Por Henrique Capriles
Para que una economía tenga
un rumbo sano, debe haber un equilibrio en las cuentas, es decir, la balanza de
pagos y la productividad deben tener un peso proporcional.
Eso no pasa en nuestra
Venezuela, porque a pesar de la mayor bonanza de toda nuestra historia,
proveniente del volumen de ingresos procedentes del petróleo, el gobierno se
convirtió en un perfecto fracaso improductivo e ineficiente.
Los enchufados pensaron que
la borrachera de precios altos del petróleo iba a ser eterna y nunca llegaría
la resaca, pero la insuficiencia de ingresos petroleros ha hecho que el
esquema importador sea insostenible y que mermara a niveles críticos, minado
a la corrupción nunca antes vista en nuestro país.
El panorama no es alentador,
cada vez se hace más urgente un cambio de modelo, ya que estamos frente a una
mezcla completamente volátil, que es el caldo de cultivo para una explosión
social, porque el sector productivo está deprimido, la economía en franca
recesión y la principal industria del país está debilitada y es incapaz de
sostener por más tiempo el peso que le han hecho cargar.
Estamos acostumbrados que en
momentos de apremio el gobierno intente reinventarse ante la opinión pública,
como recordamos la tesis de la reconversión monetaria que nos vendieron en 2007
para disfrazar una inflación que empezaba a proyectarse, como una solución para
facilitar las transacciones monetarias, para simplificar los cálculos y los
registros contables.
En 2008 entró en vigencia el
actual cono monetario, que se basaba en la teoría de que nuestra moneda se
hacía fuerte, quitándole tres ceros. Sin embargo, con el paso de pocos años el
bolívar fuerte llegó a su fin, se murió. El “bolívar fuerte” no duró ni una
década. No fue capaz de resistir la incontrolable y galopante inflación a la
que nos condujo la mal llamada revolución y acentuó el gobierno de Nicolás
Maduro y su combo.
Con la puesta en marcha del
nuevo cono monetario que entrará en vigencia el próximo 15 de diciembre, quedó
al descubierto la gigantesca inflación que el Banco Central de Venezuela se
empeñó en esconder por años, pero como la mentira tiene patas cortas y no
se puede ocultar el sol con un dedo, la verdad salió a flote.
Según especialistas, la
actualización del cono refleja una inflación implícita de 17.011%, en promedio,
en los últimos 8 años. El billete de 100 bolívares, que se convertirá en
moneda muy pronto, perdió 99% de su valor desde el momento de su salida al
mercado en enero de 2008, es decir, con el pasar de los años, el poder de
compra de nuestra moneda se perdió tras un tsunami de políticas económicas
erradas que no atacaron las causas de la inflación, sino sus consecuencias, sin
resultados favorables.
Los nuevos billetes que
entrarán en circulación tienen los mismos diseños que se estrenaron en 2008,
con la diferencia de que el de 2 bolívares ahora será de 500, el de 5
representará 1000 bolívares, el de 10 pasa a 2000 bolívares, el de 20 a 5000
bolívares, el de 50 representa 10.000 bolívares y el de 100 pasa a 20.000
bolívares. Serán los mismos billetes de 2008, pero valdrán mil veces menos.
Uno de los costos asociados
a los procesos inflacionarios es aquel conocido como “costo
suela de zapato”, que se origina por acudir
constantemente a las instituciones financieras a retirar efectivo. Es decir, en
la medida en que el billete de más alta denominación compra menos bienes, la
demanda por éste se incrementa para cumplir con las transacciones deseadas.
¿Qué pasó con nuestro
bolívar, qué hizo el gobierno con nuestra moneda nacional? Simplemente la destruyó.
Ese nuevo billete de 20.000 bolívares, si le colocamos los tres ceros como
antes de la reconversión, sería de 20 millones de bolívares.
El nuevo billete de mayor
denominación alcanzará para comprarle a un vendedor informal un kilo de arroz,
uno de harina de maíz y uno de azúcar, uno de pasta y medio kilo de café.
Mientras que la moneda de
mayor denominación, que será de 100 bolívares, solo servirá para pagar un
pasaje en transporte urbano, dos tickets multiabonos del Metro de Caracas y un
par de caramelos de leche.
El salario mínimo incluyendo
el bono de alimentación se podrá pagar a partir del 15 de diciembre, con cinco
billeticos de 20.000 bolívares y 8 monedas de 100 bolívares.
El nuevo cono monetario solo
simplificará las transacciones de compra y venta en efectivo, pero no resolverá
la crisis inflacionaria en el país. El billete de más alta denominación, el de
20.000 bolívares también desaparecerá, si no se hace nada para controlar la
inflación.
El gobierno perdió la ruta
de la disciplina fiscal y adoptó políticas económicas equivocadas, como la
sobrevaluación y los posteriores ajustes del tipo de cambio y la aparición de
la liquidez monetaria, que se tradujeron en una altísima inflación, que podría
llegar según algunos especialistas al más de 700% a final de este año.
Debemos entender que el
índice de la inflación puede convertirse en el impuesto más barato para los
gobernantes o en el más costoso para el pueblo como pasa en Venezuela. En
nuestra amada tierra, Nicolás Maduro y su combo financia su permanencia
en el poder con cargo a los ciudadanos, con más y más inflación.
La inmensa mayoría de
nuestro pueblo ha perdido sus ahorros, ingresos e inversiones y se encuentra
ante la imposibilidad de planificar un futuro sostenible. Ante esto, el
gobierno no habla de cómo controlará la inflación, solo presentaron los nuevos
billetes, pero no hablaron de soluciones.
No es posible hablar de
inflación como una consecuencia que tiene asidero en ataques especulativos,
incrementos de costos y aumentos de demandas. Hay que tener responsabilidad y
entender que la inflación no es otra cosa que el deterioro del poder
adquisitivo del dinero y que en Venezuela ha sido una política continuada.
En este momento, estamos
llamados a no ser pasivos ni simples espectadores. Tenemos que seguir luchando
juntos para lograr el cambio político que rescate el valor de nuestra moneda y
restablezca el poder adquisitivo del pueblo. Este lamentablemente ha sido el
tiempo que nos ha tocado vivir y nos toca seguir luchando para tener el tiempo
que merecemos vivir, un tiempo de progreso ¡Qué Dios bendiga a nuestra
Venezuela!
11-12-16
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