DECLARACIÓN
ANTE LA CRISIS POLITICA Y HUMANITARIA
1.-
Como pastores urgidos por el amor de Cristo y ciudadanos de
esta patria Venezuela, nos dirigimos nuevamente al pueblo católico y a los
hombres y mujeres de buena voluntad para compartir nuestras preocupaciones.
Comprobamos alarmados, cómo los males señalados en nuestra Exhortación Pastoral
de enero de este año se han agravado: La hiperinflación ha acrecentado el
empobrecimiento general de la población, con la descomposición de la calidad de
vida de todos. La carencia generalizada de los servicios públicos de Luz
eléctrica, agua, gas, en todo el país que hace más difícil la vida. Todo ello
ante la sorprendente indiferencia de los responsables gubernamentales de estas
áreas para solventar estos problemas.
2.- El Estado ve cada día más
comprometido su rol sustitutivo para asegurar los insumos básicos para la
subsistencia del pueblo. Todo esto se traduce en más hambre y desempleo. A ello
se suma el aumento de la insalubridad por la aparición incontrolable de
epidemias y de enfermedades en las poblaciones más vulnerables, con el
agravante de la carencia de medicamentos para los tratamientos. Toda esta
problemática está generando un gran número de protestas a lo largo y ancho de
todo el país, que aunque silenciadas por los medios de comunicación, se van
acrecentando.
3.-
La emigración está tomando cada día mayores proporciones. Afecta a
todos los niveles sociales. Se realiza en condiciones cada vez más precarias.
Rompe los lazos familiares, trae consigo desolación y abandono de los mayores y
de los niños. Las muertes, que ya comienzan a producirse de hermanos emigrantes,
siembran mayor dolor en sus familias. Agradecemos a los países que han acogido,
a través de sus organizaciones de ayuda humanitaria, a los venezolanos que se
han visto obligados a salir del país. De igual forma a las instituciones
eclesiales que trabajan con migrantes, a las Caritas, por la atención brindada
a los hermanos venezolanos.
4.- Ante problemas humanos de
tal magnitud, se deslegitima la realización de las elecciones
presidenciales, convocadas para el próximo 20 de mayo. Tal como están concebidas,
sin las suficientes garantías que identifican todo proceso electoral libre,
confiable, transparente, con innumerables inhabilitaciones de posibles
candidatos, lejos de aportar una solución a la crisis que vive el país, pueden
agravarla y conducirlo a una catástrofe humanitaria sin precedentes. Por
tanto, es urgente su postergación para el último trimestre del año.
5.- Hacemos nuevamente un
apremiante llamado, en primer lugar a los gobernantes y responsables de la
nación, a tomar conciencia de su responsabilidad en todos estos males,
a escuchar al pueblo y a abocarse, sin más dilación, con la ayuda y
colaboración de la empresa privada, e incluso de países hermanos, si hace
falta, a controlar la hiperinflación, a facilitar la búsqueda de soluciones
políticas que detengan estos males, antes de que alcancen proporciones
incontrolables y cotas dolorosas de destrucción y muerte.
6.-En segundo lugar, todos los
venezolanos, hemos de tomar conciencia que está en juego en estos momentos no
solamente la realización de un evento comicial más o la merma transitoria de la
calidad de vida de un pueblo, sino su misma existencia como nación libre,
fraterna y democrática.
7.- Los creyentes en
Jesucristo, vivo y resucitado tenemos la fe y la convicción de que la última
palabra no la tiene ni la soledad, ni el sufrimiento ni la desesperanza que
sufrimos cada uno y nuestras comunidades, sino la fuerza transformadora de la
vida de Dios, en Cristo resucitado. Con la fuerza de la fe y el empuje de la
esperanza, es posible asumir valientes y decididas actitudes de solidaridad y
darle un rumbo distinto a esta historia de muerte. Cristo quiere nuestra
conversión personal y comunitaria. Con este sólido fundamento, en Dios, siempre
hemos actuado los creyentes. Allí se apoya nuestra fe en el cambio y la
transformación de Venezuela y de sus habitantes.
Caracas, 23 de abril de 2018.
Con nuestra bendición.
24-04-18
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