Por Juan Andrés Mejía, 16/07/2014
Quienes estamos en la oposición luchamos por construir un mejor país en paz y en democracia. Un elemento fundamental de la democracia es el intercambio y debate de ideas. Desde ese punto de vista, las discusiones que se dan dentro de la Unidad son un ejercicio sano que debería fortalecer nuestras posturas.
No obstante, hay quienes usando la mentira, han decidido aprovechar estas discusiones para atacar a quienes en teoría son sus compañeros de lucha. Es evidente que dentro de la unidad, se han cometido errores, pero entrar en una dinámica de señalamientos públicos solo favorece al Gobierno. Si todos hubiésemos hecho las cosas a la perfección, ya hubiésemos logrado el cambio que estamos buscando.
El cinismo de algunos personajes llega al punto tal de insinuar que las personas heridas y asesinadas durante los meses de manifestaciones son responsabilidad de quienes llamaron a la calle (un planteamiento que además coincide con el del Gobierno). No tengo la menor duda de que de haberlo querido, el régimen hubiese podido evitar los más de 40 asesinatos que ocurrieron durante estos meses.
Hay quienes dicen saber que esto pasaría, y que era precisamente por ello que no se debía llamar a la calle. Es probable que algunos opositores en Cuba o China piensen de igual forma. No protestar ante la amenaza de represión es entregar nuestras libertades. El momento en el que las amenazas nos impiden ejercer nuestros derechos, es el momento en el que dejamos de vivir en democracia.
Ahora bien, Venezuela está viviendo la crisis social, económica y política más severa de los últimos 20 años. Ante este escenario quienes formamos parte de la oposición tenemos la responsabilidad de plantear una ruta para avanzar. Pero quienes plantean hacerlo pisando a otros, deben ser excluidos de entrada, sin contemplaciones. Estas discusiones deben servir para evaluar las alternativas y acordar la mejor estrategia para lograr el cambio político que necesita nuestro país.
Una de las propuesta planteadas por Voluntad Popular ha sido la necesidad de impulsar un proceso constituyente. Muchas de las críticas a este planteamiento se han enfocado en el riesgo que representaría no tener la fuerza necesaria para ganar dichas elecciones Estos señalamientos son válidos y no deben ser despachados con ligereza. Aprobar una nueva Carta Magna requiere del esfuerzo y la discusión de la gran mayoría del país. Crear el momento oportuno para avanzar con esta idea es un requisito fundamental para su éxito.
Pero sea cual sea la estrategia que se defina, ésta debe partir de la idea de que en Venezuela no solo debemos buscar un cambio de Gobierno, sino que debemos luchar por un cambio de Sistema. ¿De qué nos serviría gobernar si somos incapaces de ofrecerle justicia a los más de 20 mil homicidios que ocurren todos los años? ¿De qué nos serviría no poder controlar la corrupción desatada durante las últimas décadas? ¿De qué nos servirá no ser capaces de respetar a las minorías que han sido pisoteadas por este régimen? ¿De qué nos serviría cambiar un presidente omnipotente por otro?
El cambio de Sistema no se logra de la noche a la mañana, y mucho menos si estamos divididos. Pero entendamos que nuestra lucha no es solo por el poder, sino por construir un país en donde todos los venezolanos tengamos la oportunidad de salir adelante y en donde nuestros derechos sean respetados. Estoy seguro que si entablamos un debate serio y de altura podremos ofrecerles a los venezolanos un camino para construir la mejor Venezuela.
Juan Andres Mejía
@juanandresmejia
jam_mejia@hotmail.com
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