Emilio Nouel 12 de noviembre de 2018
Los
únicos que salieron victoriosos de la absurda votación que se dio en la
Asamblea Nacional el día martes pasado son el inefable señor Zapatero y su
mandante.
Es
deprimente que nuestros diputados pierdan el tiempo en un debate de esa
naturaleza cuando hay otros asuntos más importantes y de mayor interés para un
país agobiado como el nuestro.
Es
sabido que un grupo de diputados propuso al parlamento censurar al ex
presidente del gobierno español, por su actuación y declaraciones en la crisis
venezolana.
Pero
más allá del resultado cuantitativo de ese episodio en el seno de una oposición
dispersa y sin norte claro, el resultado político es lastimoso, sin mencionar
lo que ha generado en las redes sociales.
Para
el que no lo tenga claro, Zapatero no solo en Europa sino también en su propio
país, es un personaje que no tiene la relevancia ni la audiencia en relación
con la crisis venezolana, que algunos le adjudican. Basta conocer lo que dicen
de sus gestiones los funcionarios diplomáticos, incluso españoles. Como decimos
en Venezuela coloquialmente, nadie de importancia “le para”. Es insignificante
su influencia, si es que tiene alguna.
Lo que
sí está claro es su compromiso con el gobierno chavista, al cual asesora y
sirve. Sus declaraciones sobre lo que ocurre en
Venezuela
dejan a las claras con quien se identifica. Decir, por ejemplo, que en relación
con el asesinato del concejal Alban hay que esperar que las instituciones
actúen, es poco menos que una burla cínica y macabra de Zapatero, habida cuenta
de cómo sabemos que ellas funcionan en la actualidad.
Zapatero
es un mensajero tarifado de la tiranía militar venezolana. No debe quedar dudas
al respecto. No fue ni es un mediador o facilitador en el conflicto venezolano,
como algunos, incluso en la oposición, erróneamente lo creyeron.
En
tanto que correveidile del gobierno, es un mandatario de este último. Lo
representa, y tiene hasta cierto punto derecho a ello. Cada quien hace de su
vida lo que me mejor le convenga.
¿Qué
podemos entonces esperar de él? Lo mismo que de Jorge Rodríguez o su hermana,
con seguridad, aunque mejorado en las formas.
Sin
embargo, hay un “detalle” que no podemos pasar por alto, porque tiene que ver
con la relevancia que algunos le dan en el seno de la oposición.
No es
un secreto que el “interfecto” tiene sus amiguetes en el campo opositor, unos
pocos, eso sí, y que en este sector político se ha pretendido vender
interesadamente la idea de que a través de aquél se puede llegar mejor al
gobierno en función de un eventual diálogo o negociación. Es decir, que
Zapatero, según sus carnales venezolanos, sería un canal idóneo y hasta
conveniente para los intereses de la oposición.
Más
allá de para qué pueda servirnos Zapatero, queda claro su papel y a quien
representa.
Pero
lo que es inaceptable es que tal personaje genere en la oposición, que ya tiene
suficientes problemas que enfrentar en el país y a su interior, un debate
absurdo e inútil; que no aporta nada a la lucha que estamos librando por salir
de una tiranía que destruye el país y su gente.
Razón
tuvo la diputada Delsa Solórzano al asumir la posición que adoptó ante un tal
despropósito. A ella envío un reconocimiento especial por una conducta que la
enaltece. Era la posición correcta política, a mi juicio, la de no prestarse a
una diatriba insustancial, que no ve el bosque, sino los árboles. Una polémica
que no aporta ningún beneficio a la oposición democrática; que más bien la
perjudica, ahondando las diferencias que la consumen. Y que desgraciadamente,
solo la motivan intereses políticos mezquinos de ciertos grupos en su seno, en
su propósito de imponerse a los demás en una lucha suicida incomprensible.
De
toda esta estupidez política, los que han salido triunfantes son Maduro y su
recadero Zapatero.
EMILIO
NOUEL V.
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