Por Eduardo Matute A.
El desarrollo tecnológico
cambia los procesos sobre los cuales se basan las empresas. Generalmente, una
empresa o cambia su proceso y se adapta a las nuevas modalidades, o lo enfrenta
y termina superada por él, o simplemente muere.
Ejemplos existen desde hace
años. Desde la empresa Kodak, pionera en la producción y comercialización de
material fotográfico, apenas sobreviviente después de la transformación digital
de los últimos 30 años. O las empresas suizas de relojería mecánica, superadas
por la relojería de cuarzo impulsada por la firma japonesa Seiko. La generación
de la posguerra de Vietnam vivió la despedida de IBM, el gigante de las
computadoras que desoyó la competencia de los equipos personales.
Las empresas del sector
público no escapan a este proceso, O se adaptan o mueren. O viven del impuesto
sin aportar ningún valor agregado a la sociedad. En Costa Rica, antes como caso
de estudio y ahora como chanza, se analiza el criterio de la empresa pública de
telefonía (el ICE), cuando intentó prohibir el uso de la plataforma Skype, por
atentar contra el interés del Estado, o mas recientemente, con las llamadas por
voz IP. En ambos casos, criterio rechazado, tanto por el propio ejecutivo, como
por la sociedad al votar favorablemente la apertura del mercado de comunicaciones
en el referéndum nacional sobre el tratado de libre comercio, en el año 2007.
En el área de la
distribución de correspondencias y paqueterías, en el cual las empresas que
pertenecen al sector público, han visto amenazadas sus posiciones de control
del mercado, tanto por el crecimiento de empresas privadas, como los cambios
tecnológicos, aquellas han reaccionado de manera diversa, que van desde la
experiencia venezolana, del cobro del impuesto a la correspondencia y
paquetería que circula por las cadenas privadas destinada a mantener a la
empresa pública deficitaria Ipostel, que vive gracias al trabajo de otros,
hasta la experiencia alemana de correo público, convertido en transnacional,
bajo la figura de la DHL.
En Costa Rica, la empresa
pública de correos transformó su operación, basándose en dos ventajas
competitivas insoslayables: Sus 145 oficinas -144 físicas y una virtual-, la
mayor red de oficinas existente en el país y el personal con el mejor
conocimiento físico del territorio. El primer paso en esta transformación
fue su conversión en sociedad anónima, con presupuesto operativo propio. Esta
conversión posibilitó su separación del presupuesto nacional y la creación de
nuevas modalidades de negocio.
Además del correo postal
desde el exterior, hoy es la mayor distribuidora de paquetería del país, en
abierta competencia con las empresas operadoras privadas
Además, acordó convenios
para la emisión de pasaportes nacionales y cédulas de residencia para
extranjeros, para la distribución de pasaportes con las principales embajadas,
para la utilización de servicios del registro nacional (distribución de placas
de vehículos, emisión de documentos públicos, entre otros).
El volumen de correo
generado por la facturación de las empresas de agua, electricidad y telefonía,
su principal ingreso en el área de correspondencias, le fue suspendido en el
año 2015 por su transformación en facturas digitales. A esta disminución de
ingresos respondió con tres planes de expansión: el primero, la alianza
con portales de venta de productos chinos, acuerdos con pequeñas empresas para
la exportación y distribución interna de sus productos y la distribución para
entidades bancarias de datáfonos y su correspondiente papelería.
En el año 2017, luego del
pago de impuestos, la empresa le generó a su dueño, el Estado costarricense, 3
millones de dólares de utilidad. Es posible transformar una empresa pública, si
se cuenta con una gerencia arriesgada, una utilización racional de sus ventajas
competitivas y un personal comprometido
23-11-18
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