Por Econ. Jesús Alexis González, 20/07/2015
Durante
el último año (desde julio 2014), el esfuerzo en Bs para comprar 1 $ aumentó en más de un 800%en el
“mercado” paralelo lo cual, y con razonable angustia, ha inducido una pregunta
frecuente: ¿a dónde llegará el $?desviándose
del eje medular: ¿hasta cuanto caerá el
Bs? como consecuencia del insostenible
comportamiento económico que está conduciendo al venezolano hacia la
precariedad. Veamos. Venezuela ha
venido experimentando una “ilusión de
progreso” sin generación de
riqueza--distinto a “renta petrolera—soportando tal espejismo en un crecimiento
económico atado a los ingresos petroleros y en una expansión “infinita” del
gasto público marcadamente populista-electoral, alejado de la necesaria
acumulación de capital (requisito para crear riqueza) que igualmente propicia, tanto un aumento de la liquidez en
poder del público con implícito efecto inflacionario (escasez de bienes) como una presión por la compra de
dólares en reacción a la desconfianza hacia el Bs. Al tiempo, se ha perfilado
un desequilibrio macroeconómico caracterizado
por un déficit estructural del sector público consolidado causado por un
aumento de su participación en la actividad económica, déficit fiscal, emisión
recurrente de dinero inorgánico (40% de la liquidez monetaria), continuas
devaluaciones (implícitas y explicitas), creciente endeudamiento (unos US$
150.000 millones para finales 2014), contracción del PIB (7,2% al II T de
2015), e inestabilidad en los precios. En mucho, este escenario emana de una desarticulada ejecución de políticas sin visión de largo plazo transitando
por un triángulo (¿de las Bermudas?)
generador de vulnerabilidad, cuyos vértices son: depreciación del Bs, elevada
inflación--para 2015 podría superar el 200%--(a diferencia de EEUU: 0%, Zona
Euro:0,2% y China:1,3%), y de una significativa disminución de las reservas
internacionales ( apenas US$ 15.816 millones, 14/07/15) 70% en barras de oro y
otro % en DEG y piedras preciosas.
Tan
dramática situación—que se complica con la baja de la cesta petrolera en más del 50% ( hasta 49,89 $/b) y con la
incorporación de Irán a la oferta petrolera (unos 1,2 millones b/d) hace impostergable la instrumentación de unPrograma de medidas económicas de orden
estabilizador (reducción de la
demanda) yestructural (aumento de la
oferta) basado en la austeridad y en la
reducción de los controles sobre la economía—al tiempo de reducir el tamaño
del Estado y el intervencionismo gubernamental—en función de estimular el
crecimiento de la economía con la activa participación del sector privado
dentro de un mercado lo más libre posible con tanta supervisión como fuese
necesaria. Asumimos la viabilidad de unPrograma
de Rescate Económico (PRE), soslayando el término “ajuste” que tanto se elude referenciar y mucho menos poner en
marcha ante el temor, afirman, a su“costo político-partidista”; siendo que en realidad ya lo están pagando teniendo como “fiadores coercitivos” a una mayoría
ciudadana que está experimentando una baja en su calidad de vida,
desabastecimiento, escasez, desesperanza, “rabia” y otros; olvidando de igual modo, que mientras más
pronto se asuma dicho “costo” , menor será el tiempo requerido para superar
el efecto recesionista que provocarán
temporalmente las medidas.
El PRE, tendría como objetivos
fundamentales, al menos, los siguientes: (1)
Impulso al crecimiento económico a la luz de un estímulo a la iniciativa
privada (nacional y extranjera), revirtiendo asuntos críticos como que en 2014 Venezuela ocupó el puesto 134 en el ranking mundial
de competitividad—peor mientras se aleje de 0—en contraste, p.ej. con Chile:
34, Panamá: 40, Perú: 61 y Colombia: 69; (2)
Un definitivo plan contra la inflación, que ya afecta no solo a los
estratos sociales de menos ingresos “nominales” sino también al conglomerado
empresarial bajo el yugo de la fijación de “precios
eternamente congelados”; (3) Flexibilización
del control de cambio (eliminando su esencia político-partidista) como
estrategia para atraer inversiones y estimular la repatriación de capitales;
sujeto al cumplimiento del ámbito institucional (“reglas de juego”); (4) Establecimiento de un tipo de
cambio único con flotación “sucia”—intervención circunstancial del BCV—dentro
de un escenario animado por las fuerzas del mercado; (5) Restitución de la autonomía
al BCV, en pro de retornarle su rol de ente rector de la política
monetaria y cambiaria; y (7)
Instrumentación de una racional restructuración del gasto público.
Finalmente,
responder sobre ¿hasta cuanto caerá el
Bs en relación al $? ( ¿hasta dónde llegará el $?) es casi un atrevimiento
profesional irresponsable, ya que implica el conocimiento de otro tema nada fácil: ¿hacia dónde quiere avanzar el Gobierno en
materia económica?; siendo así nos limitaremos a dos inferencias: (A) De no generarse una autocrítica del
oficialismo en función de reorientar el actual enfoque político-ideológico que
persiguen, se perfila una situación donde cualquier
precio que se pague por el $ es ¡el mejor! ya que se encuadra en una
percepción individual vinculada con sus dudas y temores, lo cual puede llevarlo
a pagar en el paraleloBs 1.000/$ y más;
(B) Iniciando el Gobierno, de
inmediato, un Programa de Rescate se
abre la esperanza de un nuevo rumbo de la economía que conduciría en corto
plazo a un precio cercano a Bs 200/$;
obviamente condicionado a un auxilio financiero equivalente a la caída de los
ingresos petroleros 2015 (unos US$
35.000 millones), y al retorno de la ortodoxia
económica en conjunción con racionalesprogramas
sociales compensatorios. En caso contrario, se acelerará la caída del bolívar teniendo como piso ¡el colapso!
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