Carlos Romero Mendoza 14 de noviembre de 2018
@carome31
El
Frente Amplio Venezuela Libre ha convocado a un congreso nacional para el
próximo 23 de noviembre del 2018, que previamente abrirá espacios de encuentro
e intercambio de ideas y opiniones entre ciudadanos, que libremente decidan
participar en cada uno de los estados del país.
En ese
congreso se propone debatir sobre la hoja de ruta de la sociedad democrática
para enfrentar con mayor efectividad los desafíos cívicos que tenemos en el
presente. En tal sentido, la metodología anunciada propone una mesa de trabajo
para abordar las acciones de lucha en el ámbito nacional, y otra, la
organización para abordar los desafíos desde el ámbito internacional.
Por
otro lado, el congreso nacional se presenta como una extraordinaria oportunidad
para identificar los consensos y disensos sobre aquellos grandes temas
políticos, económicos y sociales que resultan transversales para la
reconstrucción del país. En tal sentido,
la metodología propone una mesa de trabajo a través de la cual, se puede decir,
se legitimaría una visión compartida del país que todos aspiramos construir en
democracia.
Pero,
además, el congreso propone una mesa para el debate sobre la transición y las
elecciones, tema que sin duda alguna aporta un importante contenido a la hoja
de ruta que el congreso pueda construir como resultado de la jornada nacional.
Por último,
el congreso plantea dos temas claves en la efectividad para enfrentar los
desafíos políticos que, de inmediato, tenemos como sociedad. Se trata de
definir la organización del Frente Amplio y lograr construir una estrategia de
comunicación a través de las redes.
El
congreso nacional propuesto por el Frente Amplio Venezuela Libre se presenta
como una necesidad y, hasta ahora, como la única propuesta de conexión social a
nivel nacional, que no solo es viable, sino que además, con su agenda, responde
directamente a las deficiencias que hoy presenta nuestra lucha cívica y
pacífica por restaurar el orden constitucional y democrático en Venezuela.
La
disciplina, la participación masiva de los ciudadanos y la capacidad de
sistematizar las ideas, opiniones y propuestas en ese gran debate nacional,
serán los ingredientes fundamentales para lograr un importante documento final
que permita orientar y construir una efectiva hoja de ruta que, además, cohesionar
a la sociedad democrática en lo que ha denominado el Padre José Virtuoso como
una “unidad superior”.
Qué
importante sería para que este esfuerzo no quede como un acto más, tal y como
expresó Gerardo Blyde, que el documento final del congreso nacional del Frente
Amplio Venezuela Libre encuentre en la Asamblea Nacional un destinatario
político y estratégico, para que el mismo alimente un debate parlamentario que
lleve a la aprobación de un acuerdo político nacional, a través del cual la
Asamblea Nacional formalice las propuestas en un documento público, oficial e
institucional, que registre los lineamientos generales para un plan nacional de
reconstrucción y desarrollo del país.
Un
acuerdo político aprobado por la Asamblea Nacional, que registre las lineas
generales de los temas políticos, sociales y económicos sobre los cuales hay
consensos, que exprese el compromiso de apoyo al Frente Amplio Venezuela Libre
y a la hoja de ruta que se ha construido como resultado de un proceso de libre
participación nacional e inclusión social, contribuiría a rescatar importantes
niveles de confianza de los electores con respecto a los diputados y, además,
permitiría restaurar el valor de la legitimidad que ostenta la Asamblea
Nacional venezolana.
Pero
además, qué oportuno sería si ese acuerdo pudiera adecuar los grandes consensos
nacionales a los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, como un concreto
compromiso de la sociedad democrática frente a los grandes retos que se
plantean en la Agenda Global y que solo es viable alcanzar a través de la
democracia como forma de gobierno.
Esta
adecuación permitiría al mundo entero comprender, en unos términos globales ese
acuerdo nacional, su alcance y contenido. Pero además, facilitaría la
divulgación del desafío que tenemos como sociedad y contribuiría a generar
confianza en el ámbito internacional.
La
Asamblea Nacional tiene un rol a partir del 11 de enero 2019, fecha que marca
el inicio de una nueva etapa en la crisis venezolana y la cual estará muy
marcada por la incertidumbre. ¿Qué
expectativas tiene la sociedad venezolana en relación a ese rol que debe jugar
el parlamento nacional? Sin duda, debe ser una de las preguntas a responder en
ese Congreso Nacional, de manera que permita plantear las expectativas con
claridad y sin intermediarios.
Un
acuerdo aprobado por la Asamblea Nacional, producto del debate parlamentario y
como mandato de la sociedad civil, organizado de manera transparente y plural
en forma de Congreso Nacional, pareciera ser en estos momentos un instrumento
idóneo y efectivo para lograr niveles adecuados de cohesión en función de una
hoja de ruta para la restauración del orden constitucional y democrático del
país.
Y,
nuevamente, para que ese esfuerzo trascienda y no quede como un acto más,
también es fundamental que ese acuerdo propuesto por la Asamblea Nacional, sea
asumido y aceptado por los distintos actores politicos y sus organizaciones
partidistas, en acto público de compromiso frente a la sociedad venezolana y
con la Conferencia Episcopal Venezolana como garante del mismo.
Como
bien lo ha expresado el padre Virtuoso, el 11 de enero 2019, se intentará
imponer una prórroga ilegítima de la actual Presidencia, en consecuencia,
estamos llamados a defender la Constitución, su derecho a elegir y a cambiar de
gobernante[1], hasta ahora el Congreso Nacional propuesto por el Frente Amplio
Venezuela Libre, representa una oportunidad efectiva para cohesionarnos en
función de ese fin.
En
nuestras manos está una oportunidad, que solo exige levantar nuestra voz cívica
y pacífica, en un marco de libertad y respeto, para opinar, disentir y
proponer. Debemos ser proactivos y pasar del debate político vía tweets al
debate presencial.
Para
el 11 de enero ya está anunciado el no reconocimiento internacional al proceso
electoral presidencial del 2018 y a la Asamblea Constituyente. Está claro, de
eso no debe haber duda; mientras tanto, cada gobierno hace sus análisis
políticos correspondientes para ver cómo se responde a esa realidad y, en
nuestro caso, como sociedad, tenemos el deber moral y ético de diseñar una
estrategia con acciones concretas para dar respuesta a la misma.
¿Qué
tan dispuestos estamos para asumir este nuevo desafío? Los gobiernos del mundo
sin duda estarán valorando la respuesta de la sociedad democrática en esta
oportunidad.
Carlos
Romero Mendoza
@carome31
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