Patricia Marcano 13 de septiembre de 2016
Varias
interrogantes están planteadas para los días y meses que están por venir. Dudas
que van desde la existencia o no de un plan B por parte de la oposición en caso
de que el referendo revocatorio sea bloqueado para este año; de cuán acertadas
son las protestas anunciadas por la MUD al cierre de la manifestación del 1 de
septiembre; del beneficio político que pudiera capitalizar el Gobierno con sus
acciones, y si aplazar el revocatorio para 2017 implicaría una victoria con o
sin costos para el chavismo. Pero no son las únicas.
El
politólogo y profesor universitario Jhon Magdaleno, director de la firma
consultora Polity, ofrece algunas respuestas, deja unas cuantas preguntas
adicionales y comparte su análisis sobre la situación política actual y los
escenarios planteados.
A su
juicio, el 1 de septiembre marcó el inicio de una etapa de movilización social
que intenta presionar por un cambio político, en la cual tanto la oposición
como el Gobierno tienen amenazas por enfrentar; para este último, que la
exigencia aumente y la aprobación de las instituciones (TSJ, CNE) se desmorone
al igual que el apoyo hacia el Ejecutivo, hecho que ya está pasando.
“Puede
haber un antes y un después del 1 de septiembre pero, claro está, se remarcarán
más en la medida en que el objetivo que se persigue con ese proceso de
movilización social sea satisfecho. De lo contrario, si el objetivo no se conquista,
será recordado como el inicio de un proceso que no derivó en un final feliz
para la mayoría de la población”, sostiene Magdaleno.
¿Ese
objetivo es hacer el revocatorio este año?
Sí,
claramente eso es lo que ha señalado la dirección política de la oposición. El
proceso de movilización social tiene por objetivo presionar lo suficiente como
para que se celebre el revocatorio este año.
Ahí la
oposición tiene un desafío claro, porque si mantiene ese objetivo como el único
de cara al proceso de movilización que inició, y no se satisface, lo que sigue
es una frustración de expectativas entre sus seguidores. Pero si la dirección
política plantea otros objetivos junto a ese, o algunas metas intermedias,
tendría mayor capacidad de maniobra para reconducir esa energía y expectativa
que se despertó el 1 de septiembre, y pudiera tener otros objetivos como medida
del éxito de ese proceso de movilización.
¿En
este escenario usted ve a la MUD más fortalecida o dividida?
De
cara al objetivo de promover el referendo revocatorio este año yo veo bastante
cohesión. En donde veo que no hay consensos muy claros es respecto a la
eventualidad de que, pese a todos los esfuerzos que emprendan y a toda la
disposición de la población de movilizarse alrededor de ese objetivo, el
referendo revocatorio sea bloqueado por las instituciones. Es decir, respecto a
las respuestas estratégicas que la oposición le podría brindar a la población
en el escenario de que no se produzca el revocatorio este año, es donde veo que
no hay un consenso robusto.
¿Qué
puede pasar si el revocatorio no se hace este año? ¿El gobierno saldría
victorioso?
Lo
primero que ocurriría es que una parte quizás mayoritaria de los simpatizantes
de oposición experimentarían una frustración de expectativas. Eso es bastante
claro. Naturalmente el Gobierno intentaría presentar a la opinión pública una
victoria, aún cuando ello no necesariamente signifique la permanencia del
presidente Nicolás Maduro en el poder porque pudiera ser revocado en 2017, y
aún cuando el Gobierno resultante de ese escenario, si la revocatoria se
produce en 2017, tuviese una precaria gobernabilidad. El Gobierno presentaría
la postergación como una victoria cuando en realidad estaría sometido a los
mismos o peores desafíos que ya tiene frente a sí.
Allí
el punto de fondo es qué cursos de acción tiene preparada la oposición para la
eventualidad de que el revocatorio no se efectúe este año. Esa es una cuestión
estratégica vital. Se puede comprender que se comunique públicamente que el
plan B es el plan A pero, ¿y si termina imponiéndose por parte de las
instituciones públicas la idea de postergarlo?
Otra
cuestión vital es cómo administra la oposición la energía y expectativa que se
levantó el 1 de septiembre, cómo dimensiona las posibilidades reales que tiene
a su mano y cómo trabaja al mismo tiempo más eficazmente para lograr el
objetivo que se planteó. Son un conjunto de interrogantes que la dirección de
oposición debe abordar si ya no lo ha hecho.
¿Esa
estrategia o plan B debe ser anunciado o quedarse a lo interno de la MUD?
Quizás
este no sea el mejor momento pero sí me parece que para ofrecerle a la mayoría
de la población cierta noción de realidad, y para que se contemple esa
posibilidad, habrá que comunicar algo en algún momento, especialmente cuando
sea inminente que el revocatorio no luce factible. Pero con mucha
responsabilidad y sin alimentar la desesperanza, con mucha noción de realidad.
Eso no
significa que la oposición tiene que abandonar el objetivo de que se convoque
el revocatorio este año, ni significa que tiene que abandonar la presión, más
bien tiene que incrementarla en previsión de que se produzca ese escenario. Es
importante que la dirección de oposición se pasee analíticamente por ese
escenario para que produzca una respuesta con antelación. No contemplar ese
escenario es irresponsable, en mi opinión.
¿La
MUD debería presentar ahora un plan de Gobierno para consolidarse como opción,
pensando en el revocatorio para 2016?
Pudiera
ayudar pero me parece que allí no está el centro del desafío de la oposición en
este momento. Más bien pienso que debería proponer públicamente un conjunto de
iniciativas que incrementen la presión sobre las instituciones, particularmente
sobre el CNE, que le disuadan o persuadan de considerar como una necesidad la
celebración del revocatorio, bien porque la idea de no celebrarlo tendría
costos para los Poderes Públicos o para el propio gobierno del presidente
Maduro.
Una
idea un poco más atractiva que la de un programa de Gobierno es la noción de
configurar, de constituir, una coalición social y política que no solo incluya
a la oposición sino también a sectores del chavismo crítico. Quizás eso pudiera
ayudar. Por supuesto, iniciar un proceso de conversaciones con ese sector del
chavismo que tiene serias discrepancias con el Gobierno del presidente Maduro y
ofrecer algunas garantías al chavismo honesto y democrático.
¿Las
medidas de presión que informó la MUD el 1 de septiembre son las ideales?
En mi
opinión son medidas e iniciativas necesarias pero son insuficientes porque las
instituciones públicas, a juzgar por las declaraciones de sus titulares,
parecen estar en disposición de postergar el revocatorio a toda costa. Si esta
es la racionalidad que está imperando en los Poderes Públicos controlados por
el chavismo, el esfuerzo por elevarle los costos a esos Poderes por no celebrar
el revocatorio tiene que ser mucho mayor.
Si se
intenta identificar frente a qué costos el poder y algunos sectores del
chavismo estarían forzados a evaluar por lo menos el escenario de que se
celebre el revocatorio, se consiguen por lo menos tres o cuatro metas
intermedias que deberían conquistarse antes de pensar en el logro del objetivo.
¿Cuáles?
Una
sería provocar una disidencia, un desacuerdo muy significativo no solo en la
coalición sino eventualmente en algunos sectores del Ejecutivo y en los
Poderes. En segundo término, la movilización podría provocar algunos errores
por parte del Gobierno que deslegitimen aún más su autoridad.
Tercero,
las movilizaciones deberían ser capaces de sumar cada vez a más sectores como
para que se perciba que la demanda de cambio político consigue nuevos
respaldos. Y podría ocurrir también que actores internacionales jueguen algún
rol clave en la posición de factores del chavismo.
Quizás
el logro de estas cuatro metas intermedias, de forma simultánea, pudiera
incrementar los costos para los Poderes Públicos de la no celebración del
revocatorio. Pero esta es una operación compleja que requiere de mucha
orquestación, simultaneidad, esfuerzo, determinación y es el desafío que tiene
por delante la oposición.
¿Cuál
es su evaluación de la manifestación del Gobierno del 1 de septiembre?
Por
las imágenes y videos que han circulado, fue una manifestación que ciertamente
no se puede despreciar, pero no fue de la magnitud de las que usualmente habían
hecho en el pasado, cuando el presidente Chávez estaba vivo. Esa manifestación,
al margen de lo que intenta sugerir la propaganda y el discurso oficial,
comunica el debilitamiento que viene experimentando la coalición chavista en
los últimos tiempos.
El
esfuerzo por minimizar el impacto que tuvo la movilización opositora es quizás
parte de una estrategia, no necesariamente muy exitosa, porque termina
comunicando la idea de que el poder se aísla de la realidad, que pierde noción
de realidad y que no reconoce a esa parte del país que está demandando cambio
político.
Me
parece que la lectura que el chavismo o algunos voceros del chavismo, incluido
el presidente Maduro, han hecho sobre la manifestación de la oposición no
conduce a mejorar su credibilidad, su nivel de aprobación o su agrado sino, por
el contrario, más bien puede socavarla.
¿Es
posible que el chavismo pueda capitalizar algo de este momento político?
El
chavismo pudiera obtener réditos de este momento si, y solo si, procura una
mayor cohesión de sus filas con las movilizaciones que está haciendo, y sobre
todo si la oposición comete errores que el chavismo pudiera aprovechar a su
favor. De lo contrario, seguir actuando con represión contra manifestantes, con
detenciones contra líderes políticos, negando la realidad, hará que pierda aún
más respaldo.
CRECE
LA DESAPROBACIÓN
¿En
cuánto está el nivel de apoyo del presidente Maduro?
La
última encuesta de opinión pública de Datanalisis, de finales de julio,
registró una aprobación de gestión para el presidente Maduro del 21%. Hay otras
que están reflejando entre 18% y 19% de aprobación. Habrá que ver cómo
evolucionó en agosto y en lo que va de septiembre.
¿Cómo
ve el venezolano la confrontación entre el TSJ y la AN, y la actuación del CNE?
Lo que
el mismo estudio de Datanálisis refleja es que el nivel de desaprobación del
TSJ supera el umbral del 70%. Y recuerdo que el nivel de aprobación de la
Asamblea Nacional estaba por el 49% y la desaprobación por el orden del 44%.
Dicho de otra manera, instituciones como el TSJ, intentando neutralizar a la
AN, están teniendo costos como el aumento del nivel de desaprobación de
gestión.
Algo
similar ocurre con el CNE, institución percibida como que está bloqueando la
demanda de que se haga el revocatorio este año, y que refleja una desaprobación
de más del 70%. Ahora, si bien eso es cierto, también lo es que el intento del
TSJ de neutralizar al Parlamento está teniendo un impacto negativo sobre la
imagen del Parlamento.
¿Por
qué, qué estaría pasando?
La
Asamblea arranca su gestión con más de 60% de aprobación y ya va por 49%. Creo
que la población está demandándole iniciativas estratégicas destinadas a
limitar al propio Poder Judicial en sus esfuerzos por neutralizarlo. La opinión
pública parece estarle pidiendo al Parlamento mayor determinación en los cursos
de acción que siguen, mayor eficacia. Pero no es un asunto sencillo, la propia
población no sabe cómo proponérselo al Parlamento porque no es un asunto
estratégicamente fácil de resolver.
¿Cómo
evalúa la actuación de la AN en este año?
La
Asamblea está encarando el esfuerzo de un Poder Público, claramente controlado
por el oficialismo, por neutralizar su ámbito de competencia. La AN está
operando en un contexto que, de acuerdo a la literatura más reciente, parece
más afín al modelo del autoritarismo competitivo. Esa es la caracterización del
régimen político venezolano que domina los escenarios académicos
internacionales, es el tipo de régimen político hay en Venezuela hoy según
consenso mayoritario.
Un
régimen en el que el Ejecutivo pasa a controlar el resto de los Poderes, viola
la Constitución y las leyes con relativa frecuencia, impone condiciones
desiguales para la competencia política, en las que por supuesto tiene la
ventaja; intenta suprimir o vulnera grandemente garantías básicas de la
democracia, vulnera libertades civiles, derechos políticos, económicos y
sociales. Es un régimen en el que ciertamente hacer oposición es más complejo.
Entonces,
si hacemos una evaluación convencional de la AN, como si estuviéramos en un
marco democrático normal, no estamos siendo justos ni precisos. Hay que hacer
esa salvedad porque es lo que ha encarado la AN, hasta el propio CNE se ha
hecho vista gorda frente a lo hecho por el TSJ por neutralizar su capacidad de
influencia y las competencias que establece claramente la Constitución. Es
importante que la opinión pública lo comprenda.
¿Qué
puede pasar si se cumple la amenaza de allanar la inmunidad parlamentaria?
Estaríamos
experimentando un desplazamiento del llamado autoritarismo competitivo a un
autoritarismo un poco más severo, endureciendo el régimen político en la
dirección de un autoritarismo consolidado.
El
artículo 200 de la Constitución es bastante claro: el allanamiento de la
inmunidad parlamentaria solo procedería por intermedio de la apertura de un
antejuicio y luego un juicio, y eso sería posible con aprobación del propio
Parlamento. La violación de ese artículo sería una confirmación adicional de que
no nos encontramos en una democracia, que por el contrario el régimen político
venezolano ha venido mutando en los últimos 9 o 10 años.
¿Ya se
ha radicalizado en este 2016?
Si,
eso ya podríamos afirmarlo sin necesidad de esperar el eventual allanamiento de
la inmunidad parlamentaria. Ya ha ocurrido. De hecho, este año ha dado
múltiples señales de que se produce un desplazamiento del autoritarismo
competitivo a un tipo de autoritarismo un poco más radical.
¿Esa
radicalización está fortaleciendo más al chavismo a lo interno o no?
En mi
opinión aumenta la probabilidad de una fractura interna.
¿Cuál
es su lectura de lo ocurrido en Villa Rosa, en Nueva Esparta?
Me
parece que tiene tres implicaciones. Comunica la idea de que el creciente
malestar que hay se personifica en las comunidades, se vuelve carne en las
comunidades y es una acción colectiva de expresión del descontento. En segundo
lugar me parece que no se trata solo de una expresión de malestar sino incluso
de desafío a la autoridad, de contestación a la autoridad, a su desempeño, al
desconocimiento de la realidad, a su dogmatismo, a su ineficacia. Y además
presagia un crecimiento del malestar y de eventuales nuevas modalidades de
expresión. Imagínate si el episodio de Villa Rosa se replica simultáneamente en
varios estados del país. ¿Qué pasaría?
¿La
situación es actual abona el terreno para que aparezca otro mesías?
En mi
opinión sí y quizás eso es lo que más me preocupa de la actual situación del
país, porque 17 años deberían ser más que suficientes para comprender que no se
puede dejar en manos de una persona, ni de un partido, ni de una coalición el
destino futuro de una nación. Si hay una lección que debemos aprender entre las
muchas que arrojan estos 17 años es precisamente que Venezuela más nunca puede
depositar en manos de nadie, exclusivamente, la construcción de su futuro. Creo
que ese aprendizaje está en marcha.
Hacer
creíble una amenaza
¿Qué
se necesita para que ocurra un diálogo efectivo?
Para
que el diálogo sea más factible es necesario que la oposición le haga sentir al
Gobierno crecientes costos. Es decir, dos actores se sientan a dialogar e
inician un proceso de negociación para regularizar el conflicto político cuando
se perciben mutuamente con capacidad de hacerle daño al otro. Me parece que la
oposición no ha llegado allí.
Cuando
la dirección de la oposición vuelva creíble la amenaza de que la permanencia
del chavismo en el poder va a deteriorar el imaginario creado a lo largo de 17
años, que puede perjudicar la perdurabilidad futura del proyecto, que puede
perjudicar incluso la marca del socialismo del siglo XXI, y que el no celebrar
el revocatorio este año va a perjudicar al propio proyecto chavista, en ese
mismo momento el chavismo tendrá muchos más incentivos para sentarse a dialogar
y procurar algunos arreglos institucionales mínimos con la oposición. Hasta que
eso no ocurra, el diálogo será un instrumento del Gobierno para apaciguar el
clima de creciente tensión que se viene creando desde el año pasado.
¿El
país está en transición o la transición comenzaría una vez realizado el
revocatorio?
Es una
buena pregunta porque una transición equivale a que los sectores moderados de
ambos bloques tengan la racionalidad para estar conscientes de que excluyéndose
mutuamente no logran sus objetivos y perjudican simultáneamente al país. Habrá
que preguntarse si en los sectores moderados del chavismo y de la oposición se
habrá llegado ya a la conclusión de que ese es el tipo de racionalidad que debe
operar en lo sucesivo. Hasta la fecha esa no parece ser la lógica dominante.
Veremos qué dicen los acontecimientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico