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miércoles, 21 de noviembre de 2018

Jesús Torrealba: El problema no son las elecciones sino la debilidad de la oposición por @contrapuntovzla



Por Emma Sánchez Álvarez


El exsecretario de la MUD dice que "está más o menos escrito lo que va a pasar el 9 de diciembre (...) la inmensa mayoría de los concejos municipales van a quedar en manos del PSUV, aun siendo esta una fuerza minoritaria en el país"

Jesús Torrealba Rodríguez, mejor conocido como “Chúo”, es un periodista dedicado también a la política. Durante dos años y medio ocupó la Secretaría General de la Mesa de Unidad y fue escogido por consenso. Su historia personal cuenta que hasta 1974 fue militante del Partido Comunista de Venezuela, que se graduó de profesor en el Pedagógico de Caracas y de comunicador social en la Universidad Central de Venezuela.

Luego incursionó en la radio y después en la televisión con el programa “Radar de los Barrios”, que convirtió en una asociación civil diseñada y creada para desarrollar y promover conexión social con la gente de los sectores más desprotegidos de Caracas.

Contrapunto conversó con Torrealba para pulsar su opinión sobre las elecciones del 9 de diciembre; la importante fecha del 10 de enero de 2019; también acerca de la situación de fragilidad y división por la que atraviesa la oposición venezolana y, además, sus propuestas para superar la crisis actual del país.

—Ya tenemos encima las elecciones del 9 de diciembre. ¿Cuál es la perspectiva que tiene de este proceso electoral?

—Es importante decir que una oposición que no tenga claridad estratégica, que no tenga definido su objetivo y que no tenga una hoja de ruta común, no puede participar con éxito ni en procesos electorales, ni en procesos de luchas sociales, ni en procesos de diálogo y negociación, ni en ningún proceso de lucha porque quien no sabe adónde va, no puede transitar con éxito ningún camino porque no sabe cómo escoger el camino. Ese es el drama.


—¿Pero debemos continuar creyendo en el voto cuando hasta ahora la orden ha sido no participar ni votar?

—Yo soy de las personas que piensa, por mi formación democrática y como activista ciudadano, que el voto es una herramienta que jamás se puede desperdiciar. Ahora, en estas circunstancias ya está más o menos escrito lo que va a pasar el 9 de diciembre: unos participarán, otros no, otros, incluso, lo van a hacer de manera vergonzante bajo tarjetas fantasmas, y todo eso va a generar desazón, desconcierto y malestar en el marco de un sistema electoral que, en efecto, no genera confianza en más de la mitad de la población. El resultado de eso será que la inmensa mayoría de concejos municipales van a quedar en manos del PSUV, aun siendo esta una fuerza minoritaria en el país. Esto es muy grave porque los concejales son el eslabón del poder que debería estar más cercano al ciudadano y a la comunidad y la situación en la que están hoy los ciudadanos y comunidades es muchísimo más grave que hace apenas un año. No solamente por el tema de la hiperinflación sino por el tema del agravamiento de todas las condiciones de vida del ciudadano.

Hemos visto un deslave en lo que es el sistema nacional de empresas y servicios públicos prácticamente en todos los ámbitos, desde las compañías hidrológicas, hasta las de prestación del servicio eléctrico, pasando por las compañías de recolección de basura. Repito, todas las redes de servicio público colapsaron. Hoy Venezuela es un país que se asemeja a las películas de ciencia ficción que presentan escenarios postapocalípticos. La Venezuela de Maduro es la Venezuela de Mad Max, la gente viaja en perreras para llegar a casas oscuras que no tienen agua y que quedan en barrios y urbanizaciones que están en manos de bandas hamponiles. Esa es la Venezuela de hoy, habitada por ciudadanos que en estas condiciones no van a tener ni siquiera la posibilidad de tener un concejal que vele por su realidad inmediata, porque la inoperancia de la oposición va a dejar que la inmensa mayoría de los concejales sean en realidad agentes de ese mismo gobierno incapaz.


—¿La oposición debe participar en estas elecciones?

—El problema más allá de decidir si participar o no, es qué debería ser la oposición. ¿Debería ser este archipiélago de egoísmos que es hoy? ¿Este archipiélago de ambiciones desmesuradas sin la madurez necesaria para coordinarse en un solo esfuerzo con alguna probabilidad de éxito? No, evidentemente que no, la oposición debería ser la dirección política de esa mayoría que quiere cambio, pero hacen falta por lo menos tres cosas: en primer lugar la definición del objetivo deseable y posible, ese objetivo, debo reconocerlo, el reciente documento aprobado en la Asamblea Nacional pareciera un paso en esa dirección, cuando definen que el objetivo a lograr es una transición a la democracia construida en paz. Pareciera que, por fin, algunas direcciones políticas de la oposición se han automanejado en relación con las dictaduras en Twitter.

— ¿Qué necesita la oposición para encaminar su destino al éxito?

—Necesita definir también cuál es la estrategia que haga posible llegar a ese objetivo, y en qué hoja de ruta se concreta esa estrategia. Para tener las tres cosas, objetivo, estrategia y hoja de ruta, es necesario contar con una dirección política. Desde el 26 de octubre de 2016, direcciones políticas y dirigentes muy importantes se dedicaron con entusiasmo digno de mejor causa a desmantelar la unidad venezolana y la estrategia que hasta ese momento le había dado al campo democrático los únicos éxitos relevantes que ha tenido. Bueno, eso que se hizo hoy está pasando factura. Después de lo errores terribles del año 2017, de los cuales, por cierto, nadie ha asumido responsabilidad­; después del proceso de desconcierto en el año 2018 cuando la hiperinflación ha construido una situación muchísimo más grave y más difícil. Ahora no solo de cara al 9 de diciembre sino al futuro inmediato, debemos reconocer que el peligro que corremos es no solamente la permanencia en el poder del madurismo, sino también la posibilidad de que Venezuela como Estado-nación se disuelva y se convierta en otra cosa muy compleja y terrible.

Cambio pero sin violencia

—Tenemos que hablar también de una fecha muy importante­: el 10 de enero. ¿Qué me puede decir? ¿Qué va a significar para la Asamblea Nacional y, además, para la política venezolana en general?

—En efecto, el 10 de enero es una fecha muy relevante, un hito muy importante en el proceso de la crisis política venezolana. Ahora, es responsable advertir al país que el 10 de enero por sí mismo no tiene efectos mágicos; es decir, no va a generar por sí mismo un cambio efectivo en las relaciones de poder dentro y fuera del país. No lo va a generar. Lo que va a hacer es generar una situación muchísimo más precaria para el Gobierno en cuanto a su posición en el conjunto de las naciones, además que será más ilegítimo su accionar dentro del país. Eso va a pasar el 10 de enero, pero no tiene efectos mágicos porque durante demasiado tiempo se ha jugado, demagógicamente, líneas rojas y líneas amarillas en las que al cruzarlas se iban a producir mágicos procesos de implosión o quiebre. En más de una ocasión, sectores diversos de la oposición han jugado con eso. Recuerdo cuando se decía que jamás se iba a producir la elección de la asamblea constituyente.

—El 10 de enero también es un reto para la oposición….

—Lo que plantea es la ampliación de las posibilidades. De qué oposición eficiente pudiera tener en Venezuela. Ese es el punto. En este momento tienes a un país que, de acuerdo con los datos más recientes que conocemos de todas las encuestas, revela que la inmensa mayoría quiere cambio sin violencia. La inmensa mayoría del país quiere salir de Maduro pero no a través de un trauma que profundice el daño y aumente los costos. Eso desde el punto de vista interno. Internacionalmente pasa algo similar. Los gobiernos del mundo desde Donald Trump, el Grupo de Lima, la Unión Europea y Canadá. La inmensa mayoría de los gobiernos del mundo, con pocas excepciones, China, Rusia, Corea del Norte, Cuba y el ámbito extraño del islamismo, pero el resto apoya la lucha del pueblo democrático. Pero apoyan la búsqueda de una salida política a la crisis venezolana, y para eso tiene que haber alguien haciendo política en Venezuela y resulta que no lo hay.

El Gobierno no hace política, lo que hace es bullying, y en ocasiones, como en el caso de Fernando Albán, bullying sangriento. La oposición tiene el drama de que buena parte de su dirigencia descree ahora de los instrumentos de la política, sobre todo la que se encuentra en el exilio. Ahora reniegan de los instrumentos de la acción política, no solamente del voto, sino de la organización y movilización del pueblo. Confía en soluciones que dependen de valores exógenos, como por ejemplo de la intervención humanitaria para no apellidarla, como en efecto quieren hacer, de otra forma. Unos actores promoviendo actitudes, conductas y discursos separados del accionar de la política, y otros actores, los que están en el país, salvo el documento que acaban de aprobar en la Asamblea Nacional, guardan un silencio sepulcral. Entonces, el 10 de enero se va a ampliar la ventana de oportunidades para que una oposición coherente y seria avance. El tema es: ¿tenemos oposición? El 10 de enero se van a profundizar los problemas del Gobierno de Maduro, pero mientras el Gobierno de Maduro esté solo, va a pasar como en el caso del boxeador que puede estar tirado en la lona pero si está solo en el ring está ganando.


En enero será un momento estelar de la AN

— ¿Qué va a pasar con la Asamblea Nacional a partir del 10 de enero?

—La Asamblea Nacional va a tener un momento realmente estelar, si es consecuente y consistente con el documento que acaban de aprobar, en donde define por fin lo que sería el cambio posible y deseable. Lo conducente ahora es avanzar y definir cuál es la estrategia para el logro del objetivo, la estrategia global de la sociedad venezolana.

Esa estrategia nacional debería aterrizar en una hoja de ruta pactada, consensuada para que se concrete. Cuando digo pactada lo subrayo: los actores de la oposición venezolana tienen que pactar una hoja de ruta y respetarla cabalmente. Lo que ha ocurrido hasta ahora es que los actores de la oposición venezolana en vez de competir con Maduro, compiten entre ellos y tratan de explotar ventajas, se sabotean y de esa manera termina ganando el Gobierno. Por eso insisto en la importancia del consenso democrático que pudiera existir en la Asamblea Nacional y del cual sería expresión el documento aprobado, y de esta forma podría convertirse entonces en esa dirección política de la mayoritaria sociedad civil venezolana que quiere cambio.

—¿Usted cree que visto el comportamiento de la dirigencia de la oposición esto pueda ocurrir?

—Pudiera pasar pero depende fundamentalmente de dos cosas; primero que los dirigentes, individualmente considerados, se manejen con la madurez que hasta ahora no han exhibido. Hay dirigentes de la oposición que un día dicen que está cancelada la ruta democrática y dos semanas después dicen que quieren ser candidatos. Esos casos de esquizofrenia, de inmadurez extrema, tienen que ser resueltos porque estamos en un momento muy delicado. Antes cuando estábamos en una situación de relativa normalidad dentro de esta anormalidad en que vivimos desde hace 20 años, los errores de la oposición costaban votos, puestos, escaños, gobernaciones, alcaldías; en este momento de hipercrisis los errores cuestan vidas. En el 2017 costaron más de 170 muertos. Los asesinos fueron las fuerzas de seguridad del Estado y los grupos paramilitares, pero esos asesinos actuaron en el marco de una convulsión política que fue promovida de manera irresponsable por una gente que no tenía claridad de que es lo que estaba haciendo. Repito en una situación como esta es necesario que los dirigentes, individualmente considerados, se manejen con la madurez que hasta ahora no han mostrado y, por otro lado, es necesario que los partidos actúen como organizaciones políticas, que dejen de ser las extensiones de la ambición de un dirigente. Nos ha pasado demasiadas veces los últimos años, ves como las alianzas entre los partidos suelen ser frágiles y fugaces, funcionan para una cosa y tres semanas después ya no funcionan.

Lista de Tascón pero en la oposición

—¿Cómo vio el debate sobre el voto de censura para José Luis Zapatero?

—Estás poniendo un excelente ejemplo, en el voto de censura contra Zapatero hay una determinada alineación, y Voluntad Popular y Primero Justicia se comportan como parte de un coro dirigido por María Corina Machado. Dan un espectáculo frente al país, promoviendo y permitiendo que se construyera una especie de lista de Tascón pero dentro de la oposición para perseguir a la gente por tomar determinadas posiciones políticas. Semanas después ese mismo parlamento y esos mismos partidos aprueban un documento completamente diferente donde establecen como objetivo político la construcción de una transición a la vida democrática, rompiendo con el fulano quiebre o implosión como solución al drama que estamos viviendo. Tu pregunta es iluminadora porque me permite decirte que yo puedo estar de acuerdo con el documento aprobado por esa mayoría, el problema es saber cuánto tiempo esa mayoría va a creer lo mismo, porque si en dos o tres semanas se vuelven a partir y dos o tres de esos partidos empiezan a hablar de otra cosa, seguiremos en este mismo desorden que desde finales de 2016 nos ha llevado de derrota en derrota. Por eso digo, respondiendo a tu pregunta, ¿cuál es el papel de la Asamblea Nacional a partir del 10 de enero? Ese papel puede ser brillante si y solo si se mantiene en el cauce en la búsqueda que expresa este último documento, si no es así, la Asamblea Nacional se dirigirá hacia su propia obsolescencia y disolución.


—No se entiende cómo todos los brazos políticos creados por la oposición, Coordinadora Democrática, Mesa de la Unidad y ahora el Frente Amplio, han fracasado en la búsqueda de una salida a esta crisis. ¿A qué se debe ese fracaso tan rotundo de la oposición que no ha podido en ninguno de sus intentos llegar a un cauce exitoso?

—En mi humilde opinión como venezolano que ha sufrido este proceso y como persona que alguna vez tuve una participación más directa y más cercana en este proceso, eso obedece a, ¿cómo te diría?... el lenguaje no es inocente, el lenguaje expresa y refleja un conjunto de realidades, entonces tú lo has dicho con claridad, la oposición no ha trascendido su condición de mera oposición. Ha sido, a veces, muy eficiente para oponerse, pero cuando gracias a sus éxitos como oposición necesita convertirse en alternativa de poder, entonces es cuando fracasa. Nuestros éxitos nos debe obligar a convertirnos en alternativa de poder y hasta ahora no lo hemos hecho. Ahora deberíamos contar con una estrategia para llegar todos juntos al poder, ejercerlos todos y garantizar de esa manera la estabilidad de un nuevo proceso político que nos lleve a resolver el actual desastre y que nos permita construir un país.

—¿Y cómo, según su criterio, podría la oposición convertirse en una alternativa de poder?

—Para ser una alternativa de poder no basta con tener votos, tienes que tener una estrategia única para llegar juntos al poder, ejercerlo juntos y hacerlo con sostenibilidad que te permita un desarrollo de país. La oposición venezolana no tiene eso. Nosotros hasta ahora no hemos tenido una estrategia de poder común, hemos tenido precandidatos presidenciales cada uno con su estrategia para llegar al poder y, desgraciadamente, esas estrategias suelen ser excluyentes, no son estrategias que puedan sumar y converger en un único esfuerzo, en un único propósito.

No tenemos una estrategia de poder unitaria. Eso hay que decidirlo. A mí me llama profundamente la atención cómo, aún hoy, hay gente que dice: “no hablemos de estrategia, no hablemos de proyecto de país, no hablemos de eso porque nos divide, primero hay que salir de Maduro, después se verá”. Resulta que esa irresponsabilidad ya nos ha generado graves frustraciones nacionales.

—Hay quienes creen que se va a generar en el país un quiebre o implosión por la crisis que ha generado todos los errores del Gobierno…

—Eso no solamente es una equivocación sino que a la luz del proceso histórico de los últimos 20 años resulta una estafa, es vender una expectativa que no se va a realizar. En el mejor de los casos eso llevaría a un golpe de Estado, y qué sería un golpe de Estado: acabar con un régimen militar presidido por un civil para que venga un régimen militar presidido por un militar. El problema sustantivo que tiene que ver con salir del proceso de destrucción de Venezuela al que la ha llevado el gobierno autoritario, es iniciar un proyecto de construcción nacional. Ese problema sustantivo no tiene solución en los predicadores del quiebre. Es muy diferente el planteamiento de la transición, los quiebres se producen si es que se producen; en cambio las transiciones, se construyen y para eso tiene que haber un conjunto de fuerzas que se comprometan a hacerlo. La oposición es un ente vivo, donde hay liderazgos reales y está presente en 1.116 parroquias, en 335 municipios y en los 24 estados. Yo creo que sería un mecanismo de reinversión y relanzamiento del campo democrático un proceso que permita que, desde todas las instancias y lugares del país, la unidad democrática elijan cuáles son las caras que deben emblematizar el esfuerzo unitario en cada uno de los escenarios. Que se busque el mecanismo que sea.

—Algunos como Rafael Poleo y Prociudadanos proponen la realización de unas primarias…

—Yo recuerdo que también lo plantea el profesor Benigno de la UCAB. Ahora insisto que ese proceso tiene que ser de abajo para arriba, porque si es al revés en una especie de torneo de makerting, la persona que resulte electa va a ser abandonada por todos los que pierden. Va a quedar colgado en la brocha y no en la cima del pastel. Para que eso no ocurra, la unidad tiene que dejar de ser un sindicato de partidos, y convertirse en un instrumento de la sociedad democrática venezolana. Eso se logra exclusivamente si el proceso de primaria se hace de abajo para arriba, y que esas 14 mil comunidades los opositores elijan quién va a ser el secretario ejecutivo en esa región o comunidad.

—Henrique Capriles se ha estado reuniendo con Henri Falcón, Henry Ramos y Manuel Rosales. Capriles afirmó que existen sectas que están tratando de imponer un modelo político dentro de la oposición. ¿Qué me puede decir en torno a estas nuevas reuniones y qué posibilidad hay de que el otro sector que llaman los radicales, encabezado por María Corina Machado, pueda entrar también en esa idea de buscar una estrategia común?

—A mí me parece positivo que los actores políticos opositores pasen de la dinámica infantil de no hablarse a una etapa postadolescente, que es la necesidad de comunicarse. Estás diciendo nombres y apellidos, pero recuerda que uno de esos dirigentes dijo hace poco: “Yo no me siento en ninguna mesa donde esté Henry Ramos”. Lo dijo públicamente. Por eso me parece positivo. Que se pase a la comprensión de entender que hablarse, no solamente es bueno sino que es necesario y urgente. Me parece importante que entienda que es terrible tener un archipiélago en la oposición, o que tengamos tres plataformas: la de la señora Machado y Ledezma, la de Henri Falcón y sus seguidores, y otra más vergonzante, sin nombre, que no se asume como tal pero que podríamos llamar los viudos de la MUD, que intenta enmascararse en el llamado Frente Amplio.

Es demasiado importante que quienes lideran esas plataformas tengan la humildad de reconocer que sus propios nombres y liderazgos son una respuesta demasiado pequeña frente a la profundidad y plenitud de la crisis que tenemos. De manera sencilla, si reúnes en un sitio a Capriles, Falcón, Rosales, Ramos y Machado y digan que están unidos, es muy probable que eso por sí solo no tenga la fortaleza, ni la capacidad de organizar y movilizar pueblo en función de un proyecto de poder, es muy probable que sea una respuesta demasiado escasa en su dimensión real. Yo creo que, en este momento, se cierra para la política en Venezuela el proceso de los liderazgos mesiánicos.

20-11-18




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