Por Vladimiro
Mujica, 24/07/2015
El pasado 6 de
julio concluyó un evento en Miami organizado por Demos of the Américas con el
patrocinio del Miami Dade College y la Alcaldía de la Ciudad de Miami. El foro,
titulado “La democracia no tiene fronteras. Venezuela no está sola”reunió
a un grupo de panelistas integrado por académicos, líderes políticos y
activistas ciudadanos y constituyó un momento importante de reflexión sobre el
asedio a la democracia que se ha vivido en la Venezuela de estos últimos 15
años. Por considerarlo de excepcional interés para el momento que vivimos en
nuestro país, aprovecho el espacio de mi columna para presentarlo íntegramente.
Vladimiro Mujica
Declaración final
“La democracia no tiene fronteras: Venezuela no está
sola.”
Dedicamos este evento a todos quienes han pagado, con
su libertad o con su vida, su coraje y valentía en la defensa de la libertad y
la democracia en Venezuela.
La cita que hoy concluye en los generosos espacios del
Miami Dade College y que ayer nos reunió en el histórico recinto de la Alcaldía
de Miami es un hito importante en la reflexión sobre la fragilidad de la
democracia y acerca del rol que la educación y el activismo ciudadano juegan en
su preservación y protección. Sobre todo después de un duro proceso de
confiscación de la libertad y la democracia como el que se ha producido en
Venezuela, y que con diferentes variantes se ha expresado en diversos momentos
de la historia de Hispanoamérica.
No es casual la coincidencia que se ha producido entre
los expositores venezolanos, y su contraparte hispanoamericana, acerca de la
responsabilidad importante que le corresponde al liderazgo tradicional y a las
élites de nuestros países en haber frenado las reformas necesarias para que la
democracia pudiera dar respuesta a las demandas sociales, contribuyendo así al
avance de liderazgos mesiánicos y populistas.
Tampoco es azarosa la convergencia sobre el rol de la
corrupción en debilitar el sistema de partidos e instituciones republicanas, ni
sobre el hecho de que nuestras democracias son intrínsecamente débiles en parte
como producto de una cultura y una educación que no impulsan con claridad y
fortaleza la vigencia del estado de derecho y la fortaleza de las instituciones
públicas.
Responsables son entonces tanto los líderes políticos
y empleados públicos corruptos, como los empresarios o miembros de la sociedad
civil corruptores. La crisis de valores se refleja en la destrucción del estado
de derecho, en la violación de los derechos humanos y de la libertad de
expresión, el abuso de poder, la falta de conciencia sobre la protección del
ambiente, la perversión del régimen electoral, el clientelismo, y la inevitable
exclusión y pobreza, solo por mencionar algunos de los males que nos aquejan,
cuyo avance se produce frecuentemente con el silencio cómplice de importantes
actores sociales y políticos.
Fue inequívoco el reconocimiento de que el gobierno de
Venezuela ha sido un agente central, como parte integral de una estrategia
continental anti-histórica, en exportar un modelo de autoritarismo populista,
sustentado en una suerte de imperialismo regional petrolero, que se replica en
numerosos países de la región y que obliga a los sectores democráticos a
responder de una manera articulada y coherente.
Resonó también con mucha claridad el mensaje de que
los regímenes autoritarios no pueden ser simplemente enfrentados por una
oposición convencional y que es necesario recurrir a una estrategia política
única y coordinada que integre la participación electoral y el cuidado de los
votos con el activismo y la resistencia ciudadana, todo ello dentro del marco
constitucional. Ello supone también combatir la explotación de la desconfianza,
un elemento que emplea el autoritarismo para desmovilizar a la ciudadanía e
insinuarse como un régimen eterno cuya legitimidad surge de un presunto mandato
popular. La democracia es tan fuerte como los partidos políticos que le dan
vida, un hecho que fue destacado de manera contundente, y eso obliga a los
ciudadanos a ejercer presión para contar con los mejores partidos, con una
vocación profunda de servicio público, y a participar activamente en los
mismos.
Otro elemento profundo de la reflexión de estos dos
días es el señalamiento sobre la inconveniencia de aceptar los códigos
políticos, culturales y de comunicación de los sectores autoritarios en el
poder cuya estrategia de control social atraviesa por imponer conceptos y modos
de comunicación que los sectores democráticos no deben reproducir. Esto obliga
a plantearse la necesidad imperiosa de articular un mensaje atractivo para la
sociedad, que permita imaginarse y soñar con el mundo de la democracia que
proponen los demócratas. Ello es especialmente importante en nuestros países,
con una población mayoritariamente joven y que, en el caso específico de
Venezuela, ha contado con una valiente y corajuda participación estudiantil.
Cuando se toma conciencia de la libertad, ninguna fuerza
es más poderosa que la que su custodia invoca, ahora acicateados por la
tragedia venezolana. Nada nos repondrá lo que perdimos pero tampoco nada ni
nadie nos impedirá construir el futuro que vendrá. Los venezolanos tienen,
tenemos, la responsabilidad indelegable de restablecer la democracia en
Venezuela, pero este es un proceso en el que requerimos el acompañamiento de la
comunidad internacional. No solamente en la observación del crucial proceso
electoral de diciembre, sino en lo que implica darle un sentido histórico al
concepto de que la causa de la democracia, la libertad y los derechos humanos
no admite fronteras nacionales, geográficas o ideológicas, porque el derecho
internacional en que se sustentan estas conquistas fundamentales de la civilización
tiene la misma vigencia que las leyes y constituciones nacionales. En este
contexto, no podemos concluir esta declaración sin dejar de reconocer el
valiente y corajudo rol que los ex-presidentes Jorge Quiroga y Alejandro
Toledo, quienes nos han acompañado en este evento, han ejercido, conjuntamente
con los demás ex-jefes de estado hispanoamericanos que firmaron el reciente
documento durante la Cumbre de Panamá. Cuando se escriba la historia de estos
tiempos, sus nombres ocuparán un lugar privilegiado en esta lucha por el
rescate de los valores fundamentales de la democracia y la libertad.
Finalmente, anunciamos que este evento que hoy
concluye es solo el primero de una serie donde se producirá una reflexión como
la que hoy acometimos sobre otros países de la región: Cuba, Argentina,
Ecuador, Nicaragua y Bolivia donde la democracia se encuentra bajo asedio.
Miami, 6 de julio 2015
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