Rosalía Moros de Borregales 26 de julio de 2014
@RosaliaMorosB
Hoy mi artículo fue sacado de la
sesión de Opinión de El Universal. En la mañana estuvo en la web y fue twiteado
por El Universal y unas cuantas personas. Luego lo sacaron de la web. Este
artículo es la historia de lo que le pasó a un sobrino por marchar y protestar
en "democracia libre y protagónica". Les pido que me ayuden a
difundirlo por todas las redes para que se sepa la verdad de lo que la GNB ha
hecho a nuestros jóvenes y la verdad sobre la libertad de expresión en
Venezuela en el gobierno de Nicolás Maduro.
Dedicado a Nicolás
¡No hay nada que quisiera más que quedarme en Venezuela! Son las
palabras que más me impactan de este joven de 17 años. Su amor por nuestro país es tan grande como su corazón; a pesar de haberle visto la cara a
la muerte en medio de una de las tantas protestas que llevaron a cabo los jóvenes venezolanos, su pasión por la patria permanece intacta. La
lesión por la que lleva
varios meses caminando con dificultad no le ha quebrantado su espíritu.
Nicolás es una digna
representación
del coraje con el que cientos de jóvenes
venezolanos han expresado su amor por nuestro país.
Empezó a marchar en febrero de este año
motivado por la aplastante frustración que le producía toda la represión de las autoridades en contra de los
manifestantes. Cada muerte se convirtió en un impulso para salir a la calle. _
Amo a la gente de este país,
amo su cultura, su comida, la manera en que son capaces de sacarle un chiste a
los malos momentos, me expresa. Como quien se confiesa, también me cuenta que cuando se tomaban de
las manos cantando el Himno Nacional lo embargaba un sentimiento tan profundo
que siempre se le ‘aguaban los ojos’.
Al escucharlo, no tardo en sentir como
se humedecen también
los míos, como afloran en
mi los mismos sentimientos que hicieron a Nicolás vivir esta historia, entre tantas
historias no contadas. Como la que le refiere el médico especialista en una de sus
sesiones de terapia para restituir la lesión del nervio ciático postero-lateral que ahora le
impide la marcha normal. La de aquel hombre que fue brutalmente golpeado por la
GNB, quienes creyéndolo
muerto lo lanzaron por un barranco, pero el asta de una bandera lo mantuvo
colgando… Hoy asiste al mismo lugar que Nicolás para ser tratado de sus lesiones.
Era el 26 de abril, comenzó a marchar en Chacao rumbo a Santa Fe.
Al ser advertidos de la presencia de las autoridades represivas decidieron
tomar los caminos verdes. Al llegar a Santa Fe fueron emboscados por la GNB, en
su desesperación
corrieron penetrando el barrio a la orilla de la autopista; subiendo
escalinatas, saltando de un techo a otro, esquivando perros bravos, bombas
lacrimógenas, toda clase de
maldiciones y hasta personas que con machetes les amenazaban para que no
entraran en sus casas.
En la carrera en la que sus piernas
trataban de alcanzar al latido de su corazón pudo constatar una vez más que Venezuela es un país dividido; oyó a algunas personas que parecían extender su mano de ayuda llámandolos para esconderlos en sus
casas, pero luego mostraban la mano de la traición llamando a la GNB para descubrirlos.
Confió en una señora
que les dijo que no hicieran ruido porque su vecina era chavista, pero ya era
tarde, se escuchó una
voz decir: _ Por aquí están.
E inmediatamente apareció un guardia apuntándolos con una 9 mm.
Trató de continuar la huida, pero al trepar
para luego saltar se quedó enganchado.
Para ese momento ya habían
llegado otros efectivos, se dejó caer
al piso. Fue sometido junto con otros; allí los patearon, los golpeaban en la
cabeza con las cachas de las pistolas, mientras vociferaban: _ malditos
sifrinos. Era imposible cubrirse, los golpes eran de todos para todos, venían de todas las direcciones, no
respetaban órganos
vitales, mucho menos el grito de su voz: _ Soy menor de edad, soy menor. De
repente, llegó la
salvación, era un jefe: _
Ya, ya, déjenlos.
Pero mientas los subalternos obedecían la orden, el jefe se convirtió en el verdugo prodigando los golpes.
Suspira profundamente, como quien
trata de aliviar una gran angustia. Me cuenta que el agente que lo llevaba tenía algo de sobrepeso, lo cual le impedía moverse con rapidez. La intrincada
arquitectura del lugar obligaba a que se subieran a un muro. _ Súbete tu primero y si corres te mato.
Subió, pensó en
su vida, entonces también saltó al
techo próximo
y de ese al siguiente. Escapó de
un guardia, pero en la huida se encontró con otro. A la voz de alto, no se
detuvo, estaba decidido a salvar su vida. Volvió a saltar mientras una lluvia de balas
trataban de alcanzarlo. Esta vez, el recorrido de la caída se sintió más largo, la caída más fuerte.
Mira Nicolás, es confuso explicar la altura desde
la que el Nicolás
de esta historia saltó.
Me dijo que entre todos los muros que trepó y saltó ese
día, ese último pareció ser el más alto de todos. Uno de los chamos que
lo vio, le dijo a su mamá que Nicolás
había saltado como desde
un tercer piso. El salto lo salvó de
caer en las manos de la GNB, de sufrir las torturas que muchos han vivido.
Confiamos en Dios que también se salvará de
esta lesión, que pronto volverá a caminar con la destreza de su edad. ¡Mira Nicolás, lo que le pasó a Nicolás!
“Cuando los justos dominan, el pueblo
se alegra; mas cuando domina el impío, el pueblo gime”.
Prov. 29:2
@RosaliaMorosB
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