Por Henrique Capriles
Dicen que “hay dos maneras
de volver a casa: darse la vuelta o dar la vuelta al mundo”, y hoy miles de
venezolanos le están dando la vuelta al mundo para más pronto que tarde volver
a nuestra amada Venezuela.
En los últimos años, por lo
menos 10% de los 30 millones de residentes de nuestro país ha realizado
diligencias para marcharse fuera. Aunque no hay cifras oficiales, porque ya es
una costumbre que la mal llamada revolución esconda todos los indicadores que
permiten medir el comportamiento de la situación país, más de 1 millón 500 mil
personas han salido de esta Tierra de Gracia que los vio nacer.
De ese total, por lo menos
90% se marchó en los últimos 15 años, y en los últimos 4 años se ha producido
un repunte muy fuerte. Ser víctima de la inseguridad, ver morir a alguien
cercano por la ausencia de medicinas, ser profesional y no conseguir empleo, o
tenerlo pero ver cómo el sueldo se esfuma del bolsillo, en definitiva no poder
planificar un futuro concreto, son las principales razones para abandonar la
patria.
Al principio de la diáspora,
quienes se marchaban eran de las clases media y alta, pero ahora los estratos
más pobres también se han incluido en este fenómeno que resume irse del país
para no vivir en la miseria. El éxodo se ha acelerado aún más con el
desgobierno de Maduro, dado que nunca antes habíamos vivido una crisis de tal
envergadura.
Entre ese grupo de
venezolanos está Gloria, quien tomó sus maletas y se fue ahogada por la
situación económica y por la inseguridad. Ella nos escribió por redes sociales,
como hacen muchos venezolanos que se han ido, y sus palabras nos sonaron a una
mezcla de indignación y resignación. Entre sus palabras ella me hizo la
pregunta que muchos se hacen: “Flaco yo me fui y estoy trabajando duro para
mantenerme aquí, pero ¿será que todos los venezolanos vamos a tener que salir
huyendo del país?”. Le respondo a ella y a todos mis hermanos que se hacen
exactamente la misma pregunta y están en un estado de incertidumbre que no les
permite vivir en paz: nuestra lucha es para que todos los que se han ido
regresen a su tierra, quienes estamos aquí tenemos que seguir luchando para
derrotar el secuestro físico y psicológico a que este gobierno nos tiene
sometidos.
No es posible que lo único
que exporta Venezuela, además del petróleo, sea nuestro recurso humano, un
recurso sumamente valioso y preparado que va a necesitarse cuando salgamos de
este mal gobierno para recuperar y reconstruir un país que cada día, hunden
más.
En las últimas semanas, el
gobierno nefasto de Nicolás Maduro ha impuesto más sacrificios a los
venezolanos. Primero decidieron limitar la cantidad de efectivo que se podía
sacar de las entidades financieras, lo que generó larguísimas colas y diarias
para poder tener efectivo en un país donde el 40% de su población no está
bancarizada. Ahora de golpe y porrazo, emiten un comunicado para sacar de
circulación el billete de 100 bolívares en 72 horas, el billete de más alta
denominación y cuya existencia es casi la mitad de los billetes totales
existentes en Venezuela, representan cerca del 80% del valor de todos los
billetes, y es evidente que el 20% restante no es suficiente para canjear los
billetes que próximamente perderán vigencia.
Limitar al pueblo en la
disponibilidad de su dinero, responde a que la inflación en los productos
incidió en la escasez de billetes, debido a que las personas deben destinar
cada vez más efectivo en sus compras. Una inflación tan disparada hace que todo
suba de precio, y desde hace un par de años el gobierno fue advertido de que
debían ampliar el cono monetario dado las transacciones de tan alto valor que
se estaban realizando en efectivo. El gobierno hizo caso omiso, como siempre, y
el resultado fue que los venezolanos salían a la calle con enormes pacas de
dinero para hacer la compra de una bolsita en el mercado. Es mentira que se lo
hayan llevado a Colombia o que esta sea la causa de la crisis económica que
vivimos los venezolanos.
Lo cierto es que estas
nuevas medidas del gobierno generaron aún más molestia en el pueblo y produjo
más parálisis en la ya golpeada actividad económica nacional. Las colas para
depositar billetes son otro sacrificio más que el gobierno impone al pueblo ¿A
quién se le ocurre en plena víspera de las navidades retirar el billete de más
alta denominación? Obviamente que es una tremenda irresponsabilidad en un país
donde todo se mueve en efectivo y los precios son tan elevados. Esto es un
juego macabro.
Para variar, el gobierno se
comprometió públicamente que los billetes y monedas del nuevo cono monetario
llegarían a todas las entidades bancarias el día 15 de diciembre y no cumplió,
paralizando por más tiempo el país ¿cuántas personas han dejado de hacer sus
diligencias y cuantos han dejado de prestar servicios por no tener efectivo con
el cual pagar o cobrar?
Pero si algo nos preocupa
sobremanera, es que ante todo lo que está pasando apreciamos una especie de
estupor, de limbo en el que ha caído gran parte de nuestra gente. Dejarnos
pisotear constantemente nuestros derechos y dejarnos conducir como corderos
hacia un corral y luego cerrar la puerta no puede ser el destino que nos espera
como país.
Tenemos que despertar de ese
letargo, no es posible ver con ojos de conformismo que en los anaqueles de los
establecimientos no haya comida, sino que estén llenos de dispensadores y
utensilios de cocina o en el mejor de los casos de paquetes de galletas y
salsas que cuestan a veces 30% un salario mínimo. No es posible que la
inflación haya desgastado el poder adquisitivo de tal manera que en Zimbabwe,
por ejemplo, tres huevos cuestan 40 centavos de dólar y, en Venezuela cuesten
65 centavos.
Es inaceptable que más del
92% de los venezolanos invirtiera sus aguinaldos y utilidades en la compra de
comida, porque solo para eso les alcanzaba. Es absurdo que en el país con las
reservas petroleras más importantes del mundo, cerca del 85% de su población
come una o dos veces al día.
Esto que está haciendo el
gobierno es muy grave. Somos una inmensa mayoría quienes estamos sufriendo las
penurias que nos impone un grupito corrupto e incapaz. Los recientes estudios
de opinión revelan que 87,1% de los venezolanos valora la gestión de
Maduro como sumamente negativa, con tendencia sin expectativas de mejorar en
sus indicadores económicos y sociales, el 83,1% sabe que con Maduro no hay
futuro.
Pero, hay más, porque 61,4%
de los venezolanos considera que el gobiernonacional se ha convertido
en una dictadura, teniendo como base la represión política y la
violación del derecho a elegir, producto de la suspensión del referendo
revocatorio.
Les pregunto ¿nos la vamos a
seguir calando? ¿estamos dispuestos a ser parte de un país exportador de
inmigrantes o queremos recuperar nuestra nación?
¡Despertemos!, porque como
decía nuestro Libertador Simón Bolívar, de cuyo fallecimiento se conmemoraron
186 años esta semana, “cada pueblo será libre a su modo y disfrutará de
soberanía, según la voluntad de su conciencia. ¡Qué Dios bendiga nuestra a nuestra
Venezuela!
18-12-16
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