Por Eddie Ramírez,
28/07/2015
Los compatriotas
ausentes son muchos miles. No son apátridas, como sostiene el presidente de
facto que pareciera perdió la chaveta por asumir un cargo que no le
correspondía y que es “mucho camisón pa’ Petra”. No solo miente, sino que
exagera tanto los embustes que hace el ridículo. En su última patraña pretende
engañar a los suyos al declarar que “La derecha maltrecha buscaba hacer creer
que los jóvenes están yéndose a vivir en el exterior. La juventud ama a Venezuela
y quiere hacer patria”. Paralelamente, ante la disminución de 22 medallas,
entre ellas cuatro de oro, en los recientes Panamericanos en relación con los
del 2011, José Terán, su viceministro de alto rendimiento en el deporte lo
desmiente al declarar que “Muchos de los estrategas que se han ido del país
están trabajando en otras delegaciones”.
Ante el hecho
notorio de emigración masiva, solo recalcaremos que perder capital humano ya
formado o en proceso de formación es lo más doloroso que puede sucederle a un
país. Particularmente grave es quedarnos sin médicos, profesores y maestros.
Nuestros galenos son excelentes y han formado una generación de relevo que se
está perdiendo. Sin profesores ni maestros nuestros jóvenes no podrán impulsar
el desarrollo del país. Es una tragedia de incalculables consecuencias que
muchos jóvenes se estén yendo y otros estén siendo formados con muchas
deficiencias.
Otra mentira más
perversa es predicar que quienes se quedan son patriotas que aman al país y que
quienes se ausentan son apátridas. Cabe mencionar a Julián Marías en su
conocido artículo sobre convivencia y complicidad, recalca que uno debe
marcharse de una empresa pública o privada y de cualquier otra organización
cuando no es posible convivir por razones de principios y valores. Pero, señala
el ilustre filósofo, “hay una institución a lo que esto no se puede aplicar,
porque no es una institución: el país a que se pertenece y de cuya sustancia se
está hecho. De él no se puede uno ‘marchar’; a lo sumo, ausentarse, llevándolo
dentro”.
Efectivamente, los
emigrantes solo se ausentan y aunque se adaptan al país que los acoge y llegan
a quererlo a veces más que los nativos, siempre llevan a sus orígenes por
dentro. Décadas atrás acudieron a estas tierras miles de ciudadanos procedentes
de muchos países, gracias a los cuales Venezuela estuvo a punto de despegar
hacia el desarrollo. Hoy muchos de sus hijos y de hijos de venezolanos de
muchas generaciones han optado por buscar otros rumbos. Sin embargo, nos consta
que todos ellos solo sienten que están ausentes y no dejan de estar pendientes
de lo que sucede en Venezuela.
Unos se han visto
obligados a emigrar por falta de empleo, otros porque no se les permite
trabajar y muchos por la inseguridad. Estos tres factores han sido promovidos
por un régimen perverso que ha inducido la emigración. En Venezuela hay
oportunidades de empleo, pero la política de acoso al sector privado e invasión
de fincas, de negocios y de inmuebles ha desincentivado la inversión e impedido
la creación de empleos. A otros se les impide trabajar por haber firmado la
solicitud de referendo revocatorio presidencial o por haber participado en
protestas cívicas. La inseguridad es consecuencia de la permisividad con los
delincuentes para mantener amedrentada a la población, de la creación de
paramilitares forajidos rojos, de la aceptación de criminales en los cuerpos
policiales y del establecimiento de zonas de tolerancia mal denominadas de paz.
Apátridas no son
quienes se ausentan en contra de su voluntad. Apátridas son quienes han hecho
difícil la vida en esta tierra que una vez fue de Gracia. Muchos compatriotas
ausentes no regresarán cuando se establezca la democracia, pero seguirán siendo
representantes de nuestra patria en tierras lejanas, contribuyendo a crear
riqueza en otros lares, pero siempre pendientes del país del que por culpa de
unos pocos malandrines fueron obligados a emigrar. Quienes se ausentan son
estrictamente exiliados. No añoran la comida, ya que en el exterior se consigue
sin colas Harina Pan, caraotas, plátanos y otros productos de nuestra dieta
criolla. Añoran a familiares, amigos y no poder contribuir al desarrollo de
nuestro país.
Venezuela está
fragmentada en centenares de pedazos que circunstancialmente se encuentran en
el exterior.
Como en botica: Otra
chifladura es declarar que “Capriles articula la delincuencia en Miranda”.
Eugenio Montoro, distinguido ingeniero de la Pdvsa meritocrática escribió que
“Chávez animó a los guyaneses a utilizar el Esequibo y su sucesor descubre que
los vecinos le hicieron caso”. Canadá, con una población de 35,5 millones de
habitantes obtuvo 217 medallas, de las cuales 78 de oro. Algunos comentaristas
a mis artículos me solicitan defina posición política. Estoy con la Unidad y
por ello, por lo menos hasta el 6D, no apoyo nada fuera de ella. Creo en los
partidos políticos, pero critico muchas de sus actuaciones. Me identifico con
la posición de María Coraje, respeto y aprecio al gran luchador que es Antonio
Ledezma y valoro las acciones de Leopoldo. ¡No más prisioneros políticos, ni
exiliados!
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