José Toro Hardy 28 de julio de 2015
@josetorohardy
De manera muy gráfica y premonitoria
Pérez Alfonzo decía que el petróleo era “el excremento del diablo”. De manera
igual manera podemos afirmar que la inflación es el excremento del banco
central. La inflación es el resultado de los excedentes de emisión de dinero
“inorgánico” por parte del banco central.
La función de emitir moneda es una de
las más delicadas en un país. La moneda nunca debe ser emitida sin mecanismos
claros y transparentes que rijan el proceso. En las economías modernas los
bancos centrales siempre tienen que ser autónomos. Cuando un banco central deja
de serlo inevitablemente quien lo domina -el gobierno- terminará por exigirle
la impresión de moneda para financiar el gasto público.
Mientras más populista es un gobierno,
menos acepta que la economía se rige por ciertas normas que no pueden ser
manipuladas. Y mientras más se ignoran esas leyes para cumplir con la voluntad
dogmática de algún líder, más graves serán las consecuencias y más alto el
precio que al final del día terminarán por pagar los pueblos.
Suelen creer los líderes populistas que
así como con sus discursos pueden manipular a las masas, con su voluntad podrán
doblegar también las economías. Sin entender de las consecuencias de sus
acciones, terminan por provocar daños a veces irreparables, convencidos de que
ellos son intérpretes de la voluntad popular, a lo cual le agregan que la voz
del pueblo es la voz de Dios con lo cual terminan por creerse dioses ellos
mismos.
Pocos daños mayores se le puede provocar
a un pueblo que destruir el valor de su moneda. Con razón decía Lenin: “la
mejor manera de corromper el sistema capitalista es corromper su moneda”. Ahora
bien, el valor de una moneda está estrechamente ligado a su respaldo y al
sistema de precios. Los países comunistas siempre intentaron introducir un
divorcio entre costos y precios. Ello los condujo al fracaso del sistema y al
establecimiento de monedas sin respaldo y con poca o ninguna aceptación.
Eso está pasando hoy en Venezuela. El
gobierno pretende controlar los costos y los precios. Eso es imposible de
lograr por vía de imposiciones o decretos. El gobernante puede forzar a un
productor a vender un producto a determinado precio, lo que no puede es
obligarlo a que lo produzca si no va a obtener un beneficio. Decide entonces el
gobierno producirlo él mismo. La realidad es que en manos del gobierno la
producción resulta mucho más ineficiente y los costos considerablemente
mayores. Al final del día lo único que logra es que las empresas públicas
arrojen inmensas pérdidas -que es el denominador común en Venezuela- o bien que
esas empresas se paralicen o produzcan muy por debajo de su potencial.
Todo lo anterior lleva a la sociedad a
una escasez creciente de los bienes más esenciales. Y en la medida en que todas
las actividades empresariales del Estado en lugar de aportar recursos al
Presupuesto Nacional vía tributos lo que hacen es exigir recursos al Fisco para
cubrir sus pérdidas, lo que termina ocurriendo es que cada vez son menores los
recursos que se pueden destinar a funciones vitales del Estado como son la
educación, la seguridad, la justicia y la salud. Estas terminan por colapsar.
Enfrentado a un déficit fiscal cada vez
mayor, el Estado opta entonces por quitarle la independencia al Baco Central
para forzarlo a emitir dinero para financiar el gasto público. Esto nos lleva a
cerrar el círculo con los planteamientos hechos al principio de este artículo.
El dinero sin respaldo que imprime un
Banco Central para cubrir el déficit fiscal es el peor excremento que se puede
vestir sobre un pueblo. Es el responsable de la inflación que le roba el poder
adquisitivo al salario de los trabajadores y corrompe la moneda arrojándola a
la vorágine de la devaluación.
Muchos bolívares tratando de comprar
pocos bienes se traducen inevitablemente en un aumento sostenido de los
precios. Como además el gobierno ha desestimulado la producción de esos bienes,
el resultado es una paralización progresiva de la economía y una escasez que
abruma a la sociedad. Aparecen inmensas colas y racionamientos y se genera ese fenómeno
altamente improductivo al cual se le ha dado el nombre de “bachaqueo”.
Además al no encontrar bienes que
comprar en el país, los excedentes de liquidez generados por la emisión de
dinero inorgánico, se desvían hacia la compra de divisas en el mercado paralelo
lo cual explica la brutal devaluación de nuestra moneda en ese mercado.
No sé si es porque ellos mismas son
ignorantes o si es porque tratan de engañar a otros más ignorantes que ellos,
las autoridades inventan una supuesta “guerra económica” para justificar el
daño que ellas mismas están causando con sus políticas injustificables.
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