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jueves, 14 de febrero de 2013

Quien maneja los hilos es Cuba


Editorial de analítica.com, 13/02/2013

Si queremos recuperar una verdadera democracia para nuestro país debemos exigir no sólo un CNE independiente que refleje la real correlación de fuerzas sino sacar a los cubanos del control del registro y de la identificación nacional, no hacerlo es legitimar el disfraz democrático de uno de los más férreos totalitarismos que subsisten en el planeta
El que no se haya dado cuenta de que quien maneja los hilos en Venezuela es Cuba, o es sordo y ciego, o no quiere ni ver ni oír. Se comporta como el avestruz que esconde la cabeza bajo tierra cuando presiente el peligro.
Raúl Castro es un estratega de largo alcance, es metódico y tiene paciencia y no es histriónico como su hermano mayor. Su capacidad organizativa ha sido el factor fundamental para mantener en equilibrio precario la isla después de que los soviéticos le quitaron el oxígeno financiero. El controla las organizaciones más eficientes cubanas como lo son las fuerzas armadas y el servicio de inteligencia al que Brian Lattel, experto norteamericano en el tema, no dudó un instante en calificar como uno de los mejores servicios de inteligencia y contra-inteligencia a nivel mundial.

En nuestro país quienes salvaron a Chávez y al régimen fueron los cubanos, cuando le sugirieron la creación de las misiones en 2003. Luego en agradecimiento y en reconocimiento, ya que sin ellos no era posible atornillarse en el poder, le pagaron por sus servicios la impresionante cantidad de 150.000 barriles de petróleo diarios y le cedieron las riendas del sistema de identificación nacional, piedra angular para el control de todos los ciudadanos de nuestro país.

Son muchos expertos calificados quienes opinan, con argumentos sustentados, que el registro electoral está inflado y que en realidad hay menos electores que la cifra ofrecida por el CNE. Por alguna razón el máximo organismo electoral nunca ha permitido una auditoría a fondo de todos los datos del RE, en la que debe constar no sólo el nombre y apellido y número de cédula de identidad sino, lo más importante, lugar donde habita el elector.

Es evidente que en la época actual es necesario mantener un cierto grado de apariencia democrática y por ello el régimen se vanagloria de haber realizado, casi todos los años elecciones, pero ¿quién ha certificado la pulcritud del proceso? En cierta medida la responsabilidad recae en una oposición organizada que no ha querido o no ha podido ver que el verdadero rostro detrás del gobierno no es otro que el del consumado totalitarismo cubano disfrazado de democracia electorera.

Si queremos recuperar una verdadera democracia para nuestro país debemos exigir no sólo un CNE independiente que refleje la real correlación de fuerzas sino sacar a los cubanos del control del registro y de la identificación nacional, no hacerlo es legitimar el disfraz democrático de uno de los más férreos totalitarismos que subsisten en el planeta.

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