Por Antonio Ecarri Bolívar
Miguel Díaz Canel va a ser el
primer presidente de Cuba, en estos 60 años de revolución, que no se apellida
Castro, que nada tuvo que ver con los viejos odios producidos por las matazones
de los fusilamientos de los primeros tiempos, que además es un ingeniero
electrónico, educador, casado con una maestra de escuela y tiene el inmenso
reto de sacar a su país del hambre y la miseria. Él sabe que esa situación no
la generó el bloqueo, sino una política económica estatista equivocada, pero
aquel cerco también ayudó a la crisis, sin duda alguna. Ahora bien, el inmenso
reto de Díaz Canel es ver cómo rectificar una política que se va a encontrar
con dos obstáculos, hasta ahora insalvables; en lo interno: la resistencia de
una casta burocrática que ve en peligro sus privilegios y, en lo internacional:
la tozudez de Nicolás Maduro de querer ir a un proceso electoral que al no
reconocerlo nadie, dentro ni fuera de Venezuela, va a mantener a su aliado
fundamental, Cuba, en el mismo plano de aislamiento del que Díaz Canel quiere
desembarazarse a todo trance.
Entonces, a Miguel Díaz Canel,
nuevo presidente de Cuba a partir del 19 de abril, le sale aconsejar a Nicolás
Maduro, con seriedad y mucha entereza, la suspensión de un proceso electoral
que se va a convertir en un bloqueo que dejará en pañales al sufrido por Cuba
durante la guerra fría. Cuba pudo sobrevivir a ese bloqueo, a duras penas,
porque existía la URSS. Además, buena parte de América Latina –liderada por
México– y Europa, incluyendo el régimen derechista de Francisco Franco, jamás
rompieron con la isla y más bien sabotearon la política gringa de aislamiento.
Ahora, con Venezuela, la cosa
va a ser totalmente diferente. El bloqueo no va a poder ser la excusa para
mantener una dictadura, sino el comienzo del final de esta. A la dura política
norteamericana de Donald Trump y sus halcones se suman Canadá, toda América
Latina –excepción hecha de tres pequeños países como Cuba, Bolivia y Nicaragua–
pero donde estarán presentes, en el bloqueo, digo, nada más y menos que
Argentina, Chile, Brasil, Colombia y México, que son palabras
mayores. ¡Ah! y además toda la Unión Europea sin excepción, incluidos,
obviamente, los colosos de Alemania, Francia, Italia y España. ¿Van a venir en
nuestro auxilio chinos y rusos? Lo dudo mucho, porque Rusia no es la URSS, sino
una sociedad capitalista de liberalismo económico salvaje y China, si no le
pagamos sus acreencias, nos recordará la vieja advertencia del tintorero de ese
país: “Si no hay leal no hay lopa”.
Así que a Miguel Díaz Canel la
cosa se le pone muy difícil y sería una verdadera lástima que vaya a pasar a la
historia como un ensayo de apertura fracasado. No solo por las consecuencias
dramáticas para él y su carrera política, sino también por la tremenda
responsabilidad de sacar a todo un pueblo del hambre y la miseria. Situación a
que lo llevó el comunismo, que fue reconocido por el mismísimo Fidel como un
fracaso total, y del cual Raúl quiere salir con otro relevista, sin sus
ataduras, pero a quien le preparó el camino con la punta de lanza capitalista
del “Proyecto Mariel”, que es un salto de garrocha que aún no lo entiende la
costra elitesca de Cuba, y la de Miami…tampoco.
A todas estas, el lector debe
estar preguntándose ¿a qué viene esta exigencia unilateral a un mandatario cubano?
Se debe a mi reiterada creencia, convertida en convencimiento, de que cuando el
chavismo decidió compartir gobierno con el castrismo, estaba subordinándose a
la política cubana. Así las cosas, adonde tiene que ir a dialogar la oposición
venezolana no es a la República Dominicana que nada pinta, sino al país donde
viven los jefes políticos de Maduro. Eso lo entendió la culta y experimentada
derecha colombiana y las conversaciones de paz, con la guerrilla, las
celebraron y lograron que fructificaran en Cuba (donde moran los verdaderos
jefes de las FARC) y no en su territorio, donde tenían más de 70 años
matándose.
Miguel Mario Díaz Canel
Bermúdez es un hombre contemporáneo con Maduro, solo le lleva 2 años de edad,
pero viene de una escuela política que lo ha convertido en un hombre de Estado:
a los 31 años –en ese país donde manda una gerontocracia de héroes de la Sierra
Maestra y del Escambray– ya era miembro del Comité Central del poderoso Partido
Comunista y tiene muchos años en su Buró Político, con una experiencia nada
despreciable en trabajo internacional en América Latina. Ah… y en mayo de
2013, en un congreso sobre educación, aseguró que “con el desarrollo de la
informática y de Internet, prohibir algo es casi una quimera imposible, no
tiene sentido”. Si fue sincero es una esperanza.
Óyeme Díaz Canel, aquí entre
nos, ¿no será mejor que Maduro posponga las elecciones, para la oportunidad
constitucional que corresponda, permita a la oposición verdadera participar y
el resultado, cualquiera que sea, pueda abrir los canales multilaterales de
relaciones con Estados Unidos, con Europa, con el resto de América Latina y
comencemos, todos juntos, a realizar la tarea ciclópea de ver cómo nos
acercamos al mundo real de la educación avanzada, de la tecnología y el
desarrollo? Sí, lo que tú quisiste hacer como ministro de Educación
Superior en Cuba y no pudiste lograr por culpa de un sistema que quieres
cambiar y nosotros también, para vivir en esta aldea global sin hurgar en la
basura, sino en las computadoras que nos sacarán del último mundo a ver si nos
acercamos, aunque sea, al de quienes viven en un Estado de bienestar que
también “siboneyes y motilones” nos merecemos.
¿Que no te va a hacer caso? Lo
dudo mucho, pero si no, al menos tendrás la excusa de decirle a tus
compatriotas: “Le tiré un cabo a Nicolás y ¡ño!, na’, se empeña en que todos…
¡sigamos en la tela!”.
20-04-18
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