ANTONIO MARIA DELGADO 23 de
julio de 2014
El régimen de Nicolás Maduro necesita
conseguir cerca de $15,000 millones para que el desmantelamiento del sistema de
control de cambio no se le salga de las manos y hunda decididamente a Venezuela
en un proceso hiperinflacionario, advirtieron analistas.
El régimen, que busca desesperadamente
alguna fórmula que le permita lidiar con la grave crisis económica que aflige
al país, tiene previsto anunciar en agosto sus planes para unificar en una sola
tasa los tres distintos tipos de cambio vigentes, ante las abundantes señales
de que el esquema cambiario actual está asfixiando aceleradamente lo que aún
queda del aparato productivo nacional.
Pero expertos consultados dijeron que
la unificación cambiaria –plan impulsado por el zar de la economía y ministro
de Energía y Minas, Rafael Ramírez– no es suficiente para lidiar con los
problemas que enfrenta la economía venezolana.
El proceso debe estar acompañado de
una eliminación de las restricciones del mercado, para permitir que personas y
empresas puedan adquirir dólares libremente, y de una serie de correcciones
fiscales y monetarias para evitar que la mega devaluación –que acarrearía la
unificación cambiaria– no empuje al país a una espiral hiperinflacionaria,
dijeron.
La operación también requeriría que el
país tuviera disponible miles de millones de dólares en reservas líquidas para
poder atender la enorme demanda de dólares que ha estado reprimida en el país,
si se quiere evitar que el nuevo tipo de cambio oficial –que actualmente se
mantiene en 6.30 bolívares por dólar– se dispare hasta una tasa superior a los
79.80 bolívares en que se encontraba el martes el tipo de cambio paralelo.
“Los números que nosotros hemos estado
sacando, es que si el gobierno quisiese desmontar el control de cambio, en una
cifra de entre 30 a 40 bolívares por dólar, requeriría un enorme apoyo en
términos de liquidez”, comentó Francisco Ibarra, director de la firma de
asesores Econométrica.
“Si eso sucediera, y el tipo de cambio
es colocado en 40 bolívares por dólar, y todo el mundo que quiera puede ir y
comprar dólares a esa tasa, de golpe sentirías todo el impacto de una inmensa
demanda de dólares represada, de personas, de transnacionales, de gente que
quieren dólares para ahorrarlos o para viajar. Con esa demanda, para atenderla,
necesitarías al menos al menos de $15,000 millones”, explicó el economista en
entrevista telefónica desde Nueva York.
La proyección de 40 bolívares por
dólar proviene de los niveles en que se encontraba la tasa de cambio oficial
más alta, denominada como Sicad 2, la cual los expertos estiman sería utilizada
como referencia para fijar el nuevo nivel de la tasa de cambio unificada.
Mientras menor sea la tasa a la que
sea fijada el nuevo tipo de cambio unificado, más costoso en términos de
dólares será defenderla, agregó Ibarra.
Pero gran parte del problema de
liberalizar el tipo de cambio a una tasa baja es precisamente que el régimen no
cuenta con grandes cantidades de dólares a su disposición para verter sobre el
mercado cambiario.
Las reservas líquidas del Banco
Central apenas suman $250 millones, según los últimos informes del instituto
emisor, mientras que muchos analistas dicen no creer que el régimen cuente con
suficientes recursos ahorrados en fondos paralelos como el FONDEN, cuya
administración es un misterio para la mayoría de los venezolanos.
El Banco Central cuenta con cerca de
$20,000 millones de reservas en forma de oro, pero éstas no pueden ser
utilizadas para respaldar el nuevo sistema porque los lingotes están en
Venezuela.
“La repatriación de las reservas de
oro fue una de las mayores tonterías que han hecho”, aseguró Ibarra.
“De haberlas mantenido en el extranjero,
el gobierno tendría en este momento en sus manos los certificados de los bancos
donde estaban guardados y tú puedes vender o comprar esos certificados teniendo
el oro físicamente allá. Pero eso no se puede hacer teniendo el oro en
Venezuela, ya que para monetizarlo tendrías que transportarlo nuevamente a
Europa o Estados Unidos”, explicó.
La liberación del mercado cambiario es
vista como una medida urgente para comenzar a corregir los extensos
desequilibrios macroeconómicos del país y eventualmente reactivar al sector
privado para que éste ayude a aliviar los problemas de escasez.
Pero la falta de recursos podría
llevar al gobierno a aplicar solo una liberalización parcial del mercado
cambiario, permitiendo que un monto substancial pueda ser colocado en venta
bajo un esquema de microdevaluaciones ( crawling peg), sin que el uso o destino
de esos dólares sea regulado por el gobierno, pero limitando los montos a
determinados cupos.
“Ellos podrían estar considerando
aplicar un plan de liberación cambiaria que incluya una nivelación de la tasa
de cambio, con una tasa preferencial que se la reservarían ellos mismos para
realizar importaciones de determinados rubros y otra funcionando bajo una
suerte de crawling peg que fluctuaría bajo las fuerzas del mercado”, explicó el
analista Orlando Viera-Blanco desde Montreal.
“Y cuando no haya suficientes dólares
para el crawling peg, pues simplemente no hay”, agregó.
El desmantelamiento parcial del
control de cambio es una solución limitada a los grandes desequilibrios
económicos acumulados en el país, dijeron economistas.
No obstante, el desmantelamiento
parcial o total del control de cambio tendría más o menos el mismo impacto
inflacionario, en una economía que ya está por ingresar en el terreno de la
hiperinflación.
El riesgo no ha pasado inadvertido
dentro de las filas del chavismo, en momentos en que el piso político del
régimen está ya bastante debilitado, explicó Orlando Ochoa, profesor de
Economía de la Universidad Católica Andrés Bello.
“Ramírez está enfrentando mucha
resistencia de otros dirigentes chavistas, particularmente de [el
vicepresidente, Jorge] Arreaza, y del nuevo ministro de Planificación,
[Ricardo] Menendez”, comentó recientemente Ochoa.
“Son tipos de la izquierda, que no
tienen ningún tipo de formación económica, y andan pensando que al devaluar van
a tener un impacto sobre los precios y que eso va a dañar el respaldo
político”, agregó.
El tema es que podrían tener razón,
dadas las condiciones económicas en que se encuentra Venezuela, donde el
traspaso de la devaluación de la moneda a la inflación es casi automático.
El fenómeno de traspaso se produce en
países que cuentan con reservas muy bajas, y que atraviesan por un período de
aceleración de la inflación, explicó Ochoa.
“Y cuando el sector privado no confía
en el gobierno, ese fenómeno es gigante”, advirtió el economista. “Y eso es lo
que está pasando en Venezuela. No hay forma de reducir el traspaso de la
devaluación a la inflación”.
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