Por Claudio Nazoa
Segurito que los practicantes
de las religiones vegetarianas y veganas me van a matar… ¡Pero ya! Es hora de
decir la verdad. Es lógico y quizás bueno que la gente coma sano y sabroso,
pero es pavosísimo hacer de eso una religión fanática y convertirse en una
especie de pastor inquisidor del pecado de comer lo que nos venga en gana.
Qué bueno sería que esos
pastores fanáticos prediquen a sus rebaños su aburrida vida sana, pero
permitiendo que la humanidad ingiera rebaños de cabezas de ganado, aves y
cardúmenes de peces.
Cada vez que me encuentro con
uno de esos seres extraños que por motivos insólitos no come carne,
inmediatamente desconfío de él. Hablemos claro: un ser a quien no le gusta un
buen churrasco a la brasa podría ser muy peligroso.
Imposible que una fastidiosa
hoja verde de lechuga resulte más sabrosa que una impúdica chuleta de cochino
gorda con grasita tostadita, acompañada por un chorizo catire y una voluptuosa
morcilla negra y brillante.
Si los religiosos vegetarianos
te ven con un plato de chinchurria o un mondongo espeso, no dejan de criticar:
—Chamo, disculpa, pero, ¿sabes
que estás comiendo cadáveres?
—¡Clarooo…!, pero es que vivos
no son sabrosos.
Mientras ellos beben batidos
horribles con avena, cebolla, rábano, pepino, melaza, afrecho, concha’e limón,
concha’e piña dizque para purificar, critican que uno tome tragos de whisky,
vino o cerveza. Dicen que enfermaremos del hígado. Además, algunos hacen
comentarios escatológicos al respecto:
—Con este batido hago pupú
lindo.
—¡Guácala…!
Con lo difícil y casi
imposible que se ha vuelto conseguir comida en Venezuela, casi todo el mundo es
vegetariano obligado.
Para colmo, está de moda otra
religión alimentaria: el veganismo. Los veganos son más ladilla que los otros.
No comen ni huevos ni leche ni queso ni miel (los venezolanos somos veganos
pero obligados).
Nadie quiere invitarlos a
fiestas ni a reuniones porque se presentan con su fastidiosa comida en una
bolsita. Mientras todo el mundo disfruta, ellos sacan su vaina rara y tratan de
convencer a los demás de que todos comemos veneno, menos ellos.
En fin, queridos lectores,
incluyendo a los raros, la vida es corta y difícil. Así que déjense de
pendejadas, coman y beban todo lo que puedan. Recuerden que el alcohol no
soluciona los problemas, pero la leche tampoco.
Piensen: como están las cosas
en Venezuela, es mejor que te mate Johnnie Walker y Oscar Mayer que un malandro.
23-04-18
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