Stalin González julio de 2014
Hace ya algún tiempo los venezolanos
sufrimos un ratón producto de unos quince años de borrachera económica. El
rígido y absurdo control de la economía, la injustificadas expropiaciones, y la
opacidad burocrática del Estado fue el coctel que, pedido por el gobierno, nos
ha embriagado por años, y ahora que toca pagar la cuenta, salió muy caro y no
queda muy claro quien la debe pagar.
Venezuela en el último periodo ha sido
beneficiada por el aumento del barril del petróleo, ingresando por ese concepto
mucho más ingresos que cualquier otra legislatura. Por otra parte, la
recaudación fiscal cada vez ha sido más creciente, de hecho representa la mitad
de nuestro presupuesto. En medio de esta bonaza económica, se hubiese esperado
que el presupuesto del país, cada vez más abultado, se hubiese traducido en
promoción de otras ramas económicas que incentiven el crecimiento y políticas
sociales que mejore la calidad de vida de los ciudadanos.
Sin embargo no es la realidad que hoy
vivimos, esta bonanza económica fue despilfarrada en gastos militares para una
guerra asimétrica con sus miedos, en una propaganda política contra las bases,
en maletines de amigos anónimos y en políticas públicas para que salieran en
televisión. La crisis económica que sufre Venezuela obedece fundamentalmente a
la mala gestión económica y es la reconducción de esta lo que nos hará salir de
esta crisis
Superar la crisis pasa por destrabar
los requisitos para las importaciones de materias primas, el incentivo a las
empresas nacionales, la descriminalización de nuestros comerciantes, la
severidad con los funcionarios corruptos, y el soporte pensado e indiscriminado
a las familias venezolanas. El sacrificio debe pasar por los convenios
petroleros internacionales, la burocracia abultada y los favores políticos. El
venezolano de a pie no debe ni tiene porque pagar con impuestos, con alza de
precios, con reducción de subsidios y con alza de gasolina pagar el error de
los dirigentes del país.
Este coctel nos llevó a la crisis y
los que pidieron el coctel, quienes sirvieron el coctel y quienes nos los
hicieron beber, proponen dejarles a ellos pedir otra copa, está un poco más
amarga y por favor que lo pongan a nuestra cuenta.
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