Perkins Rocha 18 de abril de 2018
@PerkinsRocha
El
Tribunal Supremo de Justicia que legítimamente se encuentra instalado en el
exilio (TSJ-Legítimo), sin realizar ninguna consideración de fondo sobre la
culpabilidad de Nicolás Maduro en relación a los gravísimos hechos planteados
en su denuncia por la Fiscal General de la República en el exilio, Abogada
Luisa Ortega Díaz, habiendo declarado procedente el antejuicio de merito, ha
procedido a pedirle a la Asamblea Nacional (AN) la autorización correspondiente
–según la norma constitucional, art. 266.2- para continuar conociendo del
juicio penal que por los delitos de corrupción propia y otros de extrema
gravedad para cualquiera que se desempeñe en un cargo público, deberá
sentenciar en su debida oportunidad en relación a hechos que vinculan
directamente a Nicolás Maduro con la empresa
NORBERTO ODEBRECHT, S.A., el mayor grupo delictivo organizado –según la
Convención de Palermo- que según se ha demostrado en muchos países, ha
esparcido sus tentáculos delictivos en toda la América, siendo considerado el
mayor caso de corrupción continental que ha ocurrido hasta el presente.
Estos
Magistrados fueron designados el viernes 21 de julio del 2017 por la AN, luego
de un intenso y prolijo procedimiento parlamentario que, si bien fue apegado a
las normas constitucionales y legales que regulan la materia, no estuvo exento
de las amenazas y perturbaciones propias de un régimen autoritario que estaba
en perfecto conocimiento de la trascendental decisión que tarde o temprano lo
colocaría en la picota pública, nacional e internacionalmente, como
efectivamente ha ocurrido. Ese día en
consecuencia, fueron soberanamente designados 13 Magistrados Principales y 20
Suplentes, correspondientes a todas las 6 Salas del TSJ. Tres hechos fundamentales
que permiten a cabalidad entender la legitimidad que rodea al actual
TSJ-Legítimo ocurrieron posteriormente al 21 de julio:
El
primero, LA DESCONSTITUCIÓN DEL TSJ VENEZOLANO, como máximo órgano que ejerce
la dirección, gobierno y administración del poder judicial. La enconada cacería policial que contra los
Magistrados titulares, recién designados y juramentrados por la AN emprendió el
gobierno, y en concreto, la aprehensión manus-militaris de uno de ellos, el
Magistrado de la Sala Político Admnistrativa
Angel Zerpa, forzó a los 33 Magistrados juramentados, a huir tanto a
sedes diplomáticas nacionales como al territorio extranjero, implorando la
protección internacional a sus derechos humanos (DDHH) así como cobijo para sus
familiares directos. Sin embargo, coetáneamente a la designación hecha
formalmente por la AN, los 13 Magistrados llamados por la colectividad “exprés”
que habían sido removidos de sus cargos públicamente, hicieron caso omiso al
acto formal de la AN y las comunicaciones por esta enviadas, y continuaron
inconstitucionalmente llevando a cabo sus actos con aparente normalidad, lo
cual evidentemente infectaba de un grave vicio el funcionamiento normal de ese
órgano, pues unos sujetos a quien el órgano legislativo les había anulado su
nombramiento de funcionarios judiciales continuaron desarrollando sus
actividades con falsas expectativas de legalidad.
Luego,
ocurrió automáticamente a lo anterior, la consagración del segundo acto
fraudulento del TSJ venezolano: los restantes 19 Magistrados existentes que no
habían sido removidos en esta fase preliminar, al aceptar la evidente situación
de vía de hecho fraudulenta que comenzó a cubrir los actos judiciales de sus 13
compañeros de sala que en franca usurpación de funciones que le habían removido
previamente, se negaron a acatar la orden de remoción dada por el órgano
constitucionalmente autorizado a hacerlo, provocando así la consolidación de la
desconstitucionalización del TSJ, al ser cómplices de tal fraude y permitir el
funcionamiento de un órgano intergrado por funcionarios totalmente
desautorizados para administrar justicia.
El
tercer aspecto, la renuncia y desprendimiento de hecho de sus cargos
judiciales. Pues, si lo anterior no
fuera suficiente para entender la gravedad del vació institucional que rodea al
máximo órgano judicial del país, el 15 de agosto del pasado año ocurrió el
tercer hecho que mas que irregular jurídicamente, no puede sino catalogarse de
grosero y bochornoso, cuando los actuales 32 ex-magistrados del TSJ inexistente
de Venezuela, decidieron libérrimamente,
poner sus cargos a la orden de la fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente
convocada exclusivamente por el señor Maduro, al margen del pueblo venezolano.
Si ya antes habían quedado vacios de contenido sus funciones, ese mismo día los
32 sujetos sedicentes magistrados, perdieron todo tipo de autoridad posible.
En
consecuencia, al haber desaparecido el TSJ venezolano en lo interno del país,
32 de los Magistrados que se encuentran forzadamente en el exilio, reconocidos
no solo por la OEA, el Parlamento Europeo sino el resto de los países que
individualmente conforman la Comunidad Internacional Democrática, asumen su
histórico papel de administrar la justicia en territorio extranjero, mediante
el ejercicio de la justicia o jurisdicción universal, principalmente en lo
atinente a la defensa de los derechos humanos del ciudadano venezolano que hoy
por hoy, se encuentra desguarnecido internamente ante un poder judicial que es
cómplice de un Estado fallido internamente, forajido internacionalmente,
comandado por un sujeto declaro responsable político de la crisis humanitaria
que padecemos y en abandono de sus funciones presidenciales.
Muchos
disidentes cansados de las altas penurias que constantemente nos hace padecer
el régimen de Maduro a diario, han manifestado reservas y escepticismo en
cuanto a la efectividad del TSJ-Legítimo ubicado en el exilio, incluso algunos
diputados opositores con mucho respeto nos han expresado sus temores ante lo
que consideran pudieran ser “falsas expectativas” generadas por esta Justicia
Universal, que acertadamente invoca la Convención de Palermo para juzgar a los integrantes del régimen en
lo atinente al sonado caso de Odebrecht. Al respecto debo decirles que, no hay
ningún tipo de exageración cuando afirmamos que lo que se vive actualmente en
Venezuela es inédito: inédita la tragedia humanitaria provocada por una forma
inédita de sometimiento a un régimen autoritario y dictatorial inédito; e
inédita las salidas internacionales que si bien han existido desde principios
del siglo XX, es ahora, cuando comienzan a verse las reales consecuencias que
todo el andamiaje del Derecho Internacional Público creo en décadas de lucha a
favor de los DDHH.
Como
ese punto lo abordaré en una próxima entrega, baste hoy con recordarles a los
amigos demócratas pero escépticos, lo ocurrido con el Dictador Pinochet en su
oportunidad. Todos sabemos que fue el Juez español Baltasar Garzón quien
ejecutó la medida de captura y posterior juzgamiento mas efectiva contra este
militar chileno en Londres. Pero pocos saben que el mérito de Garzón fue haber
sido el primero en poner el funcionamiento de un poderoso entarimado de la
Justicia Universal –la misma que hoy invoca el TSJ Legítimo en el exilio- sin
el cual, no se hubiere ejercido nunca la presión que permitió el éxito de
Garzón.
Pinochet
cae preso porque –tal como ocurre actualmente con el régimen oprobioso
venezolano- se activaron todos los procesos internacionales por violación de
DDHH, abiertos por víctimas ubicadas en Francia, Alemania, Noruega y Bélgica,
tal como hoy tristemente ocurre con la diáspora venezolana. A la par, en
Suecia, su Procurador General exigió que la extradición de Pinochet a su país
dependiera del pronunciamiento de un estado extranjero a Chile como el
británico, sobre la solicitud de los tribunales españoles; en Italia, el
ministro de Justicia por su parte, pidió al fiscal de la República de Milán
abrir una investigación contra el ex gobernante chileno; en Suiza, las
autoridades judiciales de Ginebra intentaron querella penal contra Pinochet por
secuestro y asesinato del ciudadano chileno-suizo Alexis Jaccard; y, en
Luxemburgo, el ministro de Relaciones Exteriores presentó varias demandas por
violación a los derechos humanos. De la existencia de este legítimo cerco
mundial se aprovecho Para Pinochet fue
bastante aventurado abandonar territorio chileno. Recordemos que el TSJ
Legitimo ubicado en el exilio, invoca la convención internacional de Palermo,
el esfuerzo más acabado de las Naciones Unidas por fortalecer la cooperación
entre los países para la lucha contra el crimen organizado.
Razones
suficientes para que nuestra fe, se restablezca por primera vez de forma
inédita.
Perkins
Rocha
@PerkinsRocha
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