Por Marino J. González R.
La migración de Venezuela es
un problema de Estado para Colombia. Declaraciones presidenciales en los últimos
dos años así lo evidencian. La envergadura de este proceso es inmensa y
creciente. De allí que el gobierno de Colombia cooperara con el Banco Mundial
para elaborar un documento marco de políticas públicas para atender esta
situación en el corto, mediano y largo plazo.
El documento “Migración
desde Venezuela a Colombia”, presentado hace pocas semanas, ofrece aportes
tanto para conocer las dimensiones y características de la migración, como su
impacto en múltiples áreas, y para ponderar las alternativas de políticas.El
conocimiento de especialistas del Banco Mundial sobre procesos similares en
otros contextos, facilita la identificación de opciones para enfrentar
sistemáticamente la migración acelerada de Venezuela a Colombia.
En el documento se
califica esta migración como “sin precedentes”. También se señala que este
proceso ha cambiado completamente la dirección de la política migratoria de
Colombia. De país más bien interesado en que retornaran los nacionales que
tuvieron que marcharse en décadas pasadas, ahora Colombia debe hacer frente a
una llegada de migrantes de inmensas proporciones provenientes de
Venezuela. La velocidad y magnitud de esta migración es proporcional al
ritmo de destrucción económica que se ha profundizado en Venezuela desde la aparición
de la hiperinflación en noviembre del año pasado.
La población que ha tenido
que salir de Venezuela proviene del peor contexto económico y social en la
historia del país. No solamente son los efectos relacionados con las
características de los empleos que tenían, en su gran mayoría informales, en
una economía con casi un lustro sin crecimiento. También es una población sin
acceso adecuado a alimentos, medicamentos, con restricciones en la asistencia a
las escuelas, con 70% sin cobertura de seguros de salud. En los últimos
meses también es una población con casos de sarampión y difteria, con
posibilidad de propagar las epidemias de estas enfermedades.
En el documento del Banco
Mundial se indica que para septiembre de 2018, aproximadamente 1,2 millones de
personas que vivían en Venezuela se han trasladado a Colombia. De ellos, 300
mil son colombianos que decidieron retornar a su país. Es por ello que se
señalan las características de una migración mixta (los nacionales que retornan
y los que no tienen nacionalidad colombiana). Estos últimos tienen diferentes
condiciones migratorias (regular o irregular). También se destaca que durante
los primeros nueve meses de 2018, más de 700 mil personas provenientes de
Venezuela han llegado a Colombia para seguir a otro país.
Las dimensiones de esta
migración, que superan todo lo previsible, han tenido por supuesto un efecto en
Colombia, especialmente en la prestación de servicios y en las condiciones del
mercado laboral
De allí que se implementen
mecanismos de atención a esta población en áreas de salud y educación, para lo
cual la situación migratoria implica diferencias en el acceso. Se estima en el
documento que la atención a los migrantes tiene una repercusión de 0,2% a 0,4%
del PIB en los gastos fiscales de Colombia.
Esta migración tiene un
mayor impacto relativo en las zonas fronterizas. Esto es, la población migrante
representa una proporción significativa de la población total. Lo relevante es
que estas zonas fronterizas también son las menos desarrolladas de Colombia,
con menor cobertura de servicios y posibilidades productivas. Y es justamente
en estas condiciones que pueden surgir las oportunidades. También el
documento señala la importancia de analizar los posibles efectos beneficiosos
de esta migración.
Tal como ha sido la
experiencia en este último año, el documento destaca que el empeoramiento de
las condiciones económicas y sociales de Venezuela influirá en la continuación
de la migración. De manera que las previsiones, en términos de servicios y atención
a los migrantes, tenderán a aumentar. También se sabe que en las zonas
fronterizas la migración venezolana cuenta con ventajas por su preparación para
las actividades productivas. Por supuesto, inicialmente genera recelos de parte
de los trabajadores de nacionalidad colombiana. De hecho, se ha reportado la
disminución del empleo formal en estas zonas, al mismo tiempo que el aumento de
la economía informal con la llegada de venezolanos.
Ahora bien, esta combinación
de migración que trae nuevas capacidades en un entorno caracterizado por la
brecha que existe con respecto a otras zonas de Colombia, puede servir de
catalizador de nuevas modalidades productivas. Este aspecto está enunciado en
la recomendación 2.4 del documento al destacar la importancia de proyectos
productivos en las zonas receptoras de migración.
Una opción podría ser la
creación de un Fondo de Apoyo a Emprendimientos Productivos, de manera que los
nuevos empleos de venezolanos no compitan con los empleos formales de la
población colombiana. Estos nuevos emprendimientos, con incentivos para una
rápida formalización, permitirían que se formen nuevas asociaciones productivas
en estas zonas. Si también en esas zonas se facilita el reconocimiento de
títulos a los migrantes venezolanos (como se señala en la recomendación 3.2 del
documento), se aprovecharía tanto las capacidades actuales como las derivadas
de un mayor nivel de especialización.
Quizás estas zonas
fronterizas, hoy con grandes brechas de desarrollo, se pueden convertir en
áreas de nuevos niveles de productividad. Al estar en la frontera pueden tener
un efecto sinérgico en la economía de Venezuela cuando se tenga otra dirección
de políticas.
Probablemente el mayor reto
del gobierno de Colombia es convertir los dramas de esta migración en
oportunidades de bienestar. Ojalá que así sea
21-11-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico