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domingo, 11 de agosto de 2013

La Historia de nuestro improbable futuro, Parte 4


Por Maximo Flint, 11/08/2013

Por más democracia:

Las opiniones sobre los eventos en Egipto tienen todos los colores y aromas. Las hay a favor y en contra del golpe de estado, y muchas encuentran al mismo Morsi responsable de su derrocamiento: una “historia de un derrocamiento anunciado,” parafraseando a García Márquez. Para los venezolanos, los argumentos a favor del golpe pueden sonar conocidos. De todos modos, es importante conocerlos – basados en nuestra teoría de que lo que pasa en Egipto sigue pareciendo la improbable historia de nuestro futuro inmediato.

El artículo traducido a continuación fue publicado por Hdeel Abdelhady, un abogado egipcio basado en Washington, DC, que contribuye de vez en cuando con Ahram Online, la versión de internet del periódico más antiguo de Egipto –fundado en 1875- el 20 de Julio de 2013, a dos semanas del golpe de estado.

“El apresurado juicio superficial de Egipto.”

¿Qué acaba de pasar en Egipto? ¿Un golpe militar? ¿Una segunda revolución? ¿Un golpe a la democracia?

Publicado por Hdeel Abdelhady en AhramOnline el 20 de Julio de 2013.

En las ondas de radio y en las páginas de noticias los juicios han sido rápidos, numerosos y demasiado enfocados en las definiciones. El diccionario en línea Merriam Webster informó que las búsquedas de “coup d’etat” alcanzaron un pico el 4 de Julio y continuaron altas esa semana, en respuesta a la cobertura noticiosa de Egipto.

Los actores políticos y los comentaristas han concluido precipitadamente (y algunos convenientemente) que la destitución de Morsi ha socavado la democracia, la legitimidad y la legalidad en Egipto. Una consideración completa de lo que pasó en Egipto –así como del porqué los eventos se desenvolvieron del modo en que lo hicieron- indica que los daños a la democracia, la legitimidad y la legalidad podrían no estar tan claros como lo sugieren las opiniones prevalecientes.

La urna no es igual a la democracia.

Hosni Mubarak y Mohamed Morsi fueron destituidos exactamente de la misma manera. Millones de personas tomaron las calles, el ejército intervino y el presidente fue destituido. Debido a que Morsi fue electo justamente, su destitución con la asistencia de las fuerzas armadas fue un “golpe” a la democracia. La distinción de los hechos subyacente es correcta, pero la conclusión es errada.

La urna no es ni la garantía de la democracia ni un indicador concluyente de su existencia. Y la democracia no es un hecho aislado o recurrente, sino un proceso en marcha. Aún aquellos que confían en los diccionarios para extraer conclusiones deberían saber esto. El diccionario Merriam Webster define a la democracia primeramente como (a) “el gobierno por el pueblo; especialmente, el gobierno por la mayoría” y (b) “un gobierno en el cual el poder supremo reside en el pueblo que lo ejerce directamente o indirectamente a través de un sistema de representación que usualmente incluye elecciones libres celebradas periódicamente.”

Morsi era escasamente democrático en su primer año. Más que ejercer el poder legítimamente ganado para y de acuerdo con los propósitos con que se le dio, Morsi consolidó el poder para llevar adelante una agenda política e ideológica estrecha que carecía de consentimiento o conocimiento público. A veces, el Egipto de Morsi parecía más los “Hermanos Musulmanes C.A. con la marca comercial Egipto” que una república. La elección justa de Morsi le dio un mandato para gobernar, no una carta blanca para remodelar la presidencia y el estado para acomodarlos a unos objetivos estrechos. Sus acciones como presidente contravinieron los principios democráticos.

La “legitimidad constitucional” de Morsi.

En sus días finales como presidente, Morsi defendió repetidamente su “legitimidad constitucional.” Su posición era debatible, pues el mismo pedigrí constitucional de la proclamada legitimidad constitucional de Morsi –la Constitución de Diciembre de 2012- estaba en duda. A comienzos de Junio de 2013 la Corte Suprema Constitucional (CSC) dictaminó, después de meses de considerarlo, que la asamblea constituyente que redactó la Constitución del 2012 no tenía validez. El dictamen ensombreció la legitimidad constitucional de Morsi, pues su base era la fruta de un árbol venenoso. Que la constitución de Diciembre de 2012 hubiese sido redactada mayormente por los aliados de Morsi y que hubieran pasado una aplanadora por el proceso de referéndum sobre las objeciones de diversas voces manchó aún más la posición constitucional de Morsi.

La legalidad de la intervención militar.

La conclusión de que la destitución de Morsi con ayuda de las fuerzas armadas fue una violación de la ley supone que los militares no tenían una base legal para actuar o que los procedimientos alternativos para su destitución estaban disponibles pero no fueron agotados. Ambas suposiciones son defectuosas. La intervención de las fuerzas armadas podría justificarse por razones constitucionales afirmativas o bajo la doctrina legal de la necesidad.

El Artículo 194 de la Constitución de Diciembre de 2012 ahora suspendida (notoriamente en la sección sobre la autoridad del ejecutivo) prevé, sin límites, que: “Las Fuerzas Armadas le pertenecerán al pueblo. Su deber es proteger el país, y preservar su seguridad y territorios.” En principio, los militares actuaron de acuerdo con su autoridad constitucional cuando efectuaron la destitución del presidente en el interés nacional y en respuesta a la demanda de millones del “pueblo”.

Alternativamente, la acción de los militares estaba justificada por la necesidad, una doctrina operativa en la ley egipcia (y en la ley islámica, la ley internacional, y en otros sistemas legales nacionales en diferentes contextos) que justifica o excusa los actos ilegales o extralegales precipitados por circunstancias excepcionales. Los eventos que llevaron a la destitución de Morsi fueron de hecho extraordinarios. Millones de personas estaban en las calles. Era probable que se produjera la desobediencia civil y las huelgas generales. El país estaba crecientemente fracturado por líneas ideológicas y sectarias. Ningún procedimiento constitucional civil estaba disponible para destituir a Morsi o hacer contrapeso a su poder. Y no había ninguna solución política a la vista.

La Constitución de Diciembre de 2012 incluía la destitución de un presidente en funciones sólo a través del enjuiciamiento por la cámara baja del Parlamento, pero la cámara baja había sido disuelta por orden judicial el 14 de Junio de 2012. Por lo tanto, se imposibilitaba la destitución parlamentaria del presidente.

En cuanto a la conciliación política, Morsi impidió esa opción. Morsi fue notificado con amplia anticipación de que una solicitud para su destitución estaba ganando fuerza y que se habían planificado protestas masivas para el primer aniversario de su periodo. Según los informes, los militares, luego de consultar con las fuerzas políticas, le presentaron a Morsi varias opciones para desactivar la creciente crisis; incluyendo nombrar un nuevo gabinete o llamar a un referéndum sobre la continuación de su presidencia. Morsi rechazó las propuestas y no ofreció ningún mapa de ruta propio, excepto luego de que la ventana para la conciliación se había cerrado.

Sin el consentimiento de Morsi y en ausencia de la cámara baja del Parlamento, no era posible ni un cambio de gabinete ni un referéndum. Como resultado, todos los procesos constitucionales civiles para impugnar la autoridad o el mandato del presidente fueron descartados. Constitucionalmente, sólo la cámara baja del Parlamento podía haber forzado la renuncia del primer ministro (y del gabinete) a través de un voto de confianza negativo. Sólo Morsi podía haber iniciado un referéndum sobre su presidencia bajo la Constitución de 2012. En ausencia de contrapesos constitucionales al poder del presidente, le tocaba al presidente ejercer el poder sabiamente. Al rehusarse a un compromiso frente a probabilidades desfavorables, Morsi selló su propia suerte.

En la arena política, se seleccionarán los argumentos legales y los hechos para apoyar un resultado deseado. Pero los debates sobre las definiciones que elevan la semántica por encima de la sustancia sólo simplifican lo complejo, y tienden a engañar. En adelante, una consideración más completa de los eventos producirá mejores lecciones. Entre las muchas lecciones del 3 de Julio y el periodo de transición anterior, hay una para los presidentes egipcios de hoy y de mañana: Un exceso de poder, ejercido sin caridad, sin autocontrol, y en perjuicio de los contrapesos y equilibrios, es una receta para la caída. Que tenga cuidado el titular.


Traducción libre


Maximo Flint

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