Latin News Agency, New York. Agosto 7, 2013.
Repitiendo sofismas de Lenin, falacias de Marx y redundancias de Fidel
Castro y Stalin, Aporrea, el portal de noticias a favor de Hugo Chávez publica
con fecha domingo 4 de agosto de 2013 "Hacer el socialismo o morir en el
intento" donde Yahir Castillo elabora disparatadas, absurdas y obsoletas
ideas -tan obsoletas como el arsenal cubano escondido tras 240 000 sacos de
azúcar- acerca del socialismo en Venezuela.
Contrariando brutalmente a Carlos Marx, y con la ingenuidad virginal de
quien se ha casado con las utopías de Fidel Castro con más de medio siglo de
retraso, el periodista de Aporrea se lamenta de que "La Revolución
Bolivariana está formada dentro de las mismas bases y estructuras capitalistas",
y de que esta realidad histórica "ha hecho sumamente difícil la creación
de un estado socialista, tal y como estuvo planteado en los últimos años por
nuestro comandante Hugo Chávez".
Guiado por el delirio de quien adviene tardíamente a la Historia -
entrampado en el tiempo-, o por pura borrachera del espíritu, el articulista
omite decir a los lectores en cuál período histórico en particular le hubiera
gustado crear el socialismo venezolano para que fuera más fácil su
materialización.
Acorde con el tramado de sus fantasías pueriles, el periodista expresa
que para "acercarse al socialismo se debe comenzar realizando una serie de
cambios estructurales en cada uno de los organismos del estado" empezando
por "Destruir aquellas bases podridas heredadas de los gobiernos burgueses
del pasado".
¿Destruir las "bases podridas heredadas"? ¿Destruir la herencia
del periodo histórico que le ha tocado vivir al pueblo venezolano?
Precisamente, en torno al concepto de destrucción se genera el conflicto
abismal entre las ideas de Carlos Marx, por un lado, y Lenin, Stalin, Fidel
Castro y Hugo Chávez, por el otro.
Para Carlos Marx, el comunismo es el resultado del curso objetivo de la
Historia, condicionado por el progreso de las fuerzas productivas y los medios
de producción. Es un proceso objetivo, y como tal, no depende de la voluntad de
los hombres. Esta condición fue la que hizo que Marx expresara que no era
marxista, pues resultaría absurdo, por ejemplo, el elaborar una teoría sobre el
desarrollo humano, expresando que el niño nace, se desarrolla y muere, de modo
natural y objetivo, y al mismo tiempo crear un partido o movimiento político
para apoyar eso.
Los que abogan por la revolución, por la destrucción de la "herencia
del pasado", tal como el periodista de Aporrea, no son marxistas, sino
leninistas y estalinistas, por mucho que se esfuercen en la falsificación de
las ideas de Marx en la simbiosis excluyente e imposible de "marxista
leninista".
Desafortunadamente, los leninistas y autoproclamados revolucionarios son
sorprendentemente eficientes en la tarea de destruir "el
pasado", "la herencia", y, como se evidencia en el caso cubano,
la revolución socialista se reduce simplemente a eso, a destruirlo todo de
manera metódica y aplastante y por su incapacidad intrínseca de crear
absolutamente nada.
El artículo reclama abstractamente "crear un país de iguales y no
dividido en clases sociales - términos impuestos por el capitalismo para
dividir a los pueblos, desunir fuerzas y crear envidias", así como
"Impartir clases de ideología y organización comunal". Ya sabemos
cuál es el precio que pagan los pueblos donde se han experimentado esos
eslóganes edulcorantes de corte socialista y "revolucionarios". En
definitiva, son los pueblos los que ponen los muertos y pierden la libertad,
hacinados en mareas infinitas tras las rejas de los numerosos presidios
improvisados al mismo ritmo del compás del mal llamado proceso de liberación.
Con el rampante y burocrático lenguaje comunista, el periodista despacha
la libertad de expresión y de palabra: "Se debe detener el anarquismo
reinante en los medios de comunicación privados". Es decir, se debe crear
un comité que planifique, controle, autorice y decida lo que se debe publicar o
decir.
La extrapolación de la siguiente sugerencia es bien conocida por los
pueblos yugulados por los experimentos de las dictaduras comunistas:
"Eliminar los monopolios de empresas privadas distribuidoras de
alimentos., y expropiar en su totalidad cualquier empresa privada de producción
de alimentos y de cualquier bien de primera necesidad para el pueblo". Las
hambrunas del pueblo cubano durante más de medio siglo de opresión constituyen
la evidencia radiográfica del resultado de tales políticas.
Las violaciones del progreso alcanzado en la esfera laboral-supeditando
el derecho al trabajo a valoraciones emitidas por cualquier mequetrefe del
partido comunista- ha sido una marga consecuencia de la aplicación de la
siguiente medida: "Limpieza interna de organismos estatales depurándolos
de cualquier persona que sabotee de la manera que sea: corrupción, burocracia,
ineficiencia, etc. No se pueden tolerar estas aberraciones capitalistas dentro
de ningún organismo público."
El articulista parece ignorar que la siguiente medida -irónicamente
inspirada en el beneficio del pueblo-, a la postre es una condena inapelable a
un destino paupérrimo- impuesta por decreto sobre los habitantes de la nación:
"No continuar desclasando a los pobres y a la clase media, convirtiéndolos
en "Propietarios" de bienes burgueses, sintiéndose así más cerca de
la clase dominante y olvidando su verdadero origen".
En fin, que los venezolanos carentes de bienes "burgueses" se
eternicen en su condición de carencia, de clase que no posee absolutamente
nada, y por tanto, como en el caso cubano, sean dependientes absolutos del
estado, lo que, de paso, facilita un control eficiente de toda la
población.
El escrito enumera varias medidas que debieran ponerse en efecto para la
exitosa creación del sistema socialista en Venezuela. Dado que en su totalidad
son extraídas de sistemas fracasados, en particular de las revoluciones en
Rusia y en Cuba, constituye un insulto a la inteligencia que los propagandistas
del socialismo en Venezuela crean cándidamente que las medidas y políticas que
han fracasado en todas partes resulten triunfantes en su país.
Comunistas y socialistas, y los seudorevolucionarios de toda ralea,
integran una especie muy singular y excepcional de mitómanos: aquellos que no
creen en sus propios cuentos. Especializados en el fraude histórico y político,
despilfarran horas incontables elaborando e imponiendo medidas que lo regulan
todo. Dado que se proclaman heraldos de la creación de un sistema superior al
capitalista, y conscientes del peso de las fuerzas productivas y los medios de
producción en las elucubraciones filosóficas trasnochadas de Marx y Lenin,
ponen énfasis especial en la regulación y planificación centralizada de la
economía en aras de un proyecto nacional revolucionario, en esencia un proyecto
fallido, que solo generará más miseria y penuria para la nación.
Paradójicamente, y aquí radica la razón del fracaso comunista: lo planifican
todo pero se olvidan del Hombre. Y el hombre, debieran saberlo los socialistas
y comunistas, constituye el elemento más dinámico e importante de las fuerzas
productivas de una nación. Mientras que el hombre permanezca encadenado como
Prometeo, por setenta años en Rusia, por más de medio siglo en Cuba, de nada
servirán reformas como las de Raul Castro, ni medidas o cambios de ningún
género, ya sea que se alquen en Cuba, Venezuela o cualquier lado.
La liberación del Hombre, el quitarle sus cadenas, el otorgarle la
libertad, es la única garantía de porvenir, desarrollo, progreso y felicidad. No
lo harán, por supuesto. En definitiva, no olvidemos, parafraseando a
Shakespeare, que el Socialismo "es un cuento narrado por un idiota, lleno
de sonido y furia que nada significa".
Contacto: Gualdo Hidalgo
Latin News Agency
8 Nunn Avenue, Washington NJ 07882
United States of America
Tel: (908)-835-0150
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