Beltrán Vallejo 29 de noviembre de 2018
Hay
circunstancias o eventos muy específicos que miden el talente ético de ciertas
profesiones en toda su magnitud. En los casos del periodismo y de la
política, ellas están como a prueba las veinticuatro horas al día y los 365
días al año en lo que corresponde al arraigo de los valores éticos que
posee, más aún en una Venezuela que vive momentos históricos en que su sociedad
está cayendo en un barranco.
Esta
reflexión valga destacarla en lo que respecta al connotado comunicador social
Vladimir Villegas, figura protagónica de un espacio de opinión con una gran
audiencia, y que en estos momentos ha cogido relieve su postura en torno al
escándalo que envuelve al principal accionista de Globovisión, Raúl Gorrín,
quien según medios noticiosos internacionales ha sido sometido a un proceso
judicial en tribunales de EEUU que lo vincula al blanqueo de capitales por el
orden de 1.200 millones de dólares cuyo origen es la gallina de los huevos de
oro, Pdvsa, siendo esto toda una trama de corrupción trasnacional .
En
relación a esta situación, el señor Villegas, el pasado lunes 26 de noviembre,
en su formato editorial, manifestó que lo que está en el tapete es todo un
engranaje de desinformación y de manipulación orquestado por la acción
irresponsable e inmoral que tiene como ebullición las redes sociales, además de
manifestar con contundencia que no está dispuesto a seguirle el juego al
alcantarillado de inmundicias que ilustra esta dinámica. Confieso que
de este discurso me quedó la decepción y la preocupación.
¿Por
qué decepciona Vladimir? Porque este comunicador social se ha esmerado en
presentarse como un paladín de lo correcto, de lo honesto, y qué es valiente, y
ha dado a entender que no encarna ningún periodismo tarifado, que no tiene
“pepitas en la lengua”, que no le teme al filibusterismo de las redes sociales,
y además pretende que su opinión sea un faro de luz para los venezolanos; pero
bueno, cómo que todo tiene su límite, digo yo.
Resulta
que en esa editorial quedó en el aire la siguiente interrogante: ¿es mentira lo
que ha trascendido internacionalmente sobre el principal accionista de
Globovisión? ¡Caramba!, revisando el numeroso contenido noticioso, destaca el
hecho de que hay varias agencias norteamericanas involucradas en las pesquisas,
entre ellas “la Seguridad Nacional (HSI) Houston, HSI
Miami, HSI Boston, FBI Miami, y la Corporación Federal de Seguros de Depósitos
(FDIC) Washington, D.C”. Además, ha presentado cargos contra este señor el
Secretario de Justicia Auxiliar Brian A. Benczkowski, de la División Penal del
Departamento de Justicia y por la Fiscal Federal de los EE. UU. ¡Esto es algo
grande, grandísimo!, y el señor Villegas sólo se preocupa por el carácter nocivo
de las redes sociales.
¡No
vale!, los venezolanos merecen una explicación con más altura, a sabiendas de
que el hambre, la escasez de medicamentos, la crisis eléctrica y demás males
tienen su origen, no en la bendita guerra económica, sino en el descalabro de
nuestra principal industria petrolera, que fue saqueada, vuelta añicos y
enterrada su operatividad por las mafias en el poder, y que por lo que se
aprecia el señor Gorrín “baila pegao ahí”
Vladimir
Villegas alega que el “fake news” enreda a los venezolanos y asesina moralmente
a las personas; pero no, este alegato no es suficiente. Lamento que su
condición de referente ético se esté viniendo abajo, pero no por el Twitter, el
Instagram o el Facebook, o por lo que salga del internet, sino porque la realidad
es terca en eso de que el tiempo cubre y descubre
Beltrán Vallejo
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