Manifiesto.
Acto 19 de abril 2018.
El
Pueblo dice NO
Nosotros,
ciudadanos venezolanos, unidos por la gloria de nuestra historia y de nuestra
bandera; por la grandeza de nuestros hombres y mujeres; inspirados por el infinito
poder creador de este pueblo noble; urgidos por el dolor de aquellos a los que
la crisis asfixia; sublevados por el llanto de las madres que sienten cada vez
más flacos a sus hijos en su abrazo; solidarios con el espíritu libre y los
sueños de los que cruzan las fronteras de nuestra patria; agraviados por la
frustración de nuestros ancianos que tras haber consagrado su vida al servicio
de este país hoy sufren abandonados y sin remedios; convencidos de que somos
grandes; y fieles a nuestra historia, esa que nos hizo luz de la independencia
americana hace doscientos años, invocamos la guía de Dios Padre para elevar la
voz por encima de la angustia nacional y decirle al pueblo venezolano:
Estamos
resueltos a ser libres. Libres por encima del miedo. Libres del hambre y la muerte.
Libres de la tragedia de no conseguir qué comer, o de si conseguirlo no poder pagarlo.
Libres del chantaje de exigir fidelidad política a cambio de acceso a comida. Libres
de la injusticia disfrazada de justicia. Libres de la dictadura que nos oprime
y nos hace cada vez más pobres y a ellos cada vez más ricos. Libres de una vez
de este nuevo yugo que nos oprime. Libres para siempre.
Hoy
más que nunca debemos encarnar la herencia de nuestra historia. Somos los herederos
de la jornada del 19 de abril de 1810, día en el que nos rebelamos y dijimos NO,
desconociendo la autoridad del opresor para apenas un año después, declararnos independientes.
200
años después, una nueva clase de opresores ha secuestrado a nuestro país, lo ha
tomado como botín y ha hecho del gobierno un lucrativo negocio que genera tanta
riqueza a sus ocupantes como dolor y miseria al resto de los venezolanos. Ante
este nuevo yugo, el país reclama una nueva independencia. Y al igual que en
1810, la liberación debe comenzar por decir “no” a la sumisión y al engaño que
ahora, en 2018, toma la forma de un simulacro disfrazado de elección pero que
está diseñado para impedir el cambio de presidente y del modelo político-social
causante de la tragedia humanitaria que azota a los venezolanos.
Igual
que hace dos siglos, hoy nos toca de nuevo decir que NO para avanzar en el camino
de la libertad y la justicia. Nos toca decirle que NO al fraude del 20 de mayo,
porque queremos votar de verdad, en una elección justa, donde nuestro voto
cuente. No en este circo en el que la dictadura nos utilice para legitimarse
frente al mundo.
Porque
participar en el fraude es cumplir con la voluntad del dictador y rendirse a sus
amenazas, participar en el circo del 20 de mayo es decirle al mundo que aquí todo
está bien, que somos una democracia funcional. Eso es lo que quiere Maduro, utilizarnos
en su simulacro para lavarse la cara y perpetuarse en el poder, lo que significa
eternizar la severa crisis humanitaria, el dolor y la pobreza acelerada que hoy
sufrimos la inmensa mayoría de los venezolanos.
Hacerle
frente al fraude es organizarnos. ¡Estamos llamados a articularnos! Desde los
gremios, desde el trabajo, las academias y las universidades, desde el campo y las
ciudades, urbanizaciones y barrios, los que estamos aquí y también los que se han
ido. Y ese es precisamente nuestro objetivo de hoy:
Levantemos
de nuevo las banderas del 19 de abril, y vamos a constituirnos en cabildos
abiertos a lo largo y el ancho del país para recoger el sentir de los venezolanos,
rechazar el fraude del 20 de mayo y presionar para la realización de elecciones
libres.
Esta
gran movilización nacional se una a los demás esfuerzos para salir de la dictadura:
La decisión de la Asamblea Nacional en la que aprobó el proceso de enjuiciamiento
de Maduro por corrupción; la gira internacional del liderazgo para que los
gobiernos del mundo sigan acorralando a la dictadura y la protesta social de todos
los sectores que demandan solución a la crisis humanitaria que flagela a la inmensa
mayoría de los venezolanos.
Son
días oscuros los que vivimos, pero no podemos desmayar. Nuestra desesperanza es
el triunfo de la dictadura, ellos ganan si dejamos de luchar, nos derrotan si
dejamos de soñar con el país que queremos. ¡No los dejemos! ¡Conquistaremos
nuestro derecho a elegir libremente y a vivir con dignidad!
En
esta hora en la que el país reclama de sus hijos e hijas entrega y sacrificio,
estamos obligados a decir: aquí estoy Venezuela. Aquí estoy desde el alma de
quien vivió su infancia entre tus calles, aquí estoy desde el grito de los
jóvenes que te reclaman suya, aquí estoy desde quienes nos la jugamos por el
retorno de familiares y amigos y por la reconciliación de los venezolanos; aquí
estoy desde la grandeza de tus paisajes, desde lo que sabemos que podemos ser.
También estoy desde el deseo de levantarte con mis manos, de limpiarte las
heridas con mi trabajo. Aquí estoy para reconstruirte, aquí estoy desde el
sueño de envejecer en ti, entre amigos y familia, para ver crecer a nuestros
hijos y que después de una vida feliz nos volvamos tierra entre tu tierra, para
seguir aquí para siempre.
Siempre
valdrá la pena el sacrificio por este país, para hacer de nuevo del “Gloria al Bravo
Pueblo” y de nuestra bandera tricolor un proyecto sostenible para nuestros hijos.
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