Por Vanessa Davies
Maduro "debería buscar
sectores democráticos para salvarse de ese chantaje permanente que tienen
algunos grupos militares y que no sabemos cuál puede ser la salida",
aseguró
Tres nombres -y tres
hombres- con R están en la oficina de Antonio José Ecarri Bolívar en el Comité
Ejecutivo Nacional (CEN) de Acción Democrática, su partido: Rómulo Gallegos,
Rómulo Betancourt y Raúl Leoni. La historia de esa AD, tan querida como
rechazada, puede seguirse en esas tres figuras que hoy acompañan las
cavilaciones de Ecarri Bolívar.
El diputado por el estado
Carabobo, profesor de la Universidad de Carabobo y vicepresidente nacional de
Acción Democrática ve venir un desastre que quiere evitar. Recurre al ejemplo
de España para insistir en que es mejor dialogar ahora, que con millones de
muertos a las espaldas. Teme que después del 10 de enero de 2019 la tozudez del
Gobierno empeore una crisis ya crítica y considera que el mandatario Nicolás
Maduro está en manos de factores militares.
La conversación
con Contrapunto transcurre un día después de que el debate sobre José
Luis Rodríguez Zapatero, exjefe de Gobierno de España, echara sal a una herida
ya abierta en el liderazgo opositor.
—¿Acción Democrática
defiende a Rodríguez Zapatero? Eso es así como “fin de mundo”.
—No, para nada. Nosotros
simplemente tenemos una posición, que siendo la Asamblea Nacional (AN) la única
institución democrática que queda, tenemos que defenderla a capa y espada del
gobierno y de sus detractores porque es la única institución que queda con
credibilidad internacional.
—¿Por qué defender a
Zapatero es defender la credibilidad de la Asamblea?
—No, la decisión nuestra fue
no votar por el tema de Zapatero ni por ningún otro tema donde no haya
unanimidad. Ese Parlamento es de oposición al régimen, y si a esa oposición la
fracturamos, entonces vamos a quedar muy mal.
—Pero quedó fracturada el
martes.
—Lamentablemente, por algo
que no tiene ninguna trascendencia. El que condenes o dejes de condenar a una
persona individualmente no tiene ninguna trascendencia, y además estás abriendo
otro frente de pelea con un gobierno como el español, que de alguna manera
respalda a Zapatero más por razones de estado que por conveniencias personales
o políticas. ¿Que te vayas a enajenar la voluntad de alguien que yo sé que
acaba de decir que este gobierno es legítimo hasta el 10 de enero? Todo el mundo
presumía que el gobierno español era un aliado incondicional del gobierno, y
esto acaba de demostrar que no es así.
—Es decir, ¿piensa que es
una visión estratégica mantener el respaldo del gobierno de España ante lo que
pueda ocurrir en enero?
—Si no tener el respaldo,
por lo menos no enajenar su voluntad y empujarlo para el otro lado. Esa actitud
del canciller Joseph Borrell, a quien reconocemos como un verdadero hombre de
Estado, quien tiene mucho sentido y que ayuda enormemente a la alternativa democrática
y a la oposición venezolana cuando dice que no va a reconocer el gobierno de
Maduro a partir de enero porque es producto de una elección inconstitucional
porque fue convocada por una asamblea nacional constituyente también
inconstitucional… Ante esa circunstancia nos parece baladí ponerse a pelear por
una individualidad quien además, hablando objetivamente, se ha colocado al lado
del gobierno. Pero no es para condenarlo a él, lo que pareciera presumir que
eso condenaría también al gobierno de España. Sin embargo, nosotros hicimos
esfuerzos para que no se produjera esa decisión dividida (en la AN) porque
damos muy mala imagen nacional e internacionalmente.
—¿Queda Acción Democrática
como “colaboracionista del gobierno”? Así lo han declarado en las redes
sociales.
—El radicalismo que nunca ha
funcionado.
—¿Son radicales los que
cuestionan a Acción Democrática por esto?
—Sin duda. Además, un
radicalismo infecundo, que solamente es palabrero, que no tiene ninguna
significación en la práctica. Eso, por ejemplo, de pensar que la salida de
Venezuela es una invasión o un golpe de Estado y quien lo anuncia no tiene
posibilidades de influir en ninguno de los dos aspectos, no es otra cosa que
hablar cosas intrascendentes que no dan ningún resultado.
—¿Tiene relación Acción
Democrática con el gobierno? ¿Le interesa a Acción Democrática sostener al
gobierno del presidente Maduro?
—Para nada.
—¿Estas cosas, como la
división por lo de Zapatero, no sostienen a Maduro?
—Quienes propician la
división son los que benefician al Gobierno. Todas esas actitudes que buscan
diferencias en la oposición le llevan agua al molino del gobierno. Nosotros no
hacemos eso. Lo que hacemos es llamar a la unidad, a una unidad sincera,
efectiva, concreta; que no nos unamos simplemente en conciliábulos, sino que lo
hagamos en la práctica, en las luchas cotidianas de la gente. Por ejemplo,
nosotros, que tenemos mayoría en muchos gremios no hemos sectarizado la lucha;
en esas luchas gremiales no llevamos una bandera blanca. Estamos todos unidos en
torno a un propósito común.
—¿Y por qué le parece que en
los gremios sí se logra la unidad contra el bloque gubernamental y no se logra
en lo político? Porque AD se retiró de la MUD y se acabó la MUD, ¿o no es así?
—Claro, con esa
argumentación nos retiramos de la MUD, no podía ser que nos solazáramos aquí en
Caracas en reuniones interminables sobre temas burocráticos, mientras afuera el
país se cae a pedazos.
—Usted habla de la creación
de un nuevo CNE como condición sine qua non para la elección presidencial o
general. ¿Cómo debería ser un CNE que satisfaga a todos?
—Debe ser un CNE
equilibrado, que tenga participación paritaria de gobierno y de oposición.
Nosotros tenemos el ejemplo de un Consejo Supremo Electoral que funcionó
durante 40 años, donde había representación de los partidos más dotados,
incluso había representación de las minorías y había un presidente que se
escogía de mutuo acuerdo, normalmente un independiente, sin participación
política objetiva.
—Pero todo eso nos trajo
hasta aquí.
—Porque yo creo que aquí se
cometió un gravísimo error de algunos sectores, sobre todo de la sociedad
civil, que empezaron a decir que el CSE no debería tener representación de los
partidos sino de las organizaciones civiles, y eso lo tomó el gobierno de una
manera truculenta para llevar gente que supuestamente no eran militantes de
partido pero eran propuestos por organizaciones afines al gobierno. Terminó
siendo Jorge Rodríguez un candidato independiente del CNE y llegó a ser
presidente, por ejemplo. Eso es lo que le ha restado credibilidad al árbitro
electoral, y por eso la gente no quiere ir a votar. La decisión de si ir o no a
otra elección no depende de un partido político. Si nosotros decimos “vamos a
votar” la gente no nos acompaña si no ve que hay un árbitro electoral
confiable, porque la gente no quiere que su voto se pierda.
—¿Cómo llegar a un árbitro
electoral confiable? Usted habla de paridad entre gobierno y oposición pero,
¿quién designa esos marcianos que estén dispuestos y sean creíbles para todo el
país?
—Lo debería designar la
Asamblea Nacional como lo establece la Constitución, pero de común acuerdo en
una negociación porque, por ejemplo, el que es postulado por el Poder Moral por
supuesto que siempre va a ser afín al gobierno, pero si hay un convenio es para
producir un Consejo Electoral que le dé confianza al elector. Que los electores
entiendan que hay un árbitro que va a respetar la voluntad popular.
—Esto implicaría una
negociación en el seno de la Asamblea, pero el gobierno no la reconoce, el TSJ
considera que está en desacato. Entonces, ¿cómo se destranca eso?
—Con un acuerdo político.
—¿Y cómo se llega a ese
acuerdo político?
—A ese acuerdo se llega
cuando la oposición esté unida con los aliados internacionales, cuando coincida
con lo que los aliados internacionales están pidiendo. Y eso es perfectamente
posible que ocurra porque nosotros seguiremos impulsando la política de la
sensatez, que creemos que va a triunfar en definitiva como ocurrió en el 2015.
—¿Pero quién los sienta?
¿Quién hace que el TSJ levante el desacato, que la Asamblea ceda el espacio?
—Como debe ser, la sensatez
termina imponiéndose como ocurrió en el 2015. Tú puedes argumentar a favor del
radicalismo, porque en definitiva eso no tiene futuro; como decía Betancourt,
la demagogia tiene patas cortas. La gente se va dando cuenta de que eso no da
resultados: Si no llega la invasión, si no viene el golpe de estado, ¿qué
ocurre? La gente se dará cuenta de que el camino es electoral, ahora, ¿cómo
llegar al camino electoral? Presionando al gobierno para que de concesiones. Si
eso no se logra y el gobierno no da concesiones y se va a eternizar en el
poder.
—¿Cuáles son las concesiones
que debería dar el gobierno, pensando en esa ruta que está trazando: un acuerdo
político, un nuevo CNE, elecciones generales y la libertad de los presos
políticos?
—Eso es sine qua non. Yo
creo que el gobierno se va a ver obligado porque la situación económica del
país y la presión internacional lo van a llevar a hacerlo. Ahora, si anda en
una política suicida, se va a caer por cualquier vía. Nosotros proponemos la
vía electoral porque no tenemos armas, pero estamos en América Latina y el
gorila acecha dentro de la propia Fuerza Armada. Esa cantidad de presos
militares que hay es un indicador de que la procesión va por dentro y cualquier
cosa puede pasar. Eso es lo que siempre le hemos dicho a la gente del gobierno:
no cierren las vías democráticas porque por algún lado revienta esto y la peor
manera es esa.
—¿El gobierno tiene que sentirse
obligado a hacer una negociación política? La oposición no es una amenaza
ahorita. Es decir, puestos sobre la mesa: ¿Qué tienes tú y qué tengo yo?
—Pero la situación del país
les tendría que importar, porque va a llegar un momento en el que, si se mantiene
esta política, después de enero, el bloque internacional va a quedar de una
manera que el bloqueo a Cuba va a ser una cosa intrascendente. Este va a ser
peor que el de Cuba porque ese fue solo de los Estados Unidos, pero hoy la
Unión Europea, Estados Unidos, México, el Grupo de Lima, el Parlamento, es
decir: todos contra Maduro. Entonces, tienen que racionalizar su política. No
solo depende de la fortaleza o debilidad de la oposición, sino de la realidad
nacional e internacional que los agobia. Este es un gobierno que está en el
suelo y tiene que entenderlo así.
—Pero la oposición parece
estar en el suelo también.
—La oposición no está en el
suelo porque la oposición no se expresa solo en los partidos políticos. La
oposición se expresa en que, en todos los sondeos de opinión, más del 80% de
los venezolanos están contra el gobierno. El gobierno tiene un respaldo cada
vez más pequeño.
—Pero la oposición tiene un
rechazo también.
—Pero quienes están en el
gobierno son ellos y son quienes tienen que tomar decisiones, las decisiones
más gruesas. Esa locura de pretender reformar la Constitución es una involución
absoluta. Hay que recordar que esa Constitución, cuando Chávez la sometió a
referéndum y fue rechazada, se convirtió en la Carta Magna de todos los venezolanos,
hasta de quienes nos habíamos opuesto a ellos en el año 99. Entonces, esa
Constitución la tenemos que defender todos. Yo estoy casi seguro de que el
gobierno no se va a someter a un referéndum porque sabe que va a salir
aplastado.
—¿Qué cree usted que va a
ocurrir? ¿Que se firmará y se instalará?
—Yo creo que no la van a
someter a referéndum, pero si la someten hay que salir a votar contra ella.
—Pero Acción Democrática ha
llamado a no votar y ahora hay unas elecciones municipales y lo mantiene. ¿No
es incongruente?
—No, porque nosotros no
somos participacionistas absolutos ni abstencionistas permanentes. Se trata de
algo demasiado grueso: la Carta Magna. Allí tenemos que salir a negarla, porque
ahí sí es verdad que todas las instituciones se derrumban y se cierran todos
los caminos democráticos y ya la salida del régimen solo dependerá del gorila
al acecho o de una insurrección popular, porque aquí la cosa es muy grave. De
cualquier manera va a caer porque esta situación es muy grave.
—¿Usted le pondría fecha a
esa partida de defunción del gobierno?
—No, sería una
irresponsabilidad de mi parte, pero se ve a muy corto plazo porque el gobierno
no hace esfuerzos para cambiar su política económica, ni su política, política.
Si no cambia la política económica y mantiene esa política de distanciamiento
de todos los gobiernos del mundo, es un gobierno fallido, sin futuro.
—Volviendo al escenario del
9 de diciembre, ¿no es una oportunidad perdida?
—El problema con las
municipales es que a nosotros el gobierno nos impide participar, no hay
condiciones. De manera inconstitucional e ilegal nos quitaron la tarjeta.
—¿AD es un partido
ilegalizado el día de hoy?
—Estamos ilegalizados en
este momento y eso que tres veces hemos revalidado el partido. La ley establece
la posibilidad de inhabilitarte cuando dejas de participar en dos elecciones
presidenciales; nosotros hemos dejado de participar en una sola, y
arbitrariamente la ANC nos ilegalizó.
—Entonces AD está ilegal.
¿Cómo votarían por el no? ¿Llamarían a votar por el no?
—Para eso no se necesita
tarjeta, y AD llamaría a votar por el No con toda la seguridad.
—En un artículo suyo que leí
en estos días hablaba de los errores de otros sectores diferentes de la
izquierda. ¿Cómo los llamaría usted? ¿Sectores de derecha? Usted no usa el
término derecha, por eso se lo pregunto.
—No uso el término derecha
porque eso está muy complicado. Yo veo más gente de derecha en el gobierno que
en la oposición. El enriquecimiento vulgar de algunos personajes no puede ser
de izquierda y por eso digo que no entiendo cómo es que el gobierno
revolucionario cubano produce una enmienda para avanzar, mientras esta gente
pretende hacer una reforma constitucional para retroceder. Por eso digo que no
se trata de un tema de izquierda o derecha. El tema es la irracionalidad e
insensatez de una gente que quiere seguir gobernando a juro, utilizan la
ideología como excusa para seguirse enriqueciendo, olvidándose de las
necesidades de la gente y eso es una cosa grotesca.
—Si la nueva Constitución,
si es que la va a haber, no va a referéndum, sino que el presidente Maduro la
impone, ¿qué va a hacer Acción Democrática?
—Saldremos a la calle a
protestar contra esa Constitución porque sería el peor retroceso.
Para Ecarri es un
contrasentido que Cuba intente impulsar la economía de mercado mientras en
Venezuela, en su criterio, ocurre lo contrario. “El único país que está en este
momento rechazando las inversiones y espantando los capitales es Venezuela”.
—Pero el discurso de Maduro
es que los capitales vengan. ¿Usted dice que los espantan por la vía de los
hechos?
—Por la vía de los hechos,
porque si dices eso pero vas a reformar la Constitución para acabar con el
Parlamento nacional y, supuestamente, llegar a establecer un régimen conculcador
de la economía de mercado, eso espanta los capitales. Además, esas medidas que
se toman expropiando empresas, confiscándolas sin pagar ningún tipo de
indemnización, ese tipo de cosas hacen que se froten las manos los países
cercanos porque los capitales se van para allá.
—¿Qué le parece lo
paradójico, que siendo Cuba mentor del gobierno venezolano, este insista en
algo que Cuba está dejando atrás?
—Exactamente. Aquí están
haciendo lo contrario de lo que están haciendo los cubanos, que se dieron
cuenta de que ese régimen no tiene futuro, no tiene salida y están haciendo lo
correcto. Lo paradójico es que este gobierno que se dice seguidor del régimen
cubano esté haciendo exactamente lo contrario. Es una paradoja irracional, que
no tiene sentido. ¿Cómo se puede imaginar uno que las señoronas del régimen,
que andan con sus carteras Gucci de última moda, vayan a estar a la izquierda
de las campesinas cubanas o de las vietnamitas que volvieron a la sensatez e
hicieron un régimen totalmente alejado de la planificación central y del
estatismo?
—Usted planteaba que hay
sectores insensatos que están en este momento en la política. ¿Esa política
está marcada por los insensatos ahora?
—Hay radicalismos infecundos
en los dos lados, tanto en el gobierno como en la oposición y eso es muy
lamentable. Esos radicalismos no deberían tener éxito, porque cuando lo han
tenido el resultado es la guerra, es sangre, es muerte, es dolor, es diáspora;
los ejemplos históricos sobran. Durante la Guerra civil española, los sensatos
que llamaban a la cordura, a los acuerdos políticos como Indalecio Prieto y
muchos otros fracasaron porque se impusieron los radicales, pero después de 40
años de una dictadura y un millón de muertos, los mismos protagonistas del
radicalismo vinieron a sentarse para buscar una transición
—¿Cómo evitar eso?
—Eso es lo que plantea
Acción Democrática: sentarnos antes de que ocurran los muertos, pero para eso
se requiere de sensatez de los dos lados. El gobierno también es el primer
responsable porque es quien tiene el sartén por el mango.
—Pero vamos a tomar las
palabras del presidente Maduro. Él está llamando al dialogo, ¿qué pasa con ese
llamado al diálogo que lanza?
—Nosotros estamos de acuerdo
con el diálogo, lo que pasa es que no puede ser un diálogo con turbulencia,
para correr la arruga, para ganar tiempo y no sueltan nada.
—¿Cuál sería el gesto que
usted como dirigente de Acción Democrática vería como de buena voluntad del
gobierno?
—Vitales: la libertad de los
presos políticos y la reforma del CNE y permitir la ayuda humanitaria.
—Esos serían los
prerrequisitos para sentarse. ¿Si esto no se cumple la oposición no se sienta a
dialogar?
—No tiene sentido, ¿para
qué? ¿Para tomarse una foto con ellos?
—¿La liberación de presos
políticos sería una amnistía general?
—Sí.
—Y, ¿qué da la oposición a
cambio? Porque si yo fuera representante del gobierno diría “ustedes me están
pidiendo todo y, ¿qué me van a dar?”.
—Viabilidad democrática.
—Pero el gobierno puede
seguir gobernando como está.
—Pero las consecuencias son gravísimas.
—Puede decir que no le
importa.
—Bueno, ya eso es su
responsabilidad, nosotros llegamos hasta donde podemos. Presionamos nacional e
internacionalmente para que haya democracia, para que la salida sea
democrática. ¿Qué les vamos a dar? Vamos a ver, no se sabe, yo creo que una de
las cosas en las que deberían estar pensando en el Gobierno es en cómo
sobrevivir en la oposición, y eso se hace en democracia. En ningún otro régimen
se puede sobrevivir.
—¿Usted ve a quienes
gobiernan hoy viviendo en Venezuela y siendo oposición?
—No les queda otra.
—¿O los van a colgar de un
poste?
—Eso es precisamente lo que
deberías evitar, porque las vías distintas a la democrática son las que pueden
colgar la gente. Nosotros no queremos eso, no creemos en eso y por eso
propiciamos la salida electoral y democrática.
—Usted habla del temor del
gorilazo, que siempre está allí como amenaza, pero antes del gorilazo hay unas
cosas y es lo que está pasando en el sur del país con la presencia de grupos
irregulares y lo que ha pasado con la Fuerza Armada. ¿Usted ve descontento en
la Fuerza Armada? Porque hay una Fuerza Armada que está con Maduro.
—En situaciones como esta la
Fuerza Armada no es una isla paradisíaca distinta al resto del país. Las
mujeres de los militares van al supermercado, los hijos van al colegio y
constatan la realidad. Allí hay tanto descontento como en el resto de la
población; ahora, que no se pronuncien, es otra cosa, porque ese es un tema ya
más complicado. Precisamente ahorita estoy escribiendo un libro sobre el
militarismo, lo voy a titular “Del cesarismo democrático al gendarme
innecesario”. Recuerda que Vallenilla Lanz hablaba del gendarme necesario y fue
necesario en el siglo XIX porque no nos quedaba alternativa: eran los patriotas
que venían de ganar la guerra y se creían dueños del país y envejecieron en el
poder. Pero, ¿cómo es posible que después de 40 años de vida democrática, en el
siglo XXI volvamos a ser dirigidos por un gendarme que es absolutamente
innecesario ahora?
—Pero si Chávez ya no está,
¿quién es el gendarme ahora?
—Maduro es un preso de los
militares, que son quienes manejan el poder
—¿Usted realmente lo cree?
—Claro, allí hay una lucha
sorda entre militares y civiles, y ojalá predominen los civiles, porque los
militares cuando predominan toman las cosas a muerte porque la concepción
militar es que no tiene adversarios sino enemigos, y a los enemigos hay que
extinguirlos.
—Pero si usted dice que
Maduro es preso de los militares la oposición más bien debería salvarlo. ¿Es una
broma?
—Es que en serio: él debería
buscar sectores democráticos para salvarse de ese chantaje permanente que
tienen algunos grupos militares y que no sabemos cuál puede ser la salida,
porque si se sienten necesarios, sienten que son los que tienen la razón y la
verdad en sus manos, no les queda otra alternativa que asumir directamente el
poder y prescindir del civil.
—Pero lo que usted está
planteando es una cosa muy delicada, porque según esa visión la FANB es una
cosa como rasgada, como cuando uno agarra una tela y la rasga. ¿Usted lo ve
así?
—Claro, es que objetivamente
es así porque unos militares conocen la realidad de lo que está pasando, no
están de acuerdo, en su gran mayoría y hay una minoría que usufructúa las
bondades del régimen y por eso lo mantienen y lo tienen, de alguna manera, bajo
chantaje permanente a Maduro. Él es el que debería estar, en vez de estar
obedeciendo a ese chantaje, abriéndose a los sectores democráticos para buscar
una salida democrática a la crisis. De lo contrario, lo que puede resultar es
precisamente que triunfe ese gorila que siempre ha estado al acecho en todos
los gobiernos de América Latina.
13-11-18
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