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martes, 13 de agosto de 2013

Nación errática y errante


Cuando me plantearon la posibilidad de escribir para este medio informativo, me pareció una estupenda oportunidad para expresar y compartir, parte de la realidad de quienes por una razón o por otra, vivimos la Venezuela del exilio. Esa que vivieron nuestros abuelos o nuestros padres y que creímos impensable en nuestro diario devenir.

Por Idania Chirinos F., Periodista, 09/08/2013
@idaniachirinos

Alejados geográficamente, intentando construir una vida que sentimos prestada y no propia. Atados, a ese invisible cordón umbilical que no vemos, pero sabemos presente. Ese cordón que recorre kilómetros y atraviesa océanos, valles, cordilleras, llanuras y nos mantiene en contacto absoluto con nuestra realidad: la realidad de Venezuela. El país donde nacimos, donde crecimos, donde soñamos, donde tuvimos nuestros hijos… ¡El único país que tenemos y el único al cual queremos pertenecer! Si algo nos ha enseñado esta etapa de nuestra historia, es el concepto de Patria. Lo hemos aprendido con llanto y con nostalgia, con eso que los brasileños llaman ‘saudade’ y que traduce ‘melancolía’. La Patria, con P mayúscula, es mucho más que esa arenga revolucionaria y diaria que los bolivarianos utilizan como permiso concedido -aunque no sepamos por quien- para maltratar, humillar, perseguir, calumniar, encarcelar ¡a quienes no pensamos como ellos! Patria, con P mayúscula, en algo intangible e inexplicable como inexplicable e intangible es el concepto de alma, lugar donde se aloja esa Patria con P mayúscula, que todos aquellos que hoy vivimos fuera, ¡aprendimos que existe!

Entre todas, dos características podrían identificar a quienes hoy, vivimos territorialmente lejos. Nos convertimos en devoradores insaciables de toda noticia que nos hable de Venezuela. Quizás, albergando la esperanza que algún titular nos devuelva el país ¡que alguna vez tuvimos! El país de cielo amplio y acogedor, de puertas abiertas que a todos recibía y a todos invitaba, el de la sonrisa fraterna y el abrazo solidario. ¡El país de todos! Tan distinto y tan distante de la Venezuela de hoy. La Venezuela que nos deja… el ‘Comandante supremo’… ¡La Venezuela del odio y del apartheid! La de la lucha de clases, la de pasiones extremas y revanchistas. La Venezuela egoísta y fracturada en su mejor anhelo: ¡Convertirse en una nación monolítica y progresista, producto de la suma de todas sus voluntades!

Somos una nación errática y errante y aunque no tenemos una data confiable y mucho menos oficial, de cuantos venezolanos viven hoy en el exterior, tenemos la certeza que son muchísimos más, de lo que alguna vez pudimos pensar o desear. ¡Lo dice el corazón y las cientos de despedidas que hemos tenido que vivir y presenciar! Sin embargo, algunas cifras despejan dudas (para quienes aun puedan tenerlas). En Colombia, la presencia de venezolanos ha ido ‘in crescendo’. En 2004 se entregaban dos visas por semana. En 2010, aumentó el número a 162. En 2011 se entregaron hasta 46 cédulas de extranjería por día y, en 2012, se entregaron más visas a venezolanos en Colombia, que el promedio de los últimos 10 años anteriores. En Panamá, según cifras oficiales de 2010, más de 150 establecimientos comerciales pertenecían a venezolanos. Hoy, ¡la cifra se ha triplicado! Europa no nos es ajena y se dice que en España hay más de 5.000 de nuestros médicos ya registrados y trabajando.

En Miami, hasta un alcalde fue elegido con el voto venezolano en la ciudad de Doral y ni hablar del talento petrolero que aumenta la producción de grandes compañías en el Oriente Medio. Poco a poco comenzamos a entender el significado de la palabra ”diáspora“, que no es otro que ”la dispersión de grupos étnicos o religiosos que han abandonado su lugar de origen y que se encuentran repartidos por el mundo, viviendo entre personas que no son de su condición”. Ya se habla de la diáspora venezolana como una vez se habló de la diáspora judía.

Todo este movimiento migratorio que a los venezolanos nos era ajeno, hasta hace 15 años atrás, conlleva a la segunda característica que como grupo en el exilio nos puede identificar: ¡La tristeza constante por la separación familiar! Hoy, los padres y los hijos amanecen en latitudes diferentes. Los abuelos ven pasar los días sin el abrazo de los nietos. Los hermanos se añoran. Los sobrinos encuentran tíos que la vida regala.

Como alguien me dijo, los expatriados somos como un rompecabezas al que siempre le falta una pieza: ¡Lo que dejamos atrás!

http://www.venezuelaaldia.com/2013/08/nacion-erratica-y-errante/

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