Ángel Lombardi Lombardi 11 de junio de 2021
De
política todos opinamos y es natural. Algunos la estudian y es necesario. La
teoría política es milenaria y su abordaje filosófico y sistemático forma parte
importante de la historia del pensamiento. La praxis política es otra cosa,
relacionada pero diferente y cuyo oficio ejerce habitualmente el político.
Estas
precisiones las considero importantes porque cuando opinamos tienden a
confundirse. Para comprendernos mejor, utilizo el símil del deporte y el juego.
El ajedrez «simula» la guerra, igual que un juego «de cualquier deporte» simula
«un enfrentamiento”. Cada equipo tiene su «fanaticada» y, usualmente, los
competidores son igual de buenos y nadie sabe quién va a ganar; aunque cada
«fanático» piensa que el suyo es el mejor y debe ganar.
La
gran diferencia entre política y deporte es que no importa quien gane o pierda,
no afecta la realidad social y política. En política, quien gane o pierda es
importante, porque afecta directamente la vida y los intereses de cada uno y de
toda la sociedad en su conjunto, inclusive con repercusiones a nivel
internacional.
Política
y deporte «se parecen» en su lógica competitiva, pero son de naturaleza
diferente. El deporte responde a nuestras necesidades lúdicas, de espectáculo y
entretenimiento. La política es cualquier cosa, menos un juego. A uno puede
gustarle o no un deporte y practicar alguno o ninguno y no pasa nada.
Pero,
cuando nos ausentamos o pretendemos estar ausentes o ser neutrales en política,
ayudamos a crear un vacío o ausencia de ciudadanía. Por allí se nos «cuelan»
los malos gobernantes y los malos gobiernos. Igual de peligroso o más son los
fanatismos ideológicos, políticos y sectarismos partidistas. Ello significa la
posibilidad real de cancelar la política como ejercicio ciudadano plural y
democrático y de sistemas abiertos y se nos «cuela» la primitiva y brutal lucha
por el poder como hegemonía autoritaria/totalitaria.
Creo
que esto no lo terminamos de entender. Chávez y su grupo buscaban el poder con
un proyecto autoritario militar y devino, por diversas circunstancias, en un
proyecto comunista bajo guía y tutelaje castrista. Cuando decimos que Chávez y
Maduro han sido pésimos gobernantes estamos usando nuestra lógica ciudadana y
democrática, pero para su proyecto de poder longevo, autoritario/totalitario,
han sido completamente exitosos mientras conserven el poder y el gobierno como
medio de control y riqueza.
En la
lógica del régimen, intereses y conveniencias está todo lo que ha venido
ocurriendo: destrucción económica e institucional, éxodo masivo, anomia social,
falta de gasolina y hasta la pandemia les ha resultado beneficiosa.
Todo
lo que nos obliga a emigrar, nos desalienta y atemoriza le conviene al régimen;
hasta la justa queja los beneficia, porque la queja no expresa otra cosa que
nuestra indefensión e impotencia.
El
régimen compite y «juega» rudo en artes marciales y muchos, entre otros algunos
políticos y dirigentes, siguen añorando el grato y etílico dominó en que
terminó la política de la época del bipartidismo de AD y Copei. La política
siempre es complicada y compleja en cualquier sistema, época y circunstancias
y, en las nuestras, todo es más difícil. Para no naufragar, la oposición tiene
que respetarse entre sí y respetar las diversas opciones y decisiones por la
sencilla razón de que la praxis política, como presente absoluto, no tiene un
desenlace conocido o anticipado. Solo en el «después» se sabrá quién tuvo éxito
y razón.
Ángel
Lombardi Lombardi
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