SJ. Luis Ugalde 20 de abril de 2018
Sin
condiciones democráticas no hay elecciones democráticas, sino votación
dictatorial para legitimar y perpetuarse en el poder. El gobierno sabe que 15
millones de venezolanos quieren salir de esta tragedia; salir de Maduro y del
modelo que ha destrozado al país. Ellos quieren además elecciones libres,
justas y transparentes.
El
régimen, asustado por la derrota de 2015, impuso fraudulentamente una asamblea
nacional constituyente para tener un poder “supraconstitucional”, con este
anular la Asamblea Nacional legítima y ejercer a su antojo los poderes
Judicial, Ejecutivo, Legislativo y Electoral. Luego la ANC arrebató el triunfo
de la Gobernación del Zulia a Juan Pablo Guanipa porque él dignamente se negó a
arrodillarse ante la ilegítima; a Andrés Velásquez le robaron la Gobernación
del Estado Bolívar falsificando actas y votos. Nadie puede ser tan ingenuo de
pensar que ahora están dispuestos a entregar la Presidencia de la República en
una votación inventada por ellos para perpetuarse.
No hay
condiciones democráticas con media docena de candidatos presidenciales rivales
inhabilitados, partidos de la oposición anulados, árbitros comprados, 1 millón
de votantes en el exilio impedidos; en fechas absurdas puestas a conveniencia
para que la oposición no pueda organizarse, con una distancia ilegal de menos
de tres meses entre la convocatoria y la fecha de elección y con una coacción
brutal con el carnet de la patria y el hambre de la gente; y otra media docena
de trampas inaceptables… Desde el gobierno, y descaradamente, se ha proclamado
que este régimen nunca entregará el poder y luego nos toma el pelo invitándonos
a unas elecciones pulcras. No hay elecciones limpias con condiciones tan
evidentemente tramposas y una ANC que decide al final. Candidatos que anunciaron
retirarse si no había condiciones democráticas ahora juran que seguirán
adelante sin condiciones…
Esta
no es cualquier elección: estamos al final de un régimen que despertó mucho
entusiasmo, pero ha ido quemando inmensas oportunidades, robando fortunas y
arruinando todo hasta dejar a la población sin sistema de salud ni medicinas,
sin seguridad, sin ingresos, sin producción, sin libertad y sin esperanza… Si
logran que el 21 de mayo, Venezuela y el mundo reconozcan el ya cocinado
triunfo de Maduro, la trágica fuga de millones al exilio y el cierre de
empresas se incrementarán. Los candidatos perdedores dirán que la oposición es
la culpable de la trampa gubernamental y la ANC sacará de la manga una
Constitución antidemocrática para perpetuarse, al estilo comunista.
19 de
Abril. Cuando el viejo orden entra en agonía irremediable, lo más inteligente y
menos costoso para todos es seguir el ejemplo del capitán general Emparan el 19
de Abril de 1810. Este gobernador de Caracas cuando sintió que la gente lo
rechazaba a gritos, dijo una frase memorable: “Pues yo tampoco quiero mando”. Y
se fue.
Si
entonces la política de la Corte española hubiera sido racional y sensata, ante
la insostenibilidad del viejo imperio y la irremediable emancipación de sus
colonias, hubiera organizado la transición sin echar un tiro, se hubiera
ahorrado decenas de miles de muertos de ambos lados y preservado una futura
relación ventajosa entre madre e hijas…
Lo que
Venezuela vivió en su parto republicano entre 1810 y 1812 fue algo maravilloso:
la transición a la Independencia con una muy sólida argumentación civil y
democrática sobre el derecho de los pueblos a darse su propio gobierno y
proclamarse independiente sin guerra. Si Madrid hubiera tenido visión,
hubiéramos tenido una transición no traumática. Por el contrario, tuvimos la
más larga (14 años) y más sangrienta y destructiva guerra de todas las Américas
y llegamos a 1825 con una Venezuela destruida, con las siembras abandonadas, la
ganadería diezmada, la población desangrada y harapienta y la mayoría de sus
líderes civiles muertos. La pesada deuda de guerra que duró un siglo, impidió
una economía productiva y de paz y un sólido sistema educativo. Lo peor de
todo, la guerra envenenó el alma venezolana sembrándola de caudillos, cada uno
imponiendo su “república” con argumentos que salen de la punta de las lanzas y
de los machetes. Triste, muy triste, que después de la última batalla de 1902
amaneciera Venezuela en la misma pobreza que en 1825, sin democracia, sin
ciudadanía y sin soberanía popular.
Nicolás
Maduro, si quiere a Venezuela, renuncie como Emparan el 19 de Abril y empecemos
una novedosa transición civilizada. La votación del 20-M no engaña a nadie, es
un medio programado para perpetuar un gobierno y un modelo ruinosos. Maduro,
renuncie a la terrible destrucción de Venezuela y abra las puertas a la
secuestrada esperanza. Su renuncia, antes y después del 20M, será esperanza de
cambio y vida para millones y millones de desesperados.
SJ. Luis
Ugalde
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