violaciones
constitucionales, son los de las más rancias derechas del continente:
militarismo, culto irracional al líder, mistificación del pasado y,
recientemente, fanatismo religioso.
A la inversa, MAG podría también
advertir que en la oposición venezolana se encuentra el grueso de esa
centro-izquierda que dio origen no a un sistema neo-liberal (como el
neo-liberalismo de Estado que practica el chavismo) sino a un largo y estable
periodo de convivencia política anti-militarista, sobre cuya base, nunca sobre
su negación, deberán surgir los futuros proyectos de integración social. O
dicho así: las tradiciones de la izquierda venezolana, las que vienen de Rómulo
Betancourt y no de Fidel Castro, se encuentran en la oposición. No en los
cuarteles.
En breve: Estamos frente a un grave
caso de alienación ideológica. MAG, irremediablemente, sólo ve lo que su
estrecha ideología le permite. Y si gran parte de la realidad no cabe en esa
ideología, el problema estará siempre en la realidad. Así nos explicamos por
qué, bajo su funesta influencia, Brasil en la ONU sólo supo practicar la más
antipolítica abstención, protegiendo a regímenes tiránicos como Libia ayer,
Cuba y Siria hoy.
Con ese tipo de conducción, Brasil
solo será una potencia económica de "clase media". Una potencia
política, jamás.
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