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domingo, 3 de febrero de 2013

El populismo


JULIO DÁVILA CÁRDENAS sábado 2 de febrero de 2013

Una carta enviada por Juan Domingo Perón en 1953, decía: "Mi querido amigo: déle al pueblo, especialmente a los trabajadores, todo lo que sea posible. Cuando parezca que ya les ha dado demasiado, déles más. Todos tratarán de asustarle con el fantasma del colapso económico. Pero todo eso es mentira. No hay nada más elástico que la economía, a la que todos temen tanto porque no la entienden". Esto, podríamos decir que es el viejo populismo latinoamericano. Lo malo y grave es que Perón,  y esa forma de pensar y proceder condujeron a la Argentina al colapso económico. Y peor aún, ha sido uno de los ejemplos alabados y seguidos por Chávez.

Resulta evidente que el mejor caldo de cultivo para el populismo se encuentra en la pobreza, en la falta de esperanzas y en la desigualdad, lo cual se pone en evidencia con el famoso graffiti que apareció en Lima: "No queremos más realidades, queremos promesas". Y promesas es lo que se le ha venido dando al pobre venezolano durante estos catorce largos años.

El populismo suele venir emparejado con la exclusión de la democracia representativa y el advenimiento de la participativa. El excanciller chileno Ignacio Walker, señala que las democracias participativas, aunque aparentemente dan cuenta de una vieja y sentida aspiración, como es la participación, terminan por eludir el rol central de las instituciones, y es esa, precisamente, la principal diferencia entre la democracia representativa y la llamada democracia participativa; mientras aquélla consiste en el papel central de las instituciones, esta última consiste en "bypasear", por así decirlo, las instituciones. Más adelante agrega "Mucho más determinante es la identificación entre un líder y las masas, como ocurre con la democracia populista, o el gobierno por simple decreto presidencial, bajo alguna fórmula de consulta a las masas, como ocurre con la democracia plebiscitaria, todas ellas variantes de la democracia participativa". En Venezuela las instituciones se han dejado a un lado con la aquiescencia de éstas y se ha otorgado todo el poder para el dictador líder de la revolución. Un país sin orden, concierto ni gobierno, en el que sus "herederos políticos" pretenden repartirse el poder.

Este ha sido un régimen que ha tratado de inculcar en sus seguidores, lo que David Easton llamó un alto grado de apoyo difuso a fin de que pase lo que pase, continúen vinculados a él, por fuertes lazos de lealtad y afecto. Para lograrlo y al igual que lo hizo Hitler, ató a su carro de guerra dos de las más poderosas y perniciosas emociones del hombre: la envidia y el resentimiento; y ambas le permitieron recorrer un camino sorprendentemente largo. Camino que le condujo no solo a su propia destrucción, sino también a la de muchos de quienes le acompañaban y por si fuese poco, a la de su país.

Tomado de: http://www.eluniversal.com/opinion/130202/el-populismo#.UQztzsimr7U.gmail

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