Miguel Méndez Rodulfo, 22 de febrero de 2013
La
manera brutal como el mensaje de los personeros del gobierno es transmitido, en
esta hora aciaga para la República, en que opera subrepticiamente una
transición anunciada, pero que no ha sido investida de la formalidad legal que
requiere, obliga a la oposición a replantear su estrategia comunicacional para
dar respuesta a tan feroces ataques, de manera de dejar atrás una inacción que
comienza a señalársele desde diversos sectores de análisis político. A tal
efecto, los planteamientos contundentes, el lenguaje directo, el tono de la voz
y los ademanes enérgicos, de líderes como Antonio Ledezma, comienzan a ser la
respuesta que se espera desde el sector opositor. Por otra parte la lucha por
la verdad, entablada desde el sector estudiantil, es otra muestra de la
reacción que debemos dar cuando el gobierno intenta arrollarnos e intimidarnos.
La
búsqueda de la verdad y el desnudamiento de la mentira, deben ser actitudes
intransigentes que nos planten firmes frente a los atropellos y engaños del
gobierno, en boca de sus principales personeros. Hasta ahora la oposición ha
sido muy respetuosa, excesivamente diría yo, de las cifras que proporciona el
gobierno, incluso el BCV. Esto ha sido así a pesar de que la data es opaca, no
se puede auditar, no la validan fuentes independientes, no se muestran
estadísticas sino las que al gobierno le conviene. La producción petrolera es
un caso emblemático: el PODE, compendio de estadísticas del ministerio tiene
años de atraso, la OPEP, la Comisión Nacional de Energía de los EEUU y otros
organismos internacionales dicen que Venezuela produce alrededor de 2,3 MM b/d,
pero el gobierno con gran cinismo mantiene que nuestra producción alcanza los 3
millones de barriles diarios.
En
materia de desarrollo urbano y vivienda el manejo de las cifras en crucial
porque la gran mentira en que se sustenta la misión vivienda se materializa en
la construcción de edificaciones en sitios de alta exposición pública, para
crear la percepción de que se está construyendo en gran escala, y en unas
cantidades, o cifras engañosas, de viviendas que el gobierno dice que está
edificando. Considerando la proverbial opacidad de las cifras del gobierno, su
incapacidad manifiesta para producir logros, la preminencia de lo ideológico y
lo político por encima de lo técnico y lo científico, así como la proximidad de
los eventos electorales de 2012, mal se le podría dar alguna veracidad a las
cantidades de viviendas construidas que el gobierno dice que edificó. Por ello
es desconcertante que desde la oposición se tomen esas cifras que da el
gobierno como buenas y apenas se cuestione que muchas de ellas corresponden al
poder popular.
Asistí
a una presentación que hicieron especialistas del BCV sobre la metodología
utilizada para preparar las estadísticas de construcción de viviendas en el
país. A una pregunta mía uno de los especialistas reconoció que las cifras del
sector privado son auditadas por técnicos del instituto emisor para verificar
su autenticidad, pero esto mismo no ocurre con las cifras que proporcionan los
organismos públicos; éstas se toman de buena fe sin que el BCV las verifique.
Quiero
dejar sentado que, en mi opinión, el poder popular no ha construido viviendas
en los barrios populosos de las grandes ciudades del país; aunque sí lo ha
hecho selectivamente y con fines electorales, en caseríos y barrios periféricos
de ciudades intermedias. Por otra parte hay que dejar claro, cuando se
comunique, que la construcción masiva de viviendas para responder al
crecimiento de las grandes ciudades, debe orientarse hacia la periferia, para
no dejar la impresión de que la solución a esto puede darse dentro de las
poligonales urbanas.
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