Por Alfonso Linares, 26/07/2014
El martes 29 de julio se cumplen 47 años del llamadoTerremoto Cuatricentenario de Caracas. Este fue una contingencia horripilante que sufrimos los caraqueños aquella noche de 1967 durante 35 segundos de intenso movimientosísmico, enmarcado en un pavoroso bramido de la tierra. Su magnitud se estimó en 6,5 grados en la escala de Richter,con epicentro localizado en el litoral central. La zona mayormente afectada fue la constituida por Altamira y Los Palos Grandes donde se derrumbaron instantáneamente 4 edificios. Según cifras oficiales se perdieron 236 vidas humanas y se atendieron alrededor de 2.000 heridos.
Para aquel entonces Caracas contaba con menos de 1 millón de habitantes y en sus cerros, medianamente poblados,había muy pocas casas de más de una planta.
Sismos como ése de carácter destructivo son una amenaza a que está sometido permanentemente nuestro país, pero no se pueden predecir. En el eje centro norte costero donde se ubica el área metropolitana de Caracas, suelen repetirse en lapsos comprendidos entre 50 y 70 años, conforme a estimaciones probabilísticas basadas en eventos de tal naturaleza ocurridos en los últimos cuatro siglos. Son consecuencia de la interacción y continuo movimiento de las placas tectónicas que van acumulando fuerte energía en las zonas de fallas, energía que puede liberarse en cualquier momento de cualquier día.
La realidad actual es que, ante una eventual nueva sacudida de la tierra como la de 1967, la metrópolis capitalina -con una población estimada en más de 3,2 millones de habitantes- se encuentra con una vulnerabilidad muy superior a la que tenía para aquella época, lo que envuelve mayor riesgo de producirse numerosas muertes, heridos y cuantiosos daños materiales.
En efecto, los cerros y terrenos marginales caraqueños, ahora densamente poblados, conforman barrios pobres que han crecido de manera espontánea y sin control; en estos proliferan viviendas autoconstruidas, muchas con estructuras de más de dos plantas que no cumplen normativa técnica alguna, ubicadas en suelos deleznables y de fuertes pendientes, con filtraciones, carentes de adecuado equipamiento urbano y de difícil acceso vial, todo lo cual representa factores de inmensa debilidad para resistir los embates de un movimiento sísmico y para posibilitar el ingreso, a las zonas afectadas, de los servicios de auxilio o salvamento que son urgentes prestar a la población en momentos tan aciagos.
Si bien es loable la tarea que viene desplegando la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (FUNVISIS), es necesario que el Ejecutivo Nacional y las alcaldías del área metropolitana de Caracas instrumenten y ejecuten, en tales barrios, mediante actuación coordinada y concertada, programas terminantes, prioritarios y continuos que suplan, corrijan y minimicen las debilidades y carencias referidas. Solo así se estará en la dirección correcta para hacer de Caracas una ciudad sísmica menos vulnerable.
mdu@unimet.edu.ve
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