Por Vladimiro Mujica, 21/02/2013
Por
insólito que parezca, el país amanece respirando aliviado por el regreso a
Caracas del Presidente Hugo Chávez. El retorno de la figura primariamente
responsable por crear las condiciones para que la democracia venezolana vaya
sucumbiendo lentamente ante una forma perniciosa de populismo autoritario ha
traído un tenso respiro a un país agobiado por la incertidumbre.
En la
lógica impuesta por el caos institucional, creado por la violación de la
Constitución Nacional que abrió la puerta a la usurpación bicéfala del
popularmente llamado Binomio de Oro Maduro/Cabello, las razones del alivio no
son difíciles de entender. Primeramente está la incapacidad supina del dúo
usurpador para ejercer el poder sin estropear el cuidadoso tinglado de
pseudo-normalidad al que nos tenía acostumbrado el Comandante-Presidente. No es
solamente la procacidad sin gracia del lenguaje de Maduro y Cabello, sino la
forma en que la disputa interna por el poder exhibía las costuras del gobierno
y estropeaba la puesta en escena normalmente cuidadosa de los actos
gubernamentales. Los episodios del manejo de la devaluación, el desfile del 4
de febrero y la acusación contra los diputados de Primero Justicia en la
Asamblea Nacional, son todos ejemplos de que el chavismo sin Chávez es una
ficción esencialmente porque los herederos no pueden ni saben calzar las botas
del líder.
Sin embargo, la imposibilidad del chavismo sin Chávez no debe ser
necesariamente interpretada como que la desaparición del líder se vaya a
traducir en el colapso del parapeto revolucionario. En realidad muy lejos de
eso. El interinato anti-constitucional de la usurpación ha verificado de manera
ejemplar la conseja popular de que siempre se puede estar peor, algo que en
nuestro caso se manifestó en el hecho de que los herederos tienen una visión
mucho más corrupta y destructiva que lo que la obra del Gran Jefe había
evidenciado hasta ahora. La sensación inescapable de que el país se precipitaba
hacia una situación de caos y violencia cada vez más difícil de contener, todo
ello acompañado de los efectos devastadores de la devaluación, se ha aminorado
de un modo perceptible con la noticia de que el Presidente está en Caracas.
Desafortunadamente el alivio que se percibe por el retorno de Chávez a
Venezuela no tiene ningún fundamento real en que vaya a ocurrir un cambio en la
política del chavismo hacia el resto del país. La misma intolerancia y los
mismos planes de avasallar y controlar a la sociedad siguen en pie, pero es
indudable que la presencia del Jefe va a controlar por un tiempo la batalla
interna por el poder que protagonizan El Ungido Maduro y quienes se le oponen.
El único elemento real y para nada despreciable es que la presencia del presidente
electo permite despejar el camino constitucional para la convocatoria a nuevas
elecciones, si es que Chávez no se recupera de su enfermedad y su ausencia es
declarada permanente, o para que asuma las riendas del gobierno si su salud se
lo permite. Dentro de un escenario muy malo esto despejaría un poco la
enrarecida atmósfera política del país.
El juego para las fuerzas de la alternativa democrática se presenta muy
complejo pero cargado de oportunidades por el retorno del Jefe. Parece
indispensable desmontar el espejismo de que el regreso de Chávez traerá ninguna
mejora real de las condiciones del país, excepto lo mencionado antes en
relación a despejar la incertidumbre sobre la usurpación de poderes y la
violación de la Constitución. Todo lo que ha estado mal continuará peor,
agravado por la grosera intromisión cubana, iraní, china y rusa en Venezuela
que no va a disminuir por el hecho del retorno del Jefe. La conducta alevosa y
traicionera para el futuro de la nación que involucra la entrega de soberanía a
las cuatro potencias líderes del proxenetismo internacional contra Venezuela no
debe ocupar un lugar menor en el discurso de la oposición. El caso más conocido
es por supuesto el cubano, pero el reciente caso de la entrega vergonzosa de la
prospección y explotación minera de Venezuela a las golosas manos chinas y
otros episodios donde están involucrados agentes rusos e iraníes conforman un
cuadro que debe ser ampliamente explotado en el discurso de la alternativa
democrática. Seguimos padeciendo la ausencia de una narrativa integrada que
combine denuncia con el sueño de la Venezuela posible, pero nuevamente tenemos
una oportunidad de articular este discurso con la realidad de la gente.
Explicar en el exterior lo que está ocurriendo en Venezuela es una tarea
increíblemente difícil, entre otras cosas porque la situación tiene tal
profusión de elementos surrealistas que hay que recurrir a imágenes y analogías
que parecían enterradas en la historia. Pero es indispensable mantener este
esfuerzo en conjunción con lo que se haga en Venezuela, porque en algún momento
la persistencia y la disciplina de la denuncia llegarán a penetrar la coraza de
desconcierto de la gente y a convencer a muchos de que el realismo mágico
tropical, que permite el secuestro del Presidente en La Habana por más de dos
meses, no es una travesura de estas tierras sino algo que tiene consecuencias
dramáticas sobre millones de personas que viven con la vida en un hilo.
Ya que la oposición ha precisado en que venimos errando, como se
desprende del documento público de al MUD, es indispensable traducir esa
reflexión en actos concretos que no dejen que nuevamente se escape otra
oportunidad que el regreso del Jefe nos está deparando.
Vladimiro Mujica es miembro de la ONG Compromiso Ciudadano
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