Por Luis Hidalgo Parisca, 03/02/2013
Boletín 122, AIPOP
Una vez más, ante el
inocultable desabastecimiento de productos alimenticios, el gobierno recurre al
gastado y poco creativo expediente del acaparamiento y la especulación. Para
ello no ha vacilado en volver a montar los show mediáticos de los
“allanamientos”, en los que grupos de “abnegados, valientes e incorruptibles
funcionarios públicos”, con el correspondiente y aparatoso apoyo de las fuerzas
policiales y militares, actuando en base a informaciones suministradas por la
“inteligencia social” del “poder popular”, “descubren inmensas cantidades de
alimentos acaparados para especular con el hambre del pueblo”.
Todo este proceder no
es más que el intento de querer ocultar la ineptitud y la ignorancia de un
equipo gubernamental, que después de 14 años de ejercicio del poder todavía
desconoce las reglas elementales de la economía y de lo que significa saber
gobernar con sentido común. En efecto, nadie puede pretender que después de
haber agredido y reducido a su mínima expresión durante tanto tiempo al aparato
agroproductivo nacional, ahora este se encuentre en capacidad de generar los alimentos
necesarios para satisfacer la demanda de la población. El despojo sistemático
de la propiedad de la tierra a los agricultores y ganaderos, la destrucción
vandálica de las fincas invadidas, la “expropiación” injustificada de
agroindustrias y empresas distribuidoras de alimentos para colocarlas en manos
inexpertas, el desconocimiento de las técnicas de mercadeo y la baja
calificación profesional de una gerencia pública que poco sabe de eficiencia y
rentabilidad y si mucho de corrupción, ahora está pasando factura.
Por otra parte, la
instauración de un férreo control de cambio y el mantenimiento demagógico de
unos controles de precios irreales, han venido a complementar el coctel
explosivo de unas absurdas políticas agrícolas y alimentarias que empiezan a
descocerse, con graves consecuencias para productores y consumidores, que al
final son los grandes perdedores por este desaguisado gubernamental.
Sorprendido infraganti
el gobierno por la carencia de alimentos en las estanterías de los centros de consumo,
ahora trata de endilgarle la responsabilidad del desabastecimiento a la empresa
privada acusándola de acaparadora y especuladora; para ello ha montado esos
operativos fraudulentos en los que ocupa galpones y depósitos de comida, de uso
normal en el proceso de transformación y comercialización, tratando de desviar
la atención del público hacia el sector empresarial privado.
Frente a esta situación
se impone un llamado a la sensatez y al diálogo por parte del sector público para
cambiar las políticas oficiales que desestimulan la iniciativa de los
particulares. No tiene ningún sentido persistir en la aplicación de medidas y
acciones de gobierno que han fracasado, no sólo en otros países, sino que
también en el nuestro han demostrado su ineficacia a lo largo de la historia.
Es necesario torcer el
rumbo de unas políticas económicas centradas en la estatización de las actividades
de producción y comercialización de alimentos, para dejar ese campo en manos de
los actores privados que han demostrado su eficiencia y experticia en el mismo.
El Estado debe mantener su función de garantizar que la actividad económica se
desarrolle sin detrimento del bien común de la sociedad.
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