Fernando
Mires 19 de noviembre de 2015
Si no estaba escrito, estaba
programado. No terminaban de aparecer
las noticias sobre el ataque perpetrado por los yihadistas de París (13-N) y ya
la inefable Marine Le Pen -secundada por los neo-populistas de “Alternativa
para Alemania”, los neo-nazis de Pegida, los gobernantes integristas católicos
de Hungría y Polonia, el “liberal” islamofóbico holandés Wilders y otras
linduras similares- dejaba caer el peso de la culpa sobre las familias de
emigrantes que llegan a Europa. Es decir, justo sobre aquellos que huyen de las
matanzas perpetradas por los yihadistas en Irak y Siria. Las turbas ya han sido
desatadas. En Alemania y Austria son quemadas casas de refugiados, día a día.
No es necesario ser muy inteligente
para darse cuenta que uno de los objetivos de los yihadistas es sembrar el
terror en la población europea y preparar el camino para que los neo-nazis
ataquen a la población extranjera e incentivar así el odio de los jóvenes
musulmanes en contra de Europa.
No deja de ser sintomático que los
publicistas del neofascismo casi nunca nombran al ISIS en sus alocuciones.
Efectivamente, sin nombrar al ISIS los emigrantes aparecen como ellos quieren
que sean: una invasión musulmana que viene a “imponernos” sus costumbres
bárbaras y a matar a “nuestros” jóvenes.
Hay efectivamente una relación
objetiva entre el yihadismo del ISIS y los diversos movimientos y gobiernos
neo-fascistas europeos. En la expansión del terror y en la propagación del
miedo no se diferencian mucho entre sí. En su odio a Europa y a la política
como forma de comunicación democrática, tampoco.
Que conste: No usamos el término
neo-fascismo como insulto, sino como categoría política. En ese sentido los
fascistas de hoy no se diferencian demasiado de sus antecesores del siglo
pasado. Lo único que ha cambiado son sus “objetos” de agresión. Por de pronto,
ambos se sirven de hechos reales para luego estigmatizar a sus respectivos
“chivos expiatorios” (Girard).
Así como en el siglo XX fue cierto
que hubo un tratado de Versalles que lesionaba a los intereses alemanes, una
crisis económica y un peligro de invasión por parte de la URSS, hoy también es
cierto que la EU se ha convertido en una organización burocrática, que hay
graves problemas económicos, que las migraciones son intempestivas y que los
yihadistas intentan destruir Europa "desde dentro".
Todo eso es verdad. Pero en lugar de
explicar las verdaderas razones, los fascistas señalan como culpables a los
grupos más desprotegidos. Los judíos ayer; los emigrantes hoy.
Ayer los fascistas eran racistas. Hoy
son culturalistas. Ayer hablaban de la decadencia de Europa. Hoy de la ruina de
Europa. Ayer exigían gobiernos autoritarios para ejecutar “soluciones finales”. Hoy proponen lo mismo.
El fenómeno de la retroalimentación
ideológica que se observa entre el neo-fascismo ultranacionalista y el
yihadismo internacional es también muy similar a la que existió entre los
fascistas ultranacionalistas y el
comunismo internacional del siglo XX.
¿Cuántos crímenes se cometieron en
nombre del anticomunismo? ¿Cuántos crímenes se cometieron en nombre del
antifascismo? ¿Cuántos crímenes cometerán los yihadistas en nombre del
anti-occidentalismo? ¿Cuántos crímenes cometerán los neo-facistas occidentales
en nombre del anti-yihadismo?
Hay que precisar: nadie afirma aquí
que la historia se repite. Lo que único que se repite, y siempre, es la
increíble imbecilidad humana, madre de todas las taras ideológicas de la
historia.
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