Editorial de
Analitica.com, 06/01/2013
Ya hablar de democracia resulta pueril cuando uno de los bandos
enfrentados considera, sin ningún rubor, que el fin justifica los medios
"Alea iacta est"
Frase pronunciada por Julio César al cruzar el Rubicón
El 5 de enero, la mayoría roja rojita en la asamblea, aunque minoritaria
en el voto popular que la eligió, decidió como César jugarse la suerte de la
República y abrir un largo compás de inestabilidad política en nuestro país.
Ya hablar de democracia resulta pueril cuando uno de los bandos
enfrentados considera, sin ningún rubor, que el fin justifica los medios.
Regrese o no Chávez al poder lo que tendremos, de ahora hasta nuevo aviso, es
una república imperial en la que las decisiones fundamentales se tomarán en la
capital de este nuevo imperio, La Habana.
¿Qué les queda a los partidarios de una alternativa democrática en estas
nuevas circunstancias? ¿Rendirse o continuar luchando? Creemos que a pesar que
el panorama luzca hoy más sombrío que nunca, es fundamental organizar una nueva
estructura política en la que las diversas fuerzas existentes se unan bajo una
sola dirección colegiada y designen al líder que ha de conducirlas en larga y
cruenta lucha por restablecer un orden democrático en Venezuela. La tarea no
será ni fácil ni grata, pero sólo podrá lograrse convenciendo al pueblo de las
terribles consecuencias de continuar con un tipo de régimen como el actual que
ha empobrecido al país y ha permitido que la inseguridad campee en todo el
territorio nacional.
Gobernar a base de dádivas y en un eterno plan de emergencia puede dar resultados
mientras el petróleo lo permita, pero a la larga produce un país desarticulado
e incapaz de progresar. Sólo se benefician de las condiciones actuales los
jerarcas del régimen y sus compinches que serán cada día más ricos mientras los
demás seremos más pobres por vía de la inflación y de la inevitable devaluación
de nuestra moneda.
Nadie sabe hoy cuánto tiempo más durarán estas circunstancias, pero es
bueno recordar que cuando el General Millán Astray le gritó en el paraninfo de
la Universidad de Salamanca a Don Miguel de Unamuno: "¡Muera la
inteligencia! ¡Viva la muerte!" éste le contesto “Venceréis, porque
tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que
persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en
la lucha.”
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