Isabel Pereira Pizani 05 de mayo de 2021
@isapereirap
En
medio del quiebre institucional que ha hundido a Venezuela surgen noticias
alarmantes. Del estado Apure nos llegan listas de las bajas ocurridas dentro de
nuestros soldados en su extraña participación en las guerras internas de las
Farc, alineándose con una de las facciones, la Nueva Marquetalia de Iván
Márquez y Jesús Santrich.
La
lista de bajas ya es pública: TF Nalwil José Torres Moreno, SM Santiago de
Jesús Reyes Farfán, SM/1 ª Ronald José Marcano Castillo, SM/2ª Wilmer de Jesús
Ferrobús Castillo, SM/2ª Andy José Miranda, S/1ª Álvaro Rafael Nariño Ostos,
S/2ª Michael Miguel Medina Sequera, S/2ª Luis David Lira Negrón y otros cuyos
nombres no han revelado.
El
régimen proclama que sus familias están de luto. La verdad es que todo el país
está de luto, sin siquiera saber con certeza por qué estos soldados venezolanos
estaban peleando y en nombre de qué eran sus luchas. Las dudas surgen cuando
pareciera que su muerte se debió a la participación al lado de una de las
fracciones en combate y no por la seguridad y defensa de nuestro territorio y
de su gente.
De
igual forma, un evento difícil de entender es la aparición del Coqui, un
personaje que podríamos llamar de contracultura y que desafiando el poder de
las instituciones intenta imponer un régimen de terror dentro de la capital de
la República. En las comunidades, los vecinos voltean los ojos hacia su
organización al margen de la ley liderada por este personaje, dotado de poder,
desafiante, armado en condiciones iguales o superiores a las fuerzas
institucionales, con control de comunidades y de pedazos del territorio. En
repetidas confrontaciones las fuerzas del Estado se han visto obligadas a
retirarse ante la “incapacidad” de someter a estas bandas delincuenciales
¿Acaso las fuerzas de seguridad de una nación no tienen capacidad para
controlar un territorio tan limitado? ¿O tan reducido grupo armado de 150
individuos?
En
fecha reciente se pudo constatar que los vecinos de una parroquia de Caracas
solicitaban audiencia al Coquí, un sujeto de nombre Carlos Luis Revette,
venezolano, convertido en dueño de la Cota 905, un pedazo de territorio dentro
de la ciudad capital de Venezuela. Esta persona no es capitán de un grupo de
combatientes en la montaña, de guerrillas rurales, con guarida desconocida, no
defiende ninguna ideología, está en el centro de la capital, en la Cota 905
ejerciendo un poder sin control en su vecindario. Una comunidad que ha crecido
como miles en este país de manera informal, sin conexión con servicios públicos
y sin seguridad de la vida y de los bienes materiales.
Hoy
somos testigos de un hecho sin precedentes, los vecinos de una zona aledaña a
la Cota 905, la urbanización El Paraíso, solicitan audiencia al Coqui ante el
fracaso continuo y la sordera de las instituciones del Estado. Protestan las
amenazantes invasiones de sus propiedades por personas procedentes de la Cota
905. La impotencia vecinal los ha llevado a cruzar la frontera y acudir a la
organización dirigida por este individuo cuyas demostraciones de poder, armamento
y capacidad de control son conocidas por todos.
Sería
el momento de reflexionar y evaluar qué decidir, ¿por quién tomar partido?,
¿pactar con “los Coqui” que existen en Petare, El Valle, Catia, 23 de Enero y
en cada uno de los estados del país?, ¿someterse a alguien como Gentil Duarte?
La magnitud de estos eventos ha obligado a Maduro a pedir ayuda a la ONU por su
incapacidad manifiesta para desarmar las minas caseras sembradas en nuestro
territorio. ¿Cuál es la posición ética, qué pensar sobre la guerra híbrida en
Apure y la Cota 905, podrán las Fuerzas armadas actuar negando la misión
asignada por la Constitución?
La
respuesta parece obvia. Sin embargo, la desesperanza que anida en gran parte de
los venezolanos hace estragos, alimenta la desconfianza y hace dudar de
cualquier alternativa que se intente llevar a cabo. Los proponentes de nuevas
vías son sometidos al escarnio público, se parte de considerar que cualquier
persona que proponga una solución concertada, pacífica, es un corrupto y otros
calificativos aún peores.
Tenemos
la oportunidad y el deber de adherirnos a iniciativas que promuevan la unidad
de todos los venezolanos que avancen hacia una transición concertada, que
permita elegir a nuestros gobernantes, decidir a quién le cedemos el poder de la
forma más democrática.
Isabel
Pereira Pizani
@isapereirap
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