Por Emma Sánchez Álvarez
El exsecretario de la MUD
dice que "está más o menos escrito lo que va a pasar el 9 de diciembre
(...) la inmensa mayoría de los concejos municipales van a quedar en manos del
PSUV, aun siendo esta una fuerza minoritaria en el país"
Jesús Torrealba Rodríguez,
mejor conocido como “Chúo”, es un periodista dedicado también a la política.
Durante dos años y medio ocupó la Secretaría General de la Mesa de Unidad y fue
escogido por consenso. Su historia personal cuenta que hasta 1974 fue militante
del Partido Comunista de Venezuela, que se graduó de profesor en el Pedagógico
de Caracas y de comunicador social en la Universidad Central de Venezuela.
Luego incursionó en la radio
y después en la televisión con el programa “Radar de los Barrios”, que
convirtió en una asociación civil diseñada y creada para desarrollar y promover
conexión social con la gente de los sectores más desprotegidos de Caracas.
Contrapunto conversó
con Torrealba para pulsar su opinión sobre las elecciones del 9 de diciembre;
la importante fecha del 10 de enero de 2019; también acerca de la situación de
fragilidad y división por la que atraviesa la oposición venezolana y, además,
sus propuestas para superar la crisis actual del país.
—Ya tenemos encima las
elecciones del 9 de diciembre. ¿Cuál es la perspectiva que tiene de este
proceso electoral?
—Es importante decir que una
oposición que no tenga claridad estratégica, que no tenga definido su objetivo
y que no tenga una hoja de ruta común, no puede participar con éxito ni en
procesos electorales, ni en procesos de luchas sociales, ni en procesos de
diálogo y negociación, ni en ningún proceso de lucha porque quien no sabe
adónde va, no puede transitar con éxito ningún camino porque no sabe cómo
escoger el camino. Ese es el drama.
—¿Pero debemos continuar
creyendo en el voto cuando hasta ahora la orden ha sido no participar ni votar?
—Yo soy de las personas que
piensa, por mi formación democrática y como activista ciudadano, que el voto es
una herramienta que jamás se puede desperdiciar. Ahora, en estas circunstancias
ya está más o menos escrito lo que va a pasar el 9 de diciembre: unos
participarán, otros no, otros, incluso, lo van a hacer de manera vergonzante
bajo tarjetas fantasmas, y todo eso va a generar desazón, desconcierto y
malestar en el marco de un sistema electoral que, en efecto, no genera
confianza en más de la mitad de la población. El resultado de eso será que la
inmensa mayoría de concejos municipales van a quedar en manos del PSUV, aun
siendo esta una fuerza minoritaria en el país. Esto es muy grave porque los
concejales son el eslabón del poder que debería estar más cercano al ciudadano
y a la comunidad y la situación en la que están hoy los ciudadanos y
comunidades es muchísimo más grave que hace apenas un año. No solamente por el
tema de la hiperinflación sino por el tema del agravamiento de todas las
condiciones de vida del ciudadano.
Hemos visto un deslave en lo
que es el sistema nacional de empresas y servicios públicos prácticamente en
todos los ámbitos, desde las compañías hidrológicas, hasta las de prestación
del servicio eléctrico, pasando por las compañías de recolección de basura.
Repito, todas las redes de servicio público colapsaron. Hoy Venezuela es un
país que se asemeja a las películas de ciencia ficción que presentan escenarios
postapocalípticos. La Venezuela de Maduro es la Venezuela de Mad Max, la
gente viaja en perreras para llegar a casas oscuras que no tienen agua y que
quedan en barrios y urbanizaciones que están en manos de bandas hamponiles. Esa
es la Venezuela de hoy, habitada por ciudadanos que en estas condiciones no van
a tener ni siquiera la posibilidad de tener un concejal que vele por su
realidad inmediata, porque la inoperancia de la oposición va a dejar que la
inmensa mayoría de los concejales sean en realidad agentes de ese mismo
gobierno incapaz.
—¿La oposición debe
participar en estas elecciones?
—El problema más allá de
decidir si participar o no, es qué debería ser la oposición. ¿Debería ser este
archipiélago de egoísmos que es hoy? ¿Este archipiélago de ambiciones
desmesuradas sin la madurez necesaria para coordinarse en un solo esfuerzo con
alguna probabilidad de éxito? No, evidentemente que no, la oposición debería
ser la dirección política de esa mayoría que quiere cambio, pero hacen falta
por lo menos tres cosas: en primer lugar la definición del objetivo deseable y
posible, ese objetivo, debo reconocerlo, el reciente documento aprobado en la
Asamblea Nacional pareciera un paso en esa dirección, cuando definen que el
objetivo a lograr es una transición a la democracia construida en paz.
Pareciera que, por fin, algunas direcciones políticas de la oposición se han
automanejado en relación con las dictaduras en Twitter.
— ¿Qué necesita la oposición
para encaminar su destino al éxito?
—Necesita definir también
cuál es la estrategia que haga posible llegar a ese objetivo, y en qué hoja de
ruta se concreta esa estrategia. Para tener las tres cosas, objetivo,
estrategia y hoja de ruta, es necesario contar con una dirección política.
Desde el 26 de octubre de 2016, direcciones políticas y dirigentes muy
importantes se dedicaron con entusiasmo digno de mejor causa a desmantelar la
unidad venezolana y la estrategia que hasta ese momento le había dado al campo
democrático los únicos éxitos relevantes que ha tenido. Bueno, eso que se hizo
hoy está pasando factura. Después de lo errores terribles del año 2017, de los
cuales, por cierto, nadie ha asumido responsabilidad; después del proceso de
desconcierto en el año 2018 cuando la hiperinflación ha construido una
situación muchísimo más grave y más difícil. Ahora no solo de cara al 9 de
diciembre sino al futuro inmediato, debemos reconocer que el peligro que
corremos es no solamente la permanencia en el poder del madurismo, sino también
la posibilidad de que Venezuela como Estado-nación se disuelva y se convierta
en otra cosa muy compleja y terrible.
Cambio pero sin violencia
—Tenemos que hablar también
de una fecha muy importante: el 10 de enero. ¿Qué me puede decir? ¿Qué va a
significar para la Asamblea Nacional y, además, para la política venezolana en
general?
—En efecto, el 10 de enero
es una fecha muy relevante, un hito muy importante en el proceso de la crisis
política venezolana. Ahora, es responsable advertir al país que el 10 de enero
por sí mismo no tiene efectos mágicos; es decir, no va a generar por sí mismo
un cambio efectivo en las relaciones de poder dentro y fuera del país. No lo va
a generar. Lo que va a hacer es generar una situación muchísimo más precaria
para el Gobierno en cuanto a su posición en el conjunto de las naciones, además
que será más ilegítimo su accionar dentro del país. Eso va a pasar el 10 de
enero, pero no tiene efectos mágicos porque durante demasiado tiempo se ha
jugado, demagógicamente, líneas rojas y líneas amarillas en las que al
cruzarlas se iban a producir mágicos procesos de implosión o quiebre. En más de
una ocasión, sectores diversos de la oposición han jugado con eso. Recuerdo
cuando se decía que jamás se iba a producir la elección de la asamblea
constituyente.
—El 10 de enero también es
un reto para la oposición….
—Lo que plantea es la
ampliación de las posibilidades. De qué oposición eficiente pudiera tener en
Venezuela. Ese es el punto. En este momento tienes a un país que, de acuerdo
con los datos más recientes que conocemos de todas las encuestas, revela que la
inmensa mayoría quiere cambio sin violencia. La inmensa mayoría del país quiere
salir de Maduro pero no a través de un trauma que profundice el daño y aumente
los costos. Eso desde el punto de vista interno. Internacionalmente pasa algo
similar. Los gobiernos del mundo desde Donald Trump, el Grupo de Lima, la Unión
Europea y Canadá. La inmensa mayoría de los gobiernos del mundo, con pocas
excepciones, China, Rusia, Corea del Norte, Cuba y el ámbito extraño del
islamismo, pero el resto apoya la lucha del pueblo democrático. Pero apoyan la
búsqueda de una salida política a la crisis venezolana, y para eso tiene que
haber alguien haciendo política en Venezuela y resulta que no lo hay.
El Gobierno no hace
política, lo que hace es bullying, y en ocasiones, como en el caso de
Fernando Albán, bullying sangriento. La oposición tiene el drama de
que buena parte de su dirigencia descree ahora de los instrumentos de la
política, sobre todo la que se encuentra en el exilio. Ahora reniegan de los
instrumentos de la acción política, no solamente del voto, sino de la organización
y movilización del pueblo. Confía en soluciones que dependen de valores
exógenos, como por ejemplo de la intervención humanitaria para no apellidarla,
como en efecto quieren hacer, de otra forma. Unos actores promoviendo
actitudes, conductas y discursos separados del accionar de la política, y otros
actores, los que están en el país, salvo el documento que acaban de aprobar en
la Asamblea Nacional, guardan un silencio sepulcral. Entonces, el 10 de enero
se va a ampliar la ventana de oportunidades para que una oposición coherente y
seria avance. El tema es: ¿tenemos oposición? El 10 de enero se van a
profundizar los problemas del Gobierno de Maduro, pero mientras el Gobierno de
Maduro esté solo, va a pasar como en el caso del boxeador que puede estar tirado
en la lona pero si está solo en el ring está ganando.
En enero será un momento
estelar de la AN
— ¿Qué va a pasar con
la Asamblea Nacional a partir del 10 de enero?
—La Asamblea Nacional va a
tener un momento realmente estelar, si es consecuente y consistente con el
documento que acaban de aprobar, en donde define por fin lo que sería el cambio
posible y deseable. Lo conducente ahora es avanzar y definir cuál es la
estrategia para el logro del objetivo, la estrategia global de la sociedad
venezolana.
Esa estrategia nacional
debería aterrizar en una hoja de ruta pactada, consensuada para que se
concrete. Cuando digo pactada lo subrayo: los actores de la oposición
venezolana tienen que pactar una hoja de ruta y respetarla cabalmente. Lo que
ha ocurrido hasta ahora es que los actores de la oposición venezolana en vez de
competir con Maduro, compiten entre ellos y tratan de explotar ventajas, se
sabotean y de esa manera termina ganando el Gobierno. Por eso insisto en la
importancia del consenso democrático que pudiera existir en la Asamblea
Nacional y del cual sería expresión el documento aprobado, y de esta forma
podría convertirse entonces en esa dirección política de la mayoritaria
sociedad civil venezolana que quiere cambio.
—¿Usted cree que visto el
comportamiento de la dirigencia de la oposición esto pueda ocurrir?
—Pudiera pasar pero depende
fundamentalmente de dos cosas; primero que los dirigentes, individualmente
considerados, se manejen con la madurez que hasta ahora no han exhibido. Hay
dirigentes de la oposición que un día dicen que está cancelada la ruta
democrática y dos semanas después dicen que quieren ser candidatos. Esos casos
de esquizofrenia, de inmadurez extrema, tienen que ser resueltos porque estamos
en un momento muy delicado. Antes cuando estábamos en una situación de relativa
normalidad dentro de esta anormalidad en que vivimos desde hace 20 años, los
errores de la oposición costaban votos, puestos, escaños, gobernaciones,
alcaldías; en este momento de hipercrisis los errores cuestan vidas. En el 2017
costaron más de 170 muertos. Los asesinos fueron las fuerzas de seguridad del
Estado y los grupos paramilitares, pero esos asesinos actuaron en el marco de
una convulsión política que fue promovida de manera irresponsable por una gente
que no tenía claridad de que es lo que estaba haciendo. Repito en una situación
como esta es necesario que los dirigentes, individualmente considerados, se
manejen con la madurez que hasta ahora no han mostrado y, por otro lado, es
necesario que los partidos actúen como organizaciones políticas, que dejen de
ser las extensiones de la ambición de un dirigente. Nos ha pasado demasiadas
veces los últimos años, ves como las alianzas entre los partidos suelen ser frágiles
y fugaces, funcionan para una cosa y tres semanas después ya no funcionan.
Lista de Tascón pero en la
oposición
—¿Cómo vio el debate sobre
el voto de censura para José Luis Zapatero?
—Estás poniendo un excelente
ejemplo, en el voto de censura contra Zapatero hay una determinada alineación,
y Voluntad Popular y Primero Justicia se comportan como parte de un coro
dirigido por María Corina Machado. Dan un espectáculo frente al país, promoviendo
y permitiendo que se construyera una especie de lista de Tascón pero dentro de
la oposición para perseguir a la gente por tomar determinadas posiciones
políticas. Semanas después ese mismo parlamento y esos mismos partidos aprueban
un documento completamente diferente donde establecen como objetivo político la
construcción de una transición a la vida democrática, rompiendo con el fulano
quiebre o implosión como solución al drama que estamos viviendo. Tu pregunta es
iluminadora porque me permite decirte que yo puedo estar de acuerdo con el
documento aprobado por esa mayoría, el problema es saber cuánto tiempo esa
mayoría va a creer lo mismo, porque si en dos o tres semanas se vuelven a
partir y dos o tres de esos partidos empiezan a hablar de otra cosa, seguiremos
en este mismo desorden que desde finales de 2016 nos ha llevado de derrota en
derrota. Por eso digo, respondiendo a tu pregunta, ¿cuál es el papel de la
Asamblea Nacional a partir del 10 de enero? Ese papel puede ser brillante si y
solo si se mantiene en el cauce en la búsqueda que expresa este último
documento, si no es así, la Asamblea Nacional se dirigirá hacia su propia
obsolescencia y disolución.
—No se entiende cómo todos
los brazos políticos creados por la oposición, Coordinadora Democrática, Mesa
de la Unidad y ahora el Frente Amplio, han fracasado en la búsqueda de una
salida a esta crisis. ¿A qué se debe ese fracaso tan rotundo de la oposición
que no ha podido en ninguno de sus intentos llegar a un cauce exitoso?
—En mi humilde opinión como
venezolano que ha sufrido este proceso y como persona que alguna vez tuve una
participación más directa y más cercana en este proceso, eso obedece a, ¿cómo
te diría?... el lenguaje no es inocente, el lenguaje expresa y refleja un conjunto
de realidades, entonces tú lo has dicho con claridad, la oposición no ha
trascendido su condición de mera oposición. Ha sido, a veces, muy eficiente
para oponerse, pero cuando gracias a sus éxitos como oposición necesita
convertirse en alternativa de poder, entonces es cuando fracasa. Nuestros
éxitos nos debe obligar a convertirnos en alternativa de poder y hasta ahora no
lo hemos hecho. Ahora deberíamos contar con una estrategia para llegar todos
juntos al poder, ejercerlos todos y garantizar de esa manera la estabilidad de
un nuevo proceso político que nos lleve a resolver el actual desastre y que nos
permita construir un país.
—¿Y cómo, según su criterio,
podría la oposición convertirse en una alternativa de poder?
—Para ser una alternativa de
poder no basta con tener votos, tienes que tener una estrategia única para
llegar juntos al poder, ejercerlo juntos y hacerlo con sostenibilidad que te
permita un desarrollo de país. La oposición venezolana no tiene eso. Nosotros
hasta ahora no hemos tenido una estrategia de poder común, hemos tenido
precandidatos presidenciales cada uno con su estrategia para llegar al poder y,
desgraciadamente, esas estrategias suelen ser excluyentes, no son estrategias
que puedan sumar y converger en un único esfuerzo, en un único propósito.
No tenemos una estrategia de
poder unitaria. Eso hay que decidirlo. A mí me llama profundamente la atención
cómo, aún hoy, hay gente que dice: “no hablemos de estrategia, no hablemos de
proyecto de país, no hablemos de eso porque nos divide, primero hay que salir
de Maduro, después se verá”. Resulta que esa irresponsabilidad ya nos ha
generado graves frustraciones nacionales.
—Hay quienes creen que se va
a generar en el país un quiebre o implosión por la crisis que ha generado todos
los errores del Gobierno…
—Eso no solamente es una
equivocación sino que a la luz del proceso histórico de los últimos 20 años
resulta una estafa, es vender una expectativa que no se va a realizar. En el
mejor de los casos eso llevaría a un golpe de Estado, y qué sería un golpe de
Estado: acabar con un régimen militar presidido por un civil para que venga un
régimen militar presidido por un militar. El problema sustantivo que tiene que
ver con salir del proceso de destrucción de Venezuela al que la ha llevado el gobierno
autoritario, es iniciar un proyecto de construcción nacional. Ese problema
sustantivo no tiene solución en los predicadores del quiebre. Es muy diferente
el planteamiento de la transición, los quiebres se producen si es que se
producen; en cambio las transiciones, se construyen y para eso tiene que haber
un conjunto de fuerzas que se comprometan a hacerlo. La oposición es un ente
vivo, donde hay liderazgos reales y está presente en 1.116 parroquias, en 335
municipios y en los 24 estados. Yo creo que sería un mecanismo de reinversión y
relanzamiento del campo democrático un proceso que permita que, desde todas las
instancias y lugares del país, la unidad democrática elijan cuáles son las
caras que deben emblematizar el esfuerzo unitario en cada uno de los
escenarios. Que se busque el mecanismo que sea.
—Algunos como Rafael Poleo y
Prociudadanos proponen la realización de unas primarias…
—Yo recuerdo que también lo
plantea el profesor Benigno de la UCAB. Ahora insisto que ese proceso tiene que
ser de abajo para arriba, porque si es al revés en una especie de torneo de
makerting, la persona que resulte electa va a ser abandonada por todos los que
pierden. Va a quedar colgado en la brocha y no en la cima del pastel. Para que
eso no ocurra, la unidad tiene que dejar de ser un sindicato de partidos, y
convertirse en un instrumento de la sociedad democrática venezolana. Eso se
logra exclusivamente si el proceso de primaria se hace de abajo para arriba, y
que esas 14 mil comunidades los opositores elijan quién va a ser el secretario
ejecutivo en esa región o comunidad.
—Henrique Capriles se ha
estado reuniendo con Henri Falcón, Henry Ramos y Manuel Rosales. Capriles
afirmó que existen sectas que están tratando de imponer un modelo político
dentro de la oposición. ¿Qué me puede decir en torno a estas nuevas reuniones y
qué posibilidad hay de que el otro sector que llaman los radicales, encabezado
por María Corina Machado, pueda entrar también en esa idea de buscar una
estrategia común?
—A mí me parece positivo que
los actores políticos opositores pasen de la dinámica infantil de no hablarse a
una etapa postadolescente, que es la necesidad de comunicarse. Estás diciendo
nombres y apellidos, pero recuerda que uno de esos dirigentes dijo hace poco:
“Yo no me siento en ninguna mesa donde esté Henry Ramos”. Lo dijo públicamente.
Por eso me parece positivo. Que se pase a la comprensión de entender que
hablarse, no solamente es bueno sino que es necesario y urgente. Me parece
importante que entienda que es terrible tener un archipiélago en la oposición,
o que tengamos tres plataformas: la de la señora Machado y Ledezma, la de Henri
Falcón y sus seguidores, y otra más vergonzante, sin nombre, que no se asume
como tal pero que podríamos llamar los viudos de la MUD, que intenta
enmascararse en el llamado Frente Amplio.
Es demasiado importante que
quienes lideran esas plataformas tengan la humildad de reconocer que sus
propios nombres y liderazgos son una respuesta demasiado pequeña frente a la
profundidad y plenitud de la crisis que tenemos. De manera sencilla, si reúnes
en un sitio a Capriles, Falcón, Rosales, Ramos y Machado y digan que están
unidos, es muy probable que eso por sí solo no tenga la fortaleza, ni la
capacidad de organizar y movilizar pueblo en función de un proyecto de poder,
es muy probable que sea una respuesta demasiado escasa en su dimensión real. Yo
creo que, en este momento, se cierra para la política en Venezuela el proceso
de los liderazgos mesiánicos.
20-11-18
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