Por Ronny Padrón, 06/02/2013
Así como se lee. La ausencia de un Poder Electoral
que goce de credibilidad a los ojos de todos los venezolanos, es a nuestro
criterio una de las grandes causas que explican el actual estado de cosas.
Los
comicios regionales y nacionales de 1998 constituyen a criterio de muchos
venezolanos los últimos eventos electorales donde se contó con un árbitro
comicial digno de credibilidad para tirios y troyanos, año en que resultó
electo el teniente coronel Hugo Chávez, ello en contra de la partidocracia
gobernante. Dicho triunfo nadie lo objetó.
Pero
en lo adelante, no ha habido evento electoral sea nacional, regional, municipal,
o gremial, que regido por el Consejo Nacional Electoral (CNE) no sea objeto de
fundadas críticas en torno a la igualdad, confiabilidad, imparcialidad,
transparencia y eficiencia en tal gestión. Y considerando que conforme al texto
constitucional Venezuela es un país democrático cuyas autoridades políticas
(Poder Ejecutivo y Poder Legislativo) deben designarse por votaciones libres,
universales, directas y secretas, lo que a sus vez deriva en la selección de
los restantes órganos del Poder Público, resulta fácil colegir la necesidad de
un árbitro electoral de plena credibilidad para mantener la paz social.
Cuando
en lugar de un Consejo Nacional Electoral confiable para todos, se tiene un
Poder Electoral con credibilidad para solo un sector de la población, tienen
lugar fenómenos electorales tales como una masiva participación comicial
seguida de eventos electorales con abstención mayoritaria, situación vista en
Venezuela por vez primera a partir del referendo revocatorio del 15 de agosto
de 2004 reiterada al tiempo presente.
Pero
no solamente los fenómenos comiciales constituyen la consecuencia única de la
falta de credibilidad en el Poder Electoral. De allí deriva también la perenne
inestabilidad sociopolítica sello característico de todo socialismo cuando es
gobierno y este de Venezuela no iba a ser la excepción, ello en la medida de
que esta ideología política resulta siempre inviable y solo se sostiene en
gobierno mediante el fraude y la fuerza militar.
Es así
como la mayoría nacional mira con desdén la tratativa de un CNE que
entienden cómplice del proceso de destrucción llevado a cabo por el
socialismo en gobierno, de allí que siga siendo la participación
electoral la gran duda de todo evento comicial en Venezuela.
Considerando
que la desinstitucionalización del país tiene hoy como colofón la instalación
de una junta de gobierno en funciones a partir del pasado 10 de enero, lo que
avizora sin dudas la profundización de la crisis nacional sea en dirección a
una silente esclavitud o bien la violencia política por la liberación nacional,
estimamos por demás plausible optar por el camino de la concordia nacional
mediante la recuperación de cuando menos uno de los órganos del Poder Público,
el Poder Electoral.
Conforme
a la Carta Magna, el próximo 28 de abril a tres de los cinco rectores del CNE
socialista se les vence su periodo de 7 años. Oportunidad inmejorable para dar
inicio a un proceso de restauración constitucional que por complejo deberíamos
comenzar desde ya.
La
conformación de un Consejo Nacional Electoral atendiendo a la Carta Magna y no
a los intereses del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) nos brindaría
a los venezolanos la real oportunidad de volver convivir pacíficamente a pesar
de nuestras lógicas diferencias, en el marco del Estado Democrático y Social de
Derecho y de Justicia contemplado en la Carta Magna, valiéndonos del diálogo y
el entendimiento en pro de la paz y el bien común. ORA y LABORA.
Nos llegó por correo electrónico
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