Luis Ugalde S.J.
No queremos negociar, sino
que se vayan todos los corruptos-ineptos y su “Socialismo del siglo XXI”. De
acuerdo, pero cómo se logra eso. Ahí, en el cómo, empieza la política o
queda en evidencia la falta de ella. No basta anunciar lo necesario, la
política hace que lo necesario sea posible y que este se transforme en
realidad. No es buen médico quien rechaza la enfermedad y proclama la salud
pero ni cura ni sana.
En Venezuela hay centenares
que se consideran grandes políticos porque proclaman rotundamente la obvia
necesidad de salir del actual gobierno criminal, corrupto e inepto, sin
contaminarse en negociaciones: salir de todos, castigarlos y sustituirlos con
un gobierno impoluto. Perfecto. ¿Quién cree que esto no debe ser aplaudido?
Pero resulta que este buen deseo sin cómo, sin política, puede ser más
bien una ilusión de aparente visión superior y solución impecable, y venenosa
siembra de la antipolítica. Es como el médico ilusionista que no opera, ni da
tratamiento, ni cura, pero proclama rotundamente su verbal repudio a la
enfermedad.
Pero cambiar el infierno
venezolano en sociedad humana es hoy una tarea muy difícil: ¿cómo hacer
para que esa necesidad se convierta en efectiva posibilidad y
esta se transforme en realidad? En el cómo empieza la política y el
diálogo dialéctico entre la muy negativa realidad y el ideal de la sociedad
alternativa que queremos. Convertir el mal reinante en bien es tarea muy
exigente, dura y difícil y el animal político no se torea desde las gradas sino
jugándose la vida frente a los cuernos del animal.
Este terreno político, donde
se juegan ilusiones, falsas promesas y partos difíciles, es ideal para
embaucadores ambiciosos, pues la política es el reino del poder y quien se
apropia del Estado conquista la llave para disfrazar de bien común sus
ambiciones individuales. Las mayores propuestas políticas empiezan con la
frescura y brillo de los grandes ideales sociales; luego viene la frustrante
metamorfosis donde vemos con horror cómo algunas de las mariposas más bellas y
atractivas se convierten en asquerosos gusanos que se arrastran y engordan en
el estercolero. En las dos últimas décadas (1998-2018) hemos visto a líderes
chavistas transformados en gusanos de la política; algo más triste y
escandaloso que lo visto antes en partidos decadentes. Pero también hemos visto
nacer auténticos políticos honestos que han dado su comodidad y su vida para
que el cambio necesario se haga realidad. Centenares y miles de jóvenes (y no
tan jóvenes) que con su familia han perdido la paz y vida o están en la cárcel.
¿Cómo salir de este
régimen? Claro que es necesaria la salida de Maduro y su régimen
dictatorial, que se prolongó eliminando las elecciones presidenciales constitucionales
de fines del 2018. Sabemos que los usurpadores del poder no van a renunciar
voluntariamente. No es menos claro que esta dictadura tiránica ha acumulado
poderes, levantado murallas y trincheras para resistir y aplastar a quienes
quieren cambiar. Invocan grandes principios humanitarios y democráticos, pero
saben que su único argumento para perpetuarse es la fuerza.
Al mismo tiempo la gran
mayoría de los que fueron chavistas (incluso ministros) está convencida de que
este régimen podrido agoniza y su continuación es muerte para los venezolanos.
Este chavismo que sufre junto a la gran mayoría nacional reclama una
negociación para concretar la ruta de salida de la dictadura y la construcción
de una Venezuela democrática y próspera con oportunidades de vida para
todos. La absoluta necesidad de la salida del régimen y la reconstrucción
del país es un deseo que se estrella contra la fuerza del actual régimen
tiránico y dictatorial y la debilidad de nuestras fuerzas internas, aunque
potencialmente sean tan infinitas como el hambre y la miseria reinante. La
justicia necesita sumar una fuerza mayor que la tiranía.
En diciembre de 2018 los
demócratas aparecíamos divididos, disminuidos y casi anulados... Desde enero
todo ese potencial resurgió aglutinado en torno a Guaidó al ser elegido
presidente de la Asamblea Nacional y por tanto presidente encargado
de la República (art. 233) para conducir al restablecimiento
de la Constitución y a la elección presidencial. La esperanza empezó
a constituirse en fuerza creciente gracias a que la oposición democrática
–junto con más de medio centenar de las principales democracias del mundo– se
unió en torno al no reconocimiento del fraude electoral de mayo de 2018. Hoy el
mundo democrático (nacional e internacional) exige la salida del dictador para
ir cuanto antes a elecciones presidenciales sin Maduro, ni su CNE, ni su
tramposa Asamblea Constituyente, ni… Transición con medidas socioeconómicas
inmediatas, y elecciones libres sin candidatos opositores anulados, ni presos
políticos, con acompañamiento internacional…
Sumar y aglutinar fuerzas
para hacer valer esta verdad democrática frente a la fuerza de la tiranía. Que
en Oslo o en Barbados, en Lima, en Washington o en Bruselas, que esto sea lo
defendido dentro y fuera del país con el presidente encargado Guaidó. Sumar
todas las fuerzas morales y democráticas del mundo y todas las presiones para
que cese cuanto antes la actual situación criminal de muerte en todas las
dimensiones del país: política, economía, salud, educación, servicios públicos,
convivencia…
Es el camino político para
hacer posible lo necesario e impedir el fracaso de la transición y la
reconstrucción. Es un grave obstáculo la pereza política que evade el cómo y no
quiere integrar la pluralidad política en una tarea superior. Para llevar todo
esto adelante se necesitan y tenemos dirigentes muy sacrificados dispuestos a
sufrir todo ataque y persecución gubernamental (y de la antipolítica
opositora). Es también imprescindible que millones de venezolanos nos preguntemos
qué hago y qué puedo hacer yo para que la Venezuela necesaria se vaya
haciendo realidad en la reconstrucción nacional.
08-08-19
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