Por Simón García
Votaré por una estrategia y
elegiré a Falcón porque es el candidato que puede abrir una transición pacífica
hacia la democracia. Mi decisión es para decir basta y sumar mi protesta a los
millones de ciudadanos que exigen un cambio.
No se basa en los atributos
personales del candidato, sino en la convicción de que es urgente dejar a
Maduro sin poder, antes que él nos deje sin país.
Votaré por Falcón porque es la
forma de desafiar a una maraña de intereses en cuya cúpula existen o se
expresan, bajo el escudo de un proyecto comunista, grupos que se adueñan de la
riqueza nacional o que controlan negocios ilegales. El triunfo no está asegurado
y no será fácil. Exige conciencia y firmeza.
Votaré para ponerle fin a un
poder autoritario que, como lo señala el Observatorio Nacional Electoral,
impone condiciones peores de una a otra elección. No voy a ayudar a cerrar esa
rendija electoral. El plan de Maduro es liquidar la democracia, el de la
mayoría de los venezolanos impedirlo. Pero los derechos se defienden votando,
no renunciando a ejercerlos. Si en democracia votar es un derecho, en dictadura
es un deber.
Votaré para volverle a ganar
al fraude estructural del régimen y a la trampa. Las condiciones son
desventajosas, pero el régimen las tiene peores: el 80% de la población lo
repudia; se ovilla el malestar en sus filas; se extienden las pugnas y purgas;
la hiperinflación anula el control del carnet de la patria; la espada de nuevas
sanciones pende sobre otros oficialistas. La voltereta va por dentro.
Votaré porque no quiero
descargar mi conducta en la inexistencia de condiciones equitativas. Lucho por
mejores condiciones, pero no me engaño: el voto libre no vendrá del CNE sino de
liberar al país de esta autocracia. No dejaré de votar en espera de un golpe
que demuestre que en vez de venir del mono vamos hacia el gorila. Rechazo la
invasión extranjera.
Votaré porque en las
elecciones se enfrentan dos proyectos de país, de economía, de sociedad y de
futuro. La tensión entre autoritarismo y libertad, nos guste o no, tiene un
chance de solución en esta elección. Una simple operación matemática nos
demuestra que la abstención de la oposición sólo sirve para restarle votos a
Falcón y para que el candidato del hambre se atornille, como lo hizo con la
ANC.
Votaré, no por un nombre sino
para elegir entre democracia o comunismo. Pero el candidato cuenta. Reconozco
en Falcón el coraje para asumir la política de la MUD, cuando no logró
consenso. No la dividió, llenó un vacío.
Se que Falcón proviene del
chavismo, como millones de venezolanos que antes creyeron en Chávez y ahora
detestan al tarado. Esa proveniencia puede convertirlo en la bisagra para
superar la división y la crisis que nadie quiere. Es la posibilidad de cambio
con estabilidad. Eso es una fortaleza, no un pecado. Tengo confianza en su
palabra y en el aval que le proporciona un equipo, que tiene la pureza
opositora que los extremistas reclaman, incorrectamente, como el requisito para
hacer otro futuro
Falcón es ganador. Es la
esperanza a punto de hacerse realidad. Le falta completar el milagro en las
mesas. Seguiré apoyándolo, como independiente, mientras sus hechos sigan
necesitando solidaridad. Votaré por Falcón para triunfar, no para atarme a una
adhesión incondicional.
29-04-18
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