EWALD SCHARFENBERG Caracas 21 JUL 2014
El presidente Xi concede
un crédito de 2.960 millones al Gobierno de Maduro que será devuelto con envíos
de crudo
La clausura en Caracas de la XIII
Comisión Binacional de Alto Nivel China-Venezuela y la firma de 38 nuevos
acuerdos de cooperación entre ambos países, marcaron este lunes el segundo y
último día de la visita del presidente chino, Xi Jingping, a su principal
aliado en Sudamérica. Venezuela es la tercera escala de la gira del mandatario
asiático, que ya pasó por Brasil y Argentina, y concluirá este martes en Cuba.
Detrás del protocolo casi rutinario de la ocasión, yacía el propósito
compartido por ambos Gobiernos de estrechar su relación para convertirla en lo
que han llamado una “alianza estratégica integral”.
Las autoridades de ambos países no
fueron muy explícitas a la hora de definir esta expresión. El canciller
venezolano, Elías Jaua, describió así esta semana el nuevo vínculo entre Pekín
y Caracas: “Nos hemos convertido en un país que suministra petróleo a China y
que recibe, a cambio, financiamiento para nuestro desarrollo industrial,
científico y tecnológico, y en el tema de la agricultura”.
Aunque todavía por detrás de Estados
Unidos, China ya se ubica en segundo lugar entre los principales socios
comerciales de Venezuela y en el ranking de sus compradores de crudo. De
acuerdo con las informaciones oficiales, Venezuela exporta 500.000 barriles
diarios de petróleo a China. La mitad de esos envíos sirven para pagar deudas
contraídas con anterioridad. Se calcula que, hasta ahora, el Gobierno de
Nicolás Maduro adeuda a China más de 30.000 millones de dólares, un compromiso
que se carga a la factura petrolera. Caracas se ha trazado la meta de exportar
un millón de barriles diarios de crudo a Pekín, el coloso económico ávido de
materias primas y recursos energéticos.
Xi Jinping, que ya había visitado
Venezuela en 2009 como vicepresidente, llegó a Venezuela con una comitiva de
100 empresarios para celebrar el 40º aniversario del establecimiento de
relaciones diplomáticas entre Pekín y Caracas. En ese entonces, 1974, el gesto
de distensión correspondió al dos veces presidente democristiano, Rafael
Caldera.
Sin embargo, como se jactaba este
lunes el número dos del chavismo y presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado
Cabello, entre ese momento y 1999 —fecha de la asunción de Hugo Chávez como
presidente—, sólo se suscribieron 20 acuerdos entre ambas naciones. “Ahora ya
tenemos más de 450”, remachó.
En esta oportunidad, numerosas
empresas chinas se han asegurado mercados en Venezuela. Las automotrices Chery
y Yutong, que ya levantan factorías en este país caribeño, han vendido miles de
vehículos. Empresas constructoras y de prospección de minerales raros
suscribieron acuerdos para vender sus servicios. Importantes bloques de
exploración y producción en la Faja Petrolífera del Orinoco —una de las mayores
reservas de crudo del planeta— fueron asignados a corporaciones chinas. El
Gobierno de Maduro formalizó su intención de comprar a China un tercer satélite
de órbita fija que, de acuerdo con los planes conjuntos, incluirá partes
fabricadas en una ensambladora venezolana de aparatos espaciales. El Banco de
Desarrollo Chino inauguró una oficina en la capital venezolana.
Por su parte, China desembolsó un
tramo de 4.000 millones de dólares (2.960 millones de euros) en préstamos que
se cancelarán con embarques adicionales de 100.000 barriles diarios. La
potencia emergente del siglo XXI aportó otros 1.000 millones de dólares para
que la petrolera estatal Pdvsa adquiera insumos industriales entre proveedores
chinos.
A la intención china de plantar en
Venezuela una planta de montaje de sus productos y una cabeza de playa
estratégica en el continente, parece corresponder la disposición de la
contraparte venezolana de dejarse orientar para alcanzar el objetivo de
construir un régimen cubano en lo político y chino en lo económico.
La virtual consultoría para el régimen
venezolano se plasma en el acuerdo suscrito el lunes por los presidentes
Jinping y Maduro para adiestrar en China a funcionarios “medios y altos” del
Estado venezolano en el área de la gestión pública.
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