Por Oscar Morales Rodríguez
Hace varios años atrás cuando
usted veía por el noticiero del canal de su preferencia los sucesos inhumanos
de la guerra en Irak y Afganistán, los conflictos armados africanos o los
desmanes que dejó el huracán Katrina, difícilmente usted podía imaginar
que esos horrores -o algo similar-lo padeceríamos más adelante, y mucho menos
que fuese sin estar sumergidos en un conflicto bélico o por haber
sufrido un evento natural desafortunado.
Generalmente, en los países
que sobrellevan estos acontecimientos se experimentan profundas contracciones
de su economía, incrementos de los índices de mortalidad, baja
calidad de los servicios públicos, huidas masivas de capitales y
personas (estas últimas solicitan la condición de refugiados en
otros países), declives en todos los sectores socioeconómicos y un sinnúmero
de desequilibrios sociales.
La crisis que se respira en
cada esquina se atribuye a un paquete de decisiones erráticas y a la terquedad
en su implementación. Es decir, la destrucción es “hecha en
Venezuela”, dado que sólo nosotros somos responsables de la política económica
y el ordenamiento del sistema jurídico político que establecemos en
la nación.
Concretamente, nadie nos mandó
a imprimir billetes sin respaldo para generar
esta hiperinflación caótica, ni mucho menos nadie nos ordenó imponer
una Asamblea Nacional Constituyente fraudulenta que rompiera con
el orden democrático. Hemos sido nosotros solitos que le pusimos los ingredientes
a la depresión nacional.
Analistas internacionales
señalan que Venezuela está transitando el camino de Siria por muchas razones.
Aunque guardando las distancias, hay coincidencias. Por ejemplo: las prácticas
represivas del Estado contra los civiles, la transgresión de las garantías
básicas de la participación democrática; se incrementa el número de venezolanos
que salen del país intentando ingresar a otras naciones con la condición
migratoria de refugiados, recibimos pocos vuelos internacionales, se redujo
nuestra producción petrolera, las fuerzas represivas encarcelan a menores de
edad que se reúnen para manifestar su desacuerdo con el gobierno, vivimos con
interrupciones de los servicios básicos permanentemente, se persigue a
dirigentes políticos, líderes sindicales y comunitarios constantemente, y
diariamente estamos más aislados de la comunidad internacional.
Hacer una cronología de la
devastación del país es una tarea para llorar. Pareciera que
el apocalipsis se está ensayando en nuestro territorio, pero
sin terremotos, tsunamis, huracanes o erupciones volcánicas
ocasionados por la madre naturaleza; simplemente, el cataclismo ha sido
originado por los “padres gobierneros”.
Ya basta la ola de cinismo.
Han sido suficientes tantos naufragios. Ya no queda nada por destruir,
camaradas.
19-04-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico