Oscar Bastidas Delgado
Las cooperativas falsas y de
maletín si deberían ser anuladas por Sunacoop luego de obligarlas a pagar
impuestos y multas
Nuestro cooperativismo es
una herramienta organizacional constituida y dirigida por ciudadanos con
nombres y apellidos que han asumido el reto de enfrentar sus problemas mediante
cooperativas, gracias a la doble condición Asociación–Empresas que
poseen y le conceden ventajas sobre otras organizaciones.
La crisis endógena del país,
particularmente en cuanto a valores y la estanflación, afecta seriamente
nuestro movimiento, retroceso en la producción con inflación superior al 200%
no la soporta cooperativa alguna y menos si ahora se suma el pago de
impuestos. A esta crisis no se le ve fin y… ¡lo que viene será peor!,
nuestro reto es cabalgarla, garantizar la sobrevivencia de nuestras
cooperativas y, en paralelo, profundizar nuestro anclaje en las comunidades
buscando también generaciones de relevo.
En nuestro movimiento se
imponen creatividad e innovación, formarnos; solo sortearemos esta crisis en la
medida en que estudiemos y comprendamos las causas de esta triste realidad, en
la medida en que nos compenetremos con la necesidad de cambios y nos armemos
con herramientas apropiadas, resolvamos confusiones y contradicciones,
reafirmemos nuestra condición democrática y autogestionaria impulsando la
intercooperación y la integración; en fin, en la medida en definamos
nuestra identidad como movimiento nacional y actuemos en consecuencia.
Un aspecto clave es
establecer linderos en nuestras relaciones con el Estado. Demasiado
daño nos hizo su impulso a la constitución de 413.000 cooperativas de las que
no menos de 390.000 están en el Cementerio de cooperativas más grande del mundo; sigue
haciéndonos daños el nombramiento de funcionarios con el solo mérito de
pertenecer a la Misión Francisco de Miranda; funcionarios que desconocen el
cooperativismo y califican como cooperativa a la Universidad Santa María, y
meten nuestras cooperativas en el mismo saco de las falsas y de maletín que
negocian contratos jugosos con PDVSA y otras empresas públicas. Esas
falsas y de maletín si deberían ser anuladas por Sunacoop luego de obligarlas a
pagar impuestos y multas.
1.- Educación, formación
para el trabajo e información
Este principio, hoy en
revisión junto a los otros, afirma que:
“Las cooperativas
proporcionan educación y formación a los asociados, a los representantes
elegidos, a los directivos y a los empleados para que puedan contribuir de
forma eficaz al desarrollo de sus cooperativas. Informan al gran público,
especialmente a los jóvenes y a los líderes de opinión, de la naturaleza y
beneficios de la cooperación”.
Si lo unimos al
del Interés por las Comunidades, estamos obligados a llevar cooperativismo
a la sociedad, adoptar la enseñanza del cooperativismo en las escuelas y liceos
más cercanos y que lleve a maestros, niños y jóvenes el mensaje cooperativo
bajo esquemas de Responsabilidad Social Cooperativa (RSCoop).
En nuestro movimiento muchos
reconocemos que los problemas se resuelven con base en lo formativo pero un
asunto es pensarlo y otro es hacerlo. Nuestras actividades educativas, no
se diseñan sobre diagnósticos de necesidades formativas de directivos y
asociados, se formulan sobre caprichos y relaciones amistosas, con prioridad a
lo barato y no a la calidad, son repetitivas, de poco alcance, puntuales y sin
seguimientos.
¿Hasta cuándo “estamos
preparando la asamblea” será excusa para posponer hasta julio el inicio de
las actividades formativas? Cooperativa que no realice sus asambleas en el
primer trimestre es porque tiene directivos irresponsables. Si quienes
preparan las asambleas son los mismos de educación, que reconozcan su incapacidad
y concedan paso a otros; lo contrario es correr el riesgo de convertir esa
cooperativa en falsa.
2.- Hacia una reingeniería
de las unidades de educación
Las unidades de educación
deben ser el epicentro de las transformaciones; por ello se debe actuar con
buen sentido de orientación e innovación, y la intercooperación y la
integración como los procesos idóneos para impulsar la educación con economías
de escalas. Esfuerzos aislados son despilfarro de recursos y pérdida de
sinergias, debemos unirlos ante:
1.- Necesidades formativas
apremiantes de asociados y trabajadores;
2.- Comunidades que
constituirán las generaciones de relevo y hacia las cuales debemos desarrollar
Responsabilidad Social Cooperativa (RSCoop); y
3.- Un país que reclama
valores y principios.
En lo inmediato apretemos
aquellas tuercas del sistema educativo cooperativo que dependen de nosotros e
iniciemos una reingeniería de las unidades de educación; al respecto
deberíamos:
1.- Retomar aquella
práctica de Ceconave y algunas centrales de realizar Asambleas
Anuales de Educación entre septiembre y octubre en las que se apruebe
el Plan de Actividades Formativas y de Capacitación del año siguiente
considerando un diagnóstico de necesidades formativas y la disponibilidad del Fondo
de Educación. Una asamblea ordinaria puede establecerlas sin necesidad
modificar el estatuto.
2.- Formar equipos de
facilitadores que induzcan y fortalezcan los preceptos cooperativos entre los
asociados, y apoyen la difusión del cooperativismo en las comunidades. Toda
cooperativa debe establecer que quienes aspiren a ingresar en ellas reciban
un Curso de Inducción.
3.- Impulsar la
promoción cooperativa sin temor a relacionar este proceso con sus productos y
servicios, ¿porqué no hablar de nuestros servicios funerarios y los de salud o
consumo si las comunidades tienen esas necesidades?
4.- Recuperar la figura
de los aprendices como fórmula idónea de convertir nuestras cooperativas en
escuelas permanentes. En esta idea impulsar las pasantías de hijos de asociados
y otros jóvenes, así como potenciales trabajadores para prepararlos y realizar
una mejor selección; esto amerita un mínimo de sistematización y tutorías.
5.- Establecer alianzas
con universidades e institutos, sus enseñanzas e investigaciones son claves
para nuestros procesos formativos; encerrarse en el círculo vicioso de nuestros
propios conocimientos creyéndonos autosuficientes frena necesarias aperturas y
desarrollos. Los casos exitosos de cooperativismo en nuestro país son frutos de
conocimientos universitarios y de seminarios de algunos de sus actores aunque
ellos lo escondan.
6.- Aprender, ¡no
copiarnos!, de experiencias de otros países. El auto-ostracismo en asuntos
formativos es germen de nuestra propia destrucción.
7.- Constituir centros
documentales y videotecas con los documentos básicos de la cooperativa
(estatuto, reglamentos e informes anuales), la Constitución Nacional,
la LEAC, libros y documentos sobre Economía Social y
cooperativismo. Quienes asistan a procesos formativos deben replicar las reflexiones
y aportes recibidos a los compañeros que no asistieron y entregar los
documentos y CDs recibidos al Centro documental.
3.- Una apertura al País.
Cooperativismo en los programas formales y cooperativas escolares
La trascendencia de nuestro
movimiento pasa por no olvidar que venimos de las comunidades y que de ellas
saldrán las generaciones de relevo que garantizarán su futuro. Siendo así,
¿porqué no formular planes para niños y jóvenes?, planes que los involucre en
las tres áreas básicas de la Responsabilidad Social
Cooperativa (RSCoop), a saber:
1.- La cooperativa
misma mediante visitas y pasantías puntuales o en épocas vacacionales, en la
idea de practicar cooperativismo, construir solidaridad, y prepararlos para el
futuro ya que la cooperativa es su potencial lugar de desarrollo y trabajo.
2.- Lo societal o el
entorno de la cooperativa a partir de un mapeo de las organizaciones aledañas
con miras a impulsar un voluntariado que apoye las soluciones a sus problemas
con la educación como soporte. Toda cooperativa debería apadrinar la escuela
más cercana y apoyar otras organizaciones como guarderías, ancianatos, y
hospitales.
3.- Lo ambiental, todo
cooperativista debe defender el ambiente en la idea de preservarlo para
generaciones futuras bajo esquemas de desarrollo sustentable.
La trascendencia de nuestro
movimiento será mayor en la medida en que insertemos nuestros valores,
principios y acciones en la estructura medular de la educación formal del país.
En ese sentido debemos
exigir la re-inclusión del cooperativismo y sus prácticas en los programas de
enseñanza de la educación primaria y secundaria en las áreas de formación para
el trabajo y trabajo comunitario del Ministerio de Educación. Al respecto,
apoyemos la iniciativa de la compañera profesora Grecia Rivas, de la Central Cooperativa de Falcón (Cecofal),
que intenta formular una propuesta en ese sentido, enviémosle ideas y
referencias para como apoyo.
Pero atención, no es
suficiente con que esos contenidos en los programas; a Dios rogando y con
el mazo dando: debe acompañarlos con la puesta en marcha de cooperativas
escolares, de esas que se iniciaron en nuestro país en los 40’s y cuyo impulso
ha sido tan buscado por compañeros como José Elías Thielen, hoy fallecido,
y Carlos Molina Camacho, muy activo en todo
lo que al movimiento se refiere.
No olvidemos jamás que todo
proceso formativo parte del dominio de la lectura, la escritura y la educación
formal, acá aplaudimos al cooperativismo colombiano que destina un porcentaje
de sus excedentes para que sus asociados culminen sus estudios de primaria,
bachillerato y hasta universitarios.
Hace unos años la entonces
muy activa Cooperativa Las Nieves de Aragua impulsó
con relativo éxito la propuesta:“Todo cooperativista debe ser bachiller”.
¿Quién le niega a nuestras cooperativas la constitución de fondos para apoyar
los estudios de sus asociados?, retomemos la idea desde abajo: “Todo
cooperativista debe tener al menos la primaria aprobada”.
A manera de Conclusión
La crisis endógena del país,
particularmente en cuanto a valores y la estanflación, nos obliga a
prepararnos. Como afirmó Simón Rodríguez: “O inventamos o
erramos”; nos corresponde estudiar, prepararnos, y formar generaciones de
relevo o seremos víctimas de nuestra propia e injustificada ignorancia. Por y
para algo nuestro movimiento adoptó elQuinto Principio: Educación, Formación
para el trabajo e Información y cuenta con un fondo para ello. Basta de
buscar culpables fuera del país y fuera de nuestro movimiento, hay factores
externos que inciden sin duda alguna, pero nos corresponde apretar la amplia
mayoría de las tuercas.
Propuestas como las
formuladas pasan por convertir nuestras cooperativas en verdaderas escuelas de
vida, de democracia, de ciudadanos útiles para impulsar una sociedad que se
autoconstruya permanentemente sobre los valores y principios cooperativos
combinando asertivamente lo social con lo económico pues las cooperativas son
para crear riquezas y mejorar nuestros niveles de vida, no para igualarnos en
la pobreza y continuar en ella. No olvidemos que todo cooperativismo exitoso
tiene como base apropiados sistemas formativos.
Una cooperativa que no
impulse el ‘Quinto Principio’ es falsa. De no aplicarlo, podrá ser gigante y
con miles de asociados, pero siempre tendrá pies de barro.
Cooperativas falsas ya hay
demasiadas en nuestro país. ¡Demos el ejemplo!
Óscar
Bastidas Delgado | Licenciado en Administración, DEA en Ciencias Sociales
del Desarrollo de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París.
Ha sido profesor de la Universidad Central de Venezuela y miembro del Consejo
Consultivo de ACI-Américas. Consultor en Gerencia, Responsabilidad Social y
Balance Social. Autor del libro “Economía Social y Cooperativismo: Una visión
organizacional”, con prólogo de Bernardo Kliksberg.
Artículos recientes de Óscar Bastidas Delgado E-mail: oscar.bastidasdelgado@gmail.com
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27-10-15

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