Por Ricardo Rios, 15/07/2014
Las calles de Los Chorros siempre están llenas de mangos por esta época, para la felicidad de los montones de muchachos que por allí circulan, haciéndose de la pulposa fruta con certeras pedradas o usando los que cayeron solos.
Viendo a estos Cy Young en agraz, recordé que el año pasado la cosecha fue ubérrima en la zona y que bastaba esperar un rato para disfrutar de algo que dicen que Bolívar no conoció. Este año la producción fue menos generosa y el final adelantado de clases hizo que los apurados desplazaran a los parsimoniosos en la dotación general de mangos para la pandilla, comiendo frutos verdes tumbados a pedradas sin esperar a que madurasen las condiciones objetivas, como bien funcionó en años anteriores.
Hasta trancaron calles en su afán de agarrar mango temprano.
Todos hemos sufrido de denteras y diarreas por andar comiendo mangos antes de tiempo, los radicales le enrostran a los sosegados que así jamás comerán mangos, mientras que los calmados les responden que el mango verde solo sirve para hacer jalea y que azúcar no hay.
Los dueños de las casas donde están las matas se molestan con los tumbadores de mangos y hasta les disparan guáimaros de sal en los fondillos. Esto abre otro pleito sobre si hace falta incitar esa violencia.
Todos coinciden en que dispararle a alguien por querer coger un mango de una mata cuyas ramas cuelgan hacia afuera, es una clara violación de las mejores tradiciones de Caracas; unos aducen que igual caerían y otros que si no los tumban, jamás los comerían. Ríos de tinta han corrido sobre sabanas de papel tratando de dilucidar la preponderancia de un método de lucha sobreel otro, casi siempre obviando al dueño de la casa donde están los mangos.
Hay mucha metafísica en el debate manguero, argumentadores de fina pluma y cortante verbo presentan coherentes argumentaciones, al margen de la praxis y de la coyuntura, pontificando que los mangos, así sean podridos, caen. Tira piedras improvisados apelan a la ética y al derecho natural a comer mango verde, sin que ninguna constatación en contrario los haga cambiar de opinión: son capaces de querer tumbar mangos a pedradas hasta cuando la mata está pelada. Qué hacer con los mangos, cómo gobernar pues, reflexión urgente, está postergada o ausente.
Hay un mar de fondo en todo esto, cuando el poder no está en juego, con las elecciones tan lejos pero tan cerca, todos pelean por figurar como los mejores cultivadores de mangos. Son tiempos de luchas internas, de confrontación, de propuestas y de evaluación de liderazgos. Pareciera que no hay crisis social y económica, sino política.
Que no hace falta afianzar el liderazgo social y la superación de la polarización por la vía del encuentro de necesidades, del diálogo de luchadores sociales, que no hay corrupción ni estudiantes presos. Parece que no violan o asesinan en los pelados hospitales.
La torpeza universal que nos gobierna se puede recuperar, me permito alertar que los mangos NO están bajitos.
http://www.talcualdigital.com/nota/visor.aspx?id=105089&tipo=AVA
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